martes, 2 de diciembre de 2008

La basílica paleocristiana de San Pedro de Roma

Interior de la basílica de San Pedro, Roma, según un cuadro renacentista.

En el año 313 se produjo un hecho decisivo cuyo alcance difícilmente sería previsible para el emperador Constantino, firmante del famoso Edicto de Milán, por el cual se concedía la libertad de culto en los límites del Imperio Romano. La medida venía precedida de otro edicto de tolerancia, emitido dos años antes por Valerio Augusto. Los grandes beneficiados por aquella decisión fueron los cristianos, un grupo religioso que hasta la fecha había aprendido a moverse en la clandestinidad de las catacumbas, y sufrido numerosas persecuciones desde su aparición en Roma. Las peores de todas ellas se produjeron durante los reinados de los emperadores Nerón, Decio y Diocleciano. La cercanía al poder imperial y la imparable influencia de los cristianos en la sociedad romana se pusieron de manifiesto con la decisión, en el año 380, del emperador Teodosio, que declaró el cristianismo como iglesia oficial del imperio romano. En 67 años se pasó de la nada al todo.

Esta nueva situación tuvo, inevitablemente, consecuencias en el arte de aquellos primeros cristianos, el llamado arte paleocristiano. Hasta entonces, los grupos cristianos no habían podido desarrollar sus cultos abiertamente, sino en lúgubres y oscuras catacumbas que servían al mismo tiempo de cementerios. Ahora tendrán la necesidad y la oportunidad de desarrollar una arquitectura propia, crear sus propios templos. Surgirá ahora la basílica paleocristiana.

Sobre el origen de la misma se manejan diferentes teorías e hipótesis, pero la mayoría de los historiadores se inclinan a pensar que el tipo más común de basílica, el desarrollado en occidente, deriva de las propias basílicas romanas: un edificio sin connotaciones religiosas que los romanos utilizaban como tribunales de justicia. Su estructura alargada, rectangular y dividida en naves, les hacía muy adecuadas para las necesidades del culto cristiano, que al contrario que los cultos tradicionales romanos, requería de un lugar de reunión amplio.


Basílica paleocristiana de San Pedro, en un grabado de 1450

De las primeras basílicas paleocristianas surgidas en Roma, la más importante de todas fue la de San Pedro, en Roma, hoy desaparecida. Derribada a fines del siglo XV, por su estado ruinoso, en el solar que ocupaba se construyó a partir del siglo XVI la gigantesca basílica que actualmente constituye la mayor expresión del poder de la Iglesia romana. Pero no es ésta la que nos interesa, sino aquella otra, la antigua basílica paleocristiana, construída a partir del año 326 por orden del propio emperador Constantino. El emplazamiento no era casual en absoluto, sino todo lo contrario, no lejos del circo de Nerón, sobre el lugar que la tradición situaba el martirio, la crucifixión y el enterramiento del apóstol San Pedro.


Planta de la basílica paleocristiana de San Pedro, Roma


La iglesia fue consagrada en el año 329, y su estructura constituye el prototipo de basílica paleocristiana. Como puede comprobarse, estaba compuesta por una planta longitudinal de cinco naves, separadas por columnas y arcos. La nave central era el doble de ancha que las laterales y más alta. Precisamente esta mayor altura, permitía situar en la parte alta una hilera de ventanas a través de las cuales recibía el edificio su iluminación. La cubierta era de madera.


Una de las particularidades que presenta la cristianización de la basílica es la incorporación del transepto, o nave que cruza transversalmente las naves longitudinales, y que dará lugar a la aparición de la característica planta de cruz latina. Este elemento, luego tan familiar, aparece ahora en las primeras basílicas que podemos calificar como de peregrinación, para hacer más visible y accesible, como en el caso de San Pedro, tanto el altar como la tumba del apóstol. En él se abre un nicho semicircular o ábside, alrededor del cual se colocaba un banco, y que constituía el presbiterio, lugar reservado para los sacerdotes. Aunque en la mayoría de los templos cristianos este ábside se orientaba en dirección al este, hacia Jerusalén, en el caso de San Pedro, condicionada por la posición de la tumba del santo, se orienta hacia el oeste. Como puede apreciarse en la reconstrucción venía precedido por un gran arco de medio punto, a modo de arco de triunfo, que como los erigidos por los romanos significaba el triunfo, en este caso de la iglesia cristiana sobre el paganismo.




Reconstrucción basílica paleocristiana de San Pedro



En la parte externa, una escalinata llevaba al pórtico delante de la basílica, a través del cual se llegaba al patio en cuyo centro se encontraba una fuente para las abluciones de los catecúmenos, señalada con la piña en bronce que hoy puede verse en el Patio de la Piña de los Museos Vaticanos. A continuación del mismo, y antes de la entrada en el templo, estaba el nártex, desde donde los catecúmenos, es decir, los que todavía no habían recibido el bautismo pero se estaban preparando para ingresar en el cristianismo, y que no podían entrar en el recinto sagrado, podían seguir los oficios religiosos a través de un cancel que separaba el interior del exterior.


En este video podeis haceros una idea bastante aproximada de lo que hemos comentado en las líneas anteriores.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, con lo que se complica coseguir esta informacion en las internetz, muy interesante :3

Gonzalo Durán dijo...

Me alegro mucho que pueda serte de utilidad la información. Hasta pronto.

Anónimo dijo...

Me viene perfecto para mi trabajo de historia del arte, si quieres ampliarlo cuando termine el trabajo te mando informacion adicional

Buen trabajo con la pagina!

Gonzalo Durán dijo...

Pues gracias a tí también por tus palabras y por tu ofrecimiento. Me alegro que pueda resultarte útil.
Un saludo, Gonzalo.

Amelia dijo...

Interesante información sobre la basílica paleocristiana de San Pedro y muy interesante el grabado y el vídeo explicativo.

Es curioso que los grandes monumentos actuales, hayan sido construidos en sitios donde ya existían otros monumentos; como en la Mezquita de Córdoba que fue construida sobre la basílica visigótica de san Vicente Mártir.

Gracias por el tiempo y los temas tan interesantes y variados que publicas.

Abrazos.

Gonzalo Durán dijo...

Gracias Amelia. Sí, es bastante corriente que los monumentos religiosos se levanten sobre otros lugares de culto anteriores, como una forma, por un lado de borrar la religión o el culto anterior, y por otro lado de integrar a los nuevos fieles.

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