REMBRANDT. Autorretrato con Saskia representado como el hijo pródigo en la taberna (1635). Gemäldegalerie Dresden
Hacia el año 1633, Rembrandt es ya un pintor con un cierto renombre en Holanda, y empieza a disfrutar de una posición económica desahogada. Los encargos van creciendo y el pintor se traslada de su Leyden natal a Amsterdam, donde ya había vivido durante su etapa de formación con el pintor Pieter Lastman.
En esta su segunda estancia en la ciudad, se instala en casa de Hendrik Uylenburgh, un marchante de arte con el que está asociado. El negocio, según cuenta Douglas Mannering en "El arte de Rembrandt", consistía en emplear a un equipo de copistas que reprodujeran cuadros de fácil venta. Copiaban paisajes y bodegones sobre todo, pero también retratos por triplicado o cuatriplicado para repartir entre amigos y familiares. No faltaría mucho para que el copiado fuese el propio Rembrandt.Fue allí donde conoció a una prima de su socio, Saskia van Uylenburgh, con la que el mismo año se casó y con la que compartirá diez años de su vida. La joven era hija del burgomaestre de Leeuwarden, en la provincia de Frisia y tenía seis años menos que Rembrandt. Procedía, por tanto, de una importante familia, de aquellas que pertenecían al grupo denominado como "regentes", que era el nombre que se daba al reducido y exclusivo grupo de familias que controlaban la riqueza y la administración de Amsterdam y otras importantes ciudades holandesas.
Los primeros años de matrimonio con Saskia fueron de una gran prosperidad económica, probablemente la mejor etapa en este aspecto de la vida del pintor. Sin embargo, en medio de tanta dicha, se fueron produciendo momentos amargos y dolorosos, como la pérdida de tres hijos por la pareja a los pocos meses de nacidos. Sólo sobrevivió el cuarto de sus hijos, Titus, pero fue Saskia ahora la que fallecería poco tiempo después del parto. Además, desde 1639, Rembrandt aunque recibió grandes encargos, empezó a hacerlo de una manera más irregular, con lo que su economía se resintió. Durante todos estos años, la presencia de Saskia es una constante en la pintura del gran maestro holandés.
Para celebrar el compromiso, Rembrandt hizo un dibujo de Saskia que se conserva en Berlín y bajo el que escribió "Esto es un dibujo de mi mujer, cuando tenía 21 años, realizada al tercer día de nuestro compromiso 8 de junio de 1633". El dibujo está realizado a punta de plata, una técnica elegante y excepcional, no sólo en su obra sino en su época. Para su realización se emplea una varilla de plata o metal bañado en plata, que no deja una impresión visible en el papel, por lo que es necesario prepararlo con una capa especial. Esta capa suele aplicarse al papel vitela, que es más rígido y hay menos posibilidades, por tanto, de que se resquebraje la base, y así lo hace Rembrandt.
Sin duda, un detalle difícil de olvidar y propio de un joven enamorado. En el dibujo vemos a Saskia con un gran sombrero de paja adornado con una corona de flores y un rostro risueño y contemplativo. Una imagen encantadora de una novia que parece soñar con un futuro feliz y prometedor.
Esa misma imagen, una mujer de belleza discreta, alegre, sonriente, aparentemente feliz y llena de energía es la que el pintor nos dejó en la mayoría de los retratos que pintó de Saskia. En ellos, Rembrandt parece jugar constantemente, haciéndole adoptar un sinfín de disfraces y atuendos, formales e informales: unas veces como una mujer culta y erudita enfrascada en la lectura, en otras como la diosa romana Flora, en pinturas o dibujos, pero casi siempre pletórica de energía, como podemos ver en el autorretrato del pintor como hijo pródigo, al principio de esta entrada, una de las que mejor recoge ese período de optimismo y felicidad que vivía la pareja.
REMBRANDT. Saskia como Flora (1635). National Gallery, Londres
Memorables son, también, las dos versiones que pintó de Saskia como la diosa romana de la naturaleza, Flora. En el primero, de 1634, coincidiendo con su matrimonio, hace un alarde del dominio del claroscuro característico de su producción. En el segundo, pintado un año más tarde, representa a la diosa con un bastón en una mano y un ramo de flores en la otra. En principio, como han demostrado las radiografías, Rembrandt había pensado en Saskia como modelo de Judith, sosteniendo en sus manos la cabeza de Holofernes, pero luego el pintor la convirtió otra vez en Flora, sustituyendo la cabeza por el ramo de flores. Una imagen de un Rembrandt en la plenitud de su carrera. Tanto en uno como en otro, el tratamiento de la luz, el gusto por los detalles, el lujo de joyas y vestidos, el elegante cromatismo, obtienen un resultado impecable.
