sábado, 24 de enero de 2009

Las iglesias románicas de pegrinación

Pórtico de la Gloria, Cat. Santiago de Compostela. Maestro Mateo (s. XII)

Según cuenta la leyenda, a comienzos del siglo IX, en un apartado lugar de Galicia, próximo a Iria Flavia, comenzaron a verse unas extrañas luces sobre el oscuro firmamento de las noches del finisterre. El fenómeno cobraba una importancia singular, ya que la tradición afirmaba que por aquellas tierras había sido enterrado el apóstol Santiago por sus discípulos tras el martirio sufrido en Palestina. Con el tiempo, el lugar preciso de su tumba se había perdido, y ahora es redescubierto nuevamente por un ermitaño llamado Pelayo. El descubrimiento, casualmente, convenía de manera extraordinaria a los intereses de los poderes políticos y religiosos de la época.

Al rey de Asturias, Alfonso II el Casto, se le ofrecía una magnífica oportunidad para atraer cristianos que repoblaran aquellas tierras, recién reconquistadas a los musulmanes, al tiempo que ligaba los territorios de una manera definitiva a la tradición cristiana occidental y los alejaba de la musulmana. El papado y la Cristiandad vieron también en el hallazgo una oportunidad para impulsar un nuevo e importante lugar de culto, tan necesario tras la pérdida de Tierra Santa.

El resto, lo hizo la poderosa orden benedictina de Cluny, a quien el rey asturiano entregó el cuidado y mantenimiento del lugar donde estaban las reliquias. Animados por las riquezas generadas por la creciente afluencia de viajeros, situaron sus monasterios de manera estratégica a lo largo de una ruta, que partiendo de Francia, llevaba a los sufridos peregrinos hasta Compostela.


A partir de aquel momento, el Camino de Santiago pasó a convertirse en el fenómeno de masas más importante de la Edad Media. Un camino por el que circulaban no sólo los peregrinos, sino también las ideas y las novedades artísticas. A lo largo del mismo, siguiendo el patrón adoptado por la orden de Cluny, fueron apareciendo numerosas iglesias románicas aunque con pequeñas pero importantes innovaciones, surgidas probablemente de la necesidad de adecuar el culto a la masiva afluencia de los peregrinos. Se desarrolló así un tipo peculiar de iglesia románica, la iglesia de peregrinación.


Reconstrucción de la abadía y monasterio de Cluny III


Como nos recuerda el profesor Martín González, el carácter más singular de la iglesia de peregrinación, por encima de cualquier otro, es el carácter desenvuelto de los templos, gracias a la utilización de la girola o deambulatorio, una nave situada entre el presbiterio y el ábside de la iglesia. Al prolongarse de este modo las naves laterales, se permitía el tránsito de los peregrinos por el templo sin entorpecer los oficios religiosos. A su alrededor se disponían, en los absidiolos, capillas donde podían venerarse las reliquias tan solicitadas por los fieles. Los historiadores del arte sugieren que el origen de la girola hay que buscarlo en las criptas anulares carolingias y en el primer románico francés, como por ejemplo, el primitivo monasterio de Cluny, que la introdujo en una de sus reformas, la denominada Cluny III, realizada por los monjes arquitectos Gunzo y Hézelon. De cualquier modo, aunque no surgió en el camino, fue allí donde la girola y los demás elementos que conforman esta tipología de iglesia, alcanzan su máxima expresión.


Plantas de las cinco grandes iglesias de peregrinación

1.- Saint Martin de Tours

2.- Saint Martial de Limoges

3.- Sainte-Foy de Conques

4.- Saint-Sernin de Toulouse

5.- Santiago de Compostela


Otro de estos elementos fue la tribuna, una galería situada sobre la nave lateral y de su misma anchura, que tampoco es una novedad arquitectónica. La función de la tribuna es doble, ya que por una parte proporciona estabilidad al edificio, contrarrestando el peso de las gigantescas bóvedas de piedra; y por otro, amplía la capacidad de los edificios, permitiendo el alojamiento de los peregrinos si fuera necesario.


