martes, 14 de abril de 2009

Rembrandt y las mujeres (2): Geertge

REMBRANDT. Autorretrato (1642-43) Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.




Tras la muerte de Saskia en 1642, Rembrandt no volvería a casarse para evitar las penalizaciones económicas que su esposa había contemplado en su testamento en ese supuesto, y que hubieran afectado gravemente a la economía del pintor. Al quedar viudo, Rembrandt tomó a su servicio a la viuda de un marinero, llamada Geertge Dircx para que se ocupara del mantenimiento y la crianza de Titus, el hijo de Rembrandt. El pintor mantuvo una relación amorosa con la sirvienta, que le traería importantes consecuencias en su vida, y nos mostrará, además, una de las peores facetas de la condición humana de Rembrandt, su afán de venganza.

El pintor abandonó a Geertge por una nueva amante, también empleada en el servicio del pintor, pero mucho más joven, Hendrickje Stoffels, de tan sólo 23 años, con quien el pintor compartiría gran parte de su vida. El abandono, sin embargo, no fue bien aceptado por Geertge, quien en 1649 denunciará a Rembrandt, acusándolo nada menos que de incumplimiento de una promesa de matrimonio. El 23 de octubre de aquel año, los tribunales de Amsterdam fallaron en contra del pintor y le condenaron a pagar a Geertge la suma de 200 florines anuales. Entre las pruebas que el tribunal consideró para su sentencia, había algunas bastante elocuentes de la relación de la pareja.

Según se desprende de la documentación manejada por sus biógrafos, ya en 1642, unos meses después de la muerte de Saskia, el pintor entregó a la criada la importante cifra de 1.200 florines para pagar el rescate de un carpintero de un barco a manos de los piratas, probablemente un hermano de Geertge, lo que viene a probar la evidente relación que mantenían. Por si fuera poco, el pintor, durante el juicio, reconoció que se había acostado con su criada, pero se excusaba diciendo que aquellas relaciones fueron intermitentes y sin importancia.


REMBRANDT. Vista de Houtewaal (h. 1650) Chatsworth Settlement


Es más que probable que la promesa de matrimonio se hubiera realizado. De hecho, Rembrandt intentó negociar un acuerdo fuera de los tribunales, y ofreció a la joven una pensión de 60 florines anuales, que luego subió hasta 160. La condición impuesta por Rembrandt para ello es suficientemente aclaratoria de la situación, ya que, a cambio de la pensión, Geertge no debía alterar su testamento de 1648, en el que legaba todos sus bienes a Titus, el hijo de Rembrandt. La sentencia del tribunal respetaba el testamento. La única explicación que encuentra Douglas Mannering para esto, es que el pintor, en un arrebato de pasión o de amor, hubiera regalado a Geertge algunas de las joyas o bienes que habían sido de su esposa, e intentaba recuperar.


REMBRANDT. La curva en el Amstel en Kostverloren con jinetes (1651-52), Chastworth Settlement



Tras el fallo del tribunal, la joven entregó un poder notarial a su hermano Pieter para que le ayudara a obligar a Rembrandt a cumplir con las obligaciones determinadas por los jueces. Con lo que no contaba Geertge es con lo que ocurrió a continuación. No sabemos cómo ni a cambio de qué, Rembrandt convenció a Pieter para que le ayudara a encerrar a la joven. Entre abril y julio de 1650, reunieron testimonios de algunos vecinos sobre la conducta y la vida inmoral de la chica, y consiguieron encerrarla en la cárcel de Gouda, donde permaneció cinco años, hasta 1655. El establecimiento era una mezcla de taller y centro de rehabilitación, que albergaba deficientes mentales, prostitutas, alcohólicos y otros marginados de la época. Según la costumbre, se les hacía trabajar y se les reprendía severamente cuando incumplían las órdenes. No debió ser nada fácil para Geertge sobrevivir en aquel ambiente.


REMBRANDT. Autorretrato (1648) Rijksmuseum, Amsterdam


Al contrario de lo que había ocurrido con Saskia, y que luego repetirá con Hendrickje, no se conoce ningún dibujo, grabado o pintura de Geertge, pero sí que tuvo otros efectos el episodio en la obra de Rembrandt. Gary Schwartz en "El libro de Rembrandt" relaciona estos momentos difíciles con algunos aspectos de su pintura. Es el único momento en toda la vida del pintor en que no fechó ningún dibujo, pintura o aguafuerte, y sin embargo es ahora cuando intensifica su labor como paisajista, género muy poco cultivado por el maestro holandés. Schwartz sugiere que lo que impulsó esa actividad fue la necesidad de evadirse de los problemas que le rodeaban, salir de Amsterdam. En esos paseos y pequeños viajes es cuando el pintor toma los apuntes para sus dibujos.

Pero no es fácil determinar hasta qué punto afectó el asunto a Rembrandt. Quizá analizando también sus autorretratos podamos hacer alguna suposición. Por ejemplo, el autorretrato de 1640, del Thyssen-Bornemisza que ilustra el comienzo de esta entrada, nos muestra a un Rembrandt elegante, con un atuendo lujoso y exquisito, y una cuidada apariencia. En cambio en el aguafuerte que vemos sobre estas líneas, de 1648, un año antes de que el asunto estalle en los tribunales, viste unas ropas ordinarias y su rostro muestra un aspecto bastante vulgar, cansado y envejecido. Esa misma tristeza y seriedad persiste en los autorretratos posteriores. Claro que tampoco debemos olvidar el efecto que causa el paso de los años y los problemas económicos que atravesó el pintor en los años venideros.

Todas las fotografías han sido tomadas de la completísima Rembrandt: Life and Work, donde pueden obtenerse una gran cantidad de fotografías de sus pinturas e información sobre su vida y su obra.

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