La vida de la pareja sufrió un cambio importante a partir del primer parto de Saskia. El hijo moría a los dos meses de nacer. Esta situación volvería a repetirse en dos ocasiones más. Rembrandt nos enseña entonces una Saskia enfermiza y débil, que sufre en la cama. Los malogrados partos nos dejarán la imagen de una mujer cansina e introvertida, pero incluso así, es capaz de aparecer con una sonrisa dulce en uno de sus últimos retratos, en que nos ofrece una flor.
Finalmente, tras su cuarto parto, nació Titus, el único hijo de la pareja que sobrevivió, y muy poco después, el 5 de junio de 1642, falleció Saskia, de tuberculosis, y se la entierra en Zuiderkerk, una iglesia próxima a su domicilio. Ese mismo año Rembrandt concluyó una de sus obras maestras, La ronda de noche.
En su testamento, Saskia lega todos sus bienes a Titus y deja a Rembrandt la administración de la fortuna hasta su mayoría de edad. Parecía que adivinaba las penurias económicas que habían de venir para su esposo. Quién mejor que ella para estar al corriente de la forma en que el pintor administraba sus ganancias. Sobre este punto se ha escrito habitualmente que fue un manirroto y despilfarró una fortuna. Esta idea se empezó a gestar a raíz de un libro de Filippo Baldinucci, un religioso italiano, quien en 1686, cincuenta años después de la época en que vivía con Saskia, cuenta que Rembrandt asistía a todas las subastas que se celebraban en Amsterdam y que en ellas pujaba siempre desde el principio sumas muy altas, e insinúa que en ese gusto por la ostentación le animaba también su esposa. Sin embargo, nada de ello se sostiene en la menor prueba.
REMBRANDT. Retrato de Saskia con una flor (1641) Gemäldegalerie Dresden
Se ha hablado mucho de la ruina económica del pintor. Puede que todo empezara en 1639, cuando el matrimonio se traslada a una vivienda nueva en una de las calles más lujosas e importantes de Amsterdam, la Sint Antoniesbreestraat, por la que pagó la elevada suma de 13.000 florines. Desde el principio empezó a tener problemas para hacer frente a los pagos, y eso a pesar de que por entonces su cotización era muy elevada. Sin embargo, los encargos que recibía, aún siendo de clientes muy importantes, empezaron a bajar y su producción sufre altibajos.
El testamento de Saskia también reservaba otra condición de tipo económico para su marido. Si Rembrandt volvía a contraer matrimonio tendría que pagar una cuarte parte de su fortuna a la familia de Saskia y otra cuarta parte a la suya propia. Esa fue la razón por la que el pintor no volvió a casarse nunca, aunque no por ello renunciaría al amor. Esta última cláusula del testamento ha querido ser vista en algunas ocasiones como una prueba del afán posesivo de Saskia, aunque lo más probable es que el único interés de la joven fuera proteger a su hijo Titus de una eventual madrastra y hermanastros que se apropiasen de su fortuna. El tema de Cenicienta, como es bien sabido, era muy frecuente en la sociedad preindustrial.
Para terminar con Saskia, no se me ocurre nada mejor que dejaros aquí un montaje con una pequeña colección de pinturas, grabados y dibujos, de los muchos que Rembrandt hizo de ella, y la oportuna e inestimable colaboración de John Lennon. Espero que lo disfruteis.
Esa misma imagen, una mujer de belleza discreta, alegre, sonriente, aparentemente feliz y llena de energía es la que el pintor nos dejó en la mayoría de los retratos que pintó de Saskia. En ellos, Rembrandt parece jugar constantemente, haciéndole adoptar un sinfín de disfraces y atuendos, formales e informales: unas veces como una mujer culta y erudita enfrascada en la lectura, en otras como la diosa romana Flora, en pinturas o dibujos, pero casi siempre pletórica de energía, como podemos ver en el autorretrato del pintor como hijo pródigo, al principio de esta entrada, una de las que mejor recoge ese período de optimismo y felicidad que vivía la pareja.
REMBRANDT. Saskia como Flora (1635). National Gallery, Londres
Memorables son, también, las dos versiones que pintó de Saskia como la diosa romana de la naturaleza, Flora. En el primero, de 1634, coincidiendo con su matrimonio, hace un alarde del dominio del claroscuro característico de su producción. En el segundo, pintado un año más tarde, representa a la diosa con un bastón en una mano y un ramo de flores en la otra. En principio, como han demostrado las radiografías, Rembrandt había pensado en Saskia como modelo de Judith, sosteniendo en sus manos la cabeza de Holofernes, pero luego el pintor la convirtió otra vez en Flora, sustituyendo la cabeza por el ramo de flores. Una imagen de un Rembrandt en la plenitud de su carrera. Tanto en uno como en otro, el tratamiento de la luz, el gusto por los detalles, el lujo de joyas y vestidos, el elegante cromatismo, obtienen un resultado impecable.