Iglesia de Santa Fé de Conques, Francia


Por lo demás, las iglesias de peregrinación se distinguen por sus grandes dimensiones, llegando a tener hasta 3 ó 5 naves, un transepto muy desarrollado, con grandes y monumentales portadas laterales flanqueadas por torres, aunque algunas se han perdido y otras, proyectadas pero nunca construídas.

A Santiago de Compostela se llegaba desde Francia a través de cuatro rutas fundamentales, sin contar otras que podíamos llamar secundarias. Tres de ellas, las denominadas turonense, limosina y podiense, confluían en Roncesvalles, y la cuarta, la tolosana, atravesaba Aquitania siguiendo la vía romana y se unía a las anteriores en Estella. En cada una de ellas se situaban cuatro de las grandes iglesias de peregrinación, mientras que la quinta, estaba al final del Camino, la Catedral de Santiago de Compostela.


Iglesia de Saint-Sernin de Toulouse


En el punto de arranque de la ruta Turonense estaba la iglesia de San Martín de Tours, y decíamos estaba, porque se destruyó durante la Revolución Francesa, y la actual sólo conserva de ella la planta. Parece que fue la primera iglesia románica en introducir la girola. Tampoco corrió mejor suerte San Marcial de Limoges, destruída a principios del siglo XIX, y de la que sólo se conserva la cripta, en la que se veneraban las reliquias del santo. Era la iglesia más importante de la vía Lemovicense, que arrancaba en Vézelay.
La tercera vía era la Podense, que tenía su punto de partida en Le Puy, desde donde se alcanzaba la iglesia de Santa Fe de Conques, la más pequeña de las cinco, con sólo tres naves, tres absidiolos y una capilla en cada brazo del crucero.

Catedral de Santiago de Compostela. Puerta de las Platerías.

La vía Tolosana partía desde Arlés, y pasaba por Toulouse, donde se levantó la espléndida iglesia de Saint Sernin, cuya construcción fue muy rápida, entre 1077 y 1096. Es la iglesia más grande de la Occitania, y se levantó sobre otro templo más antiguo que hoy se utiliza como cripta, donde se veneran las reliquias del santo, martirizado hacia el año 250. Es fácilmente reconocible por su campanario octogonal de 64 metros de altura que, a modo de cimborrio, se levanta sobre el crucero.

Todos esos caminos confluían, como dijimos en Estella, y atravesando las hermosas y áridas tierras castellanas, discurrían por el denominado Camino Francés, el más popular de todos los que llevaban ante la tumba del apóstol. Allí empezó a levantarse hacia el año 1075 una grandiosa catedral, cuyo impulso inicial fue del obispo Diego Peláez y el final del obispo Gelmírez. En 1188, el maestro Mateo concluía una ampliación de nueve tramos y comenzaba el majestuoso Pórtico de la Gloria que concluiría en 1211. De este modo, la catedral compostelana se convertía en la obra maestra de las iglesias de peregrinación, aunque su admirable portada principal quede hoy oculta tras la gran fachada barroca del Obradoiro, de Fernando Casas Novoa.

Para profundizar más en el tema, podeis visitar tres páginas estupendas, una es arteguías y la otra Amigos del Románico, que contienen una información abundantísima, para pasarse horas. La tercera no le anda a la zaga, la Fundación Santa María el Real, tiene incluso un canal de televisión, Canal Patrimonio, con numerosos videos sobre el románico.

También podeis visitar algunos de mis blogs favoritos como ENSEÑ-ARTE, ArteSauces e Iniciarte, donde podeis encontrar magníficos trabajos sobre el románico y abundantes recursos.

Por último esta página sobre la iglesia abacial de Santa Fe de Conques, permite un interesante recorrido virtual por ella. Y en el video podeis ver una interesante explicación de la Catedral de Santiago.

1 comentario:

Antonio Martínez dijo...

Entrada supertrabajada. Fantástica.

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