El protagonista de esta novela, Howard Roark, es un arquitecto creador e imaginativo, capaz de sacrificarlo todo antes que renunciar a sus principios e ideales artísticos. Testarudo, tenaz y absolutamente seguro de sí mismo y de lo que quiere. Un genio totalmente independiente e individualista.
Peter Keating, también arquitecto, es justo lo contrario de Roark. Un arquitecto mediocre, sin talento ni creatividad, que repite lo mismo una y otra vez sin aportar absolutamente nada nuevo, copiando lo que otros han hecho ya miles de veces antes que él. Un arquitecto, sin embargo, encumbrado en el éxito, promocionado por gente influyente como el magnate de la prensa Gail Waynand, o críticos de arte como Ellsworth M. Toohey, que hacen y deshacen a su antojo.
En medio de todos ellos, Dominique Françon, la mujer decidida y emprendedora, enamorada de Roark pero que termina casándose con Peter Keating, su rival y enemigo.
La autora es la escritora y filósofa Ayn Rand. Nació en Rusia en 1905, y en 1925 pudo huir de la Unión Soviética, escapando del régimen bolchevique. Se instaló en Estados Unidos, donde residió hasta su muerte. Su primera novela, "Los que vivimos" es un relato casi personal denunciando los abusos y crímenes de la Rusia comunista. "El manantial", fue rechazada hasta en doce ocasiones antes de ser publicada, pero una vez vio la luz se convirtió en un best-seller, no precisamente por los esfuerzos de los editores, sino gracias al boca a boca de sus lectores.
Ideológicamente, la novela supone al mismo tiempo, como casi toda la producción de su autora, tanto una crítica feroz del colectivismo, como una defensa a ultranza del individualismo y de la independencia absoluta. Toda la obra de Rand destila anticomunismo y rechaza cualquier intervención del Estado en la vida de los ciudadanos, por lo que algunos llegan a hablar de capitalismo radical. No es por eso extraño que haya quien la identifique como una novela que recoge genuinamente las esencias y raices del espíritu americano, y se la considere como una de las autoras que más han influido en Estados Unidos durante el siglo XX.
Peter Keating, también arquitecto, es justo lo contrario de Roark. Un arquitecto mediocre, sin talento ni creatividad, que repite lo mismo una y otra vez sin aportar absolutamente nada nuevo, copiando lo que otros han hecho ya miles de veces antes que él. Un arquitecto, sin embargo, encumbrado en el éxito, promocionado por gente influyente como el magnate de la prensa Gail Waynand, o críticos de arte como Ellsworth M. Toohey, que hacen y deshacen a su antojo.
En medio de todos ellos, Dominique Françon, la mujer decidida y emprendedora, enamorada de Roark pero que termina casándose con Peter Keating, su rival y enemigo.
La autora es la escritora y filósofa Ayn Rand. Nació en Rusia en 1905, y en 1925 pudo huir de la Unión Soviética, escapando del régimen bolchevique. Se instaló en Estados Unidos, donde residió hasta su muerte. Su primera novela, "Los que vivimos" es un relato casi personal denunciando los abusos y crímenes de la Rusia comunista. "El manantial", fue rechazada hasta en doce ocasiones antes de ser publicada, pero una vez vio la luz se convirtió en un best-seller, no precisamente por los esfuerzos de los editores, sino gracias al boca a boca de sus lectores.
Ideológicamente, la novela supone al mismo tiempo, como casi toda la producción de su autora, tanto una crítica feroz del colectivismo, como una defensa a ultranza del individualismo y de la independencia absoluta. Toda la obra de Rand destila anticomunismo y rechaza cualquier intervención del Estado en la vida de los ciudadanos, por lo que algunos llegan a hablar de capitalismo radical. No es por eso extraño que haya quien la identifique como una novela que recoge genuinamente las esencias y raices del espíritu americano, y se la considere como una de las autoras que más han influido en Estados Unidos durante el siglo XX.
Sello de correos con la imagen de Ayn Rand
Traducido al mundo del arte, Howard Roark, proclama el derecho absoluto del artista sobre su obra, por encima de cualquier opinión, cliente o cualquier otro medio de control, llámese escuela, opinión pública, medios de comunicación, etc. Ninguna otra opinión diferente a la suya merece ser tenida en cuenta. El egoísmo es entendido por la autora como virtud, de ahí el título de la novela, que hace alusión a una frase del libro: "El ego del hombre es el manantial del progreso humano". Howard Roark sería, una especie de versión americana del superhombre de Nietzsche.
Una cuestión recurrente es, en quién se inspiró Rand para componer la figura de Howard Roark, la figura como arquitecto me refiero. Sabemos que para preparar la novela, estuvo trabajando en el estudio del arquitecto Louis Khan, familiarizándose con sus métodos de trabajo, y para muchos no hay ninguna duda que él es la imagen que refleja Roark, aunque muchos siguen creyendo que la autora se inspiró realmente en Frank Lloyd Wright, a quien admiraba profundamente. El equívoco puede venir porque sí que fue Wright el modelo de la versión cinematográfica que hizo King Vidor.
Pero todavía hay quien habla de un tercer arquitecto, el austriaco emigrado a Estados Unidos, Richard Neutra, que entre otras muchas obras interesantísimas y con rasgos parecidos a las descritas en la novela, edificó en el valle de San Fernando en California, la casa del director de cine Joseph von Sternberg en 1935, lamentablemente hoy derribada. Curiosamente esa casa fue adquirida luego por la propia Ayn Rand, y precisamente en ella está tomada la foto de arriba, en la que la escritora aparece acompañada de su marido.
1 comentario:
Curioseando en tu blog, después de leer la entrada sobre Wrigjt, veo que me salté esta otra sobre la novela en la que está basada la película de Vidor. No tenía referencias de ella, así que me viene muy bien la información. A mi me asustó un poco el individualismo que destila la película, que supongo que no es más que un eco del de la novela, y que lleva al protagonista nada menos que a destruir una promoción de viviendas sociales porque no respondía a su proyecto. Estas cosas no pasan en la realidad, claro. Pero, a estas alturas, viendo los extremos a los que son capaces de llegar ciertas mentalidades colectivistas, no me parece del todo mal esta exageración de signo contrario.
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