La vida de la pareja sufrió un cambio importante a partir del primer parto de Saskia. El hijo moría a los dos meses de nacer. Esta situación volvería a repetirse en dos ocasiones más. Rembrandt nos enseña entonces una Saskia enfermiza y débil, que sufre en la cama. Los malogrados partos nos dejarán la imagen de una mujer cansina e introvertida, pero incluso así, es capaz de aparecer con una sonrisa dulce en uno de sus últimos retratos, en que nos ofrece una flor.
Finalmente, tras su cuarto parto, nació Titus, el único hijo de la pareja que sobrevivió, y muy poco después, el 5 de junio de 1642, falleció Saskia, de tuberculosis, y se la entierra en Zuiderkerk, una iglesia próxima a su domicilio. Ese mismo año Rembrandt concluyó una de sus obras maestras, La ronda de noche.
En su testamento, Saskia lega todos sus bienes a Titus y deja a Rembrandt la administración de la fortuna hasta su mayoría de edad. Parecía que adivinaba las penurias económicas que habían de venir para su esposo. Quién mejor que ella para estar al corriente de la forma en que el pintor administraba sus ganancias. Sobre este punto se ha escrito habitualmente que fue un manirroto y despilfarró una fortuna. Esta idea se empezó a gestar a raíz de un libro de Filippo Baldinucci, un religioso italiano, quien en 1686, cincuenta años después de la época en que vivía con Saskia, cuenta que Rembrandt asistía a todas las subastas que se celebraban en Amsterdam y que en ellas pujaba siempre desde el principio sumas muy altas, e insinúa que en ese gusto por la ostentación le animaba también su esposa. Sin embargo, nada de ello se sostiene en la menor prueba.
REMBRANDT. Retrato de Saskia con una flor (1641) Gemäldegalerie Dresden
Se ha hablado mucho de la ruina económica del pintor. Puede que todo empezara en 1639, cuando el matrimonio se traslada a una vivienda nueva en una de las calles más lujosas e importantes de Amsterdam, la Sint Antoniesbreestraat, por la que pagó la elevada suma de 13.000 florines. Desde el principio empezó a tener problemas para hacer frente a los pagos, y eso a pesar de que por entonces su cotización era muy elevada. Sin embargo, los encargos que recibía, aún siendo de clientes muy importantes, empezaron a bajar y su producción sufre altibajos.
El testamento de Saskia también reservaba otra condición de tipo económico para su marido. Si Rembrandt volvía a contraer matrimonio tendría que pagar una cuarte parte de su fortuna a la familia de Saskia y otra cuarta parte a la suya propia. Esa fue la razón por la que el pintor no volvió a casarse nunca, aunque no por ello renunciaría al amor. Esta última cláusula del testamento ha querido ser vista en algunas ocasiones como una prueba del afán posesivo de Saskia, aunque lo más probable es que el único interés de la joven fuera proteger a su hijo Titus de una eventual madrastra y hermanastros que se apropiasen de su fortuna. El tema de Cenicienta, como es bien sabido, era muy frecuente en la sociedad preindustrial.
Para terminar con Saskia, no se me ocurre nada mejor que dejaros aquí un montaje con una pequeña colección de pinturas, grabados y dibujos, de los muchos que Rembrandt hizo de ella, y la oportuna e inestimable colaboración de John Lennon. Espero que lo disfruteis.
5 comentarios:
Desde luego Saskia fue una mujer que influyó poderosamente en la vida de Rembrandt, no conocía toda la historia y la presentación de imágenes es muy completa. Interesante post como siempre Gonzalo ;-)
Estupenda entrada y magnífico blog.
Excelente trabajo. Entra en mi blog te he dejado un pequeño regalo.
Gracias a los dos. Duncan como verás, he cambiado la presentación de imágenes por otra en myPlick con música que me parecía más adecuada, y la he enriquecido con alguna imagen más, espero que te siga gustando.
Ana, muchas gracias por tus palabras y por ese regalo tan inesperado. Es de esas cosas que te alegran el día. Gracias.
Muy bonita la presentación.
La obra de Rembrandt siempre es atraqctiva en toda su variedad de temas.
Creo que has acertado en este trabajo y has enfocado de una manera magistral el papel de la mujer en la vida del artista.
He disfrutado mucho leyendo tu comentario de esta obra tan particular. Y te repito que es muy bonita la representación...me quedo con la mirada de algunos personajes de sus cuadros que son auténticos protagonistas de su obra. Un saludo desde Aranjuez.
muy bueno!
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