En la dilatada historia del antiguo Egipto, la lista de mujeres que reinaron es muy breve, ya que el cargo tradicionalmente se reservaba a los varones. No obstante, Hatshepsut, contrariamente a lo que se puede leer en algunos sitios mal informados, no fue la primera faraona de la historia de Egipto. La famosa lista de Manetón, el sacerdote que escribió la historia de Egipto en la época ptolemáica, habla de cinco reinas-faraón. Los historiadores actualmente consideran que con toda seguridad hubo tres, otras dos muy probables y otros tres casos que presentan más dudas. La primera fue Meritneit, faraón, faraona o reina-faraón (los tres términos se emplean para designarlas) de la I Dinastía, sobre el 3000 aC. A ella le siguieron otras cuatro antes que Hatshepsut. A diferencia de todas las demás, que tuvieron reinados cortos, el de Hatshepsut duró 22 años y dejó huella en la historia.
Hija de Tutmosis I y esposa de Tutmosis II, se aprovechó de la juventud de su sobrino y yerno, Tutmosis III, para dar una especie de golpe de estado y tomar el título que creía corresponderle y que le había sido usurpado por una serie de intrigas palaciegas a las que no debió ser ajeno el visir Ineni.
Esfinge de Hatshepsut, Metropolitan Museum Nueva York
De manera paulatina, Hatshepsut se convirtió en hombre, es decir, adoptó la desinencia masculina de sus nombres y de sus títulos y asumió todos los atributos masculinos de su cargo, pero sin renunciar a su femineidad, ya que el único título que utilizaban sus antecesores y que ella eliminó de su protocolo fue el de "Toro poderoso".
Esa transformación en hombre se revela muy bien a través de sus representaciones escultóricas. Al principio, como en la imagen sedente del Metropolitan que abre esta entrada, aparece con el nemes o tocado que cubre la cabeza, reservado a los reyes. En ella, las finas proporciones de los miembros, el busto suavemente marcado, y el bosquejo del talle, permiten adivinar que se trata de una joven. El rostro, que recuerda a otros monarcas tutmósidas, es bastante agradable, aunque con toda seguridad retocado, como era habitual. Lo corriente era que la imagen de los faraones estuviera idealizada, de ahí que siempre se les represente jóvenes, atléticos y hermosos. Por lo demás, la escultura responde a los cánones habituales en Egipto de hieratismo, frontalidad y estatua-cubo, exigencias impuestas por sus creencias religiosas.
Más adelante, la transformación será total y se le añade la barba postiza masculina, símbolo que portaban los faraones en las grandes ocasiones y que les identificaba con Osiris. Es el caso de la imagen anterior, o de la izquierda, que presidía su tumba y en la que aparece con la doble corona del alto y bajo Egipto, el cetro nejej (flagelo) y el cetro heka (bastón), símbolos de Osiris.
Durante mucho tiempo, se pensó que Hatshepsut pudo morir asesinada por orden de Tutmosis III, ya que tras su muerte éste procuró borrar cualquier rastro de la existencia de la reina-faraón: sus estatuas fueron destruídas, las inscripciones y escenas que la recordaban borradas, su nombre arrancado de los cartuchos reales y reemplazados por los de otros monarcas anteriores o el propio Tutmosis III. Sin embargo, recientemente se ha podido identificar su momia, encontrada hace muchos años por Howard Carter, y saber que no fue ese el motivo de su muerte.
Momia de la faraona Hatshepsut
Para conocer mejor el personaje y las circunstancias de su reinado, teneis para leer y descargar en pdf una buena biografía. Además, en el año 2006, el Metropolitan Museum of Art, Nueva York, organizó la exposición Hatshepsut: From Queen To Pharaoh, en la que puedes leer sobre la misma, ver una proyección de diapositivas sobre algunas de las piezas exhibidas, descargarte un audio con la narración (en inglés) de la historia de la reina, y acceder a las fichas de las piezas del Metropolitan que forman parte de ella. Hablando de piezas, si lo que quieres es terminar con un poco de entretenimiento, puedes intentar montar un puzzle con la imagen de Hatshepsut.
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