Nacionalidad: USA (2000)
Director: Ed Harris
Guión: Barbara Turner y Susan J. Emshwiller
Reparto principal: Ed Harris, Marcia Gay Harden, Tom Bower, Jennifer Connelly, Bud Cort, John Heard y Val Kilmer.
El debut cinematográfico como director del prestigioso actor norteamericano Ed Harris se produjo con una película en torno a la figura de uno de los pintores más influyentes en la cultura americana del siglo XX, y uno de los máximos representantes del expresionismo abstracto, Jason Pollock (1912-1956).
Según ha contado en diferentes ocasiones, el actor y director, siempre se había sentido atraido por la figura de Pollock, pero fue cuando leyó su biografía cuando se convirtió en una obsesión realizar una película sobre su vida. A prepararla dedicó diez años, empapándose de su vida, de su obra, de los personajes que le rodearon, etc. El resultado fue una película desigual, porque aunque formal y técnicamente está bastante lograda, el conjunto no deja de resultar eso, formal, y algo fría, carente un poco de vida.
Entre los aciertos cabe resaltar las muy buenas actuaciones de los dos protagonistas. En el caso de Harris, que encarna al pintor, además de su buen trabajo, contribuye mucho a dar credibilidad al personaje, el extraordinario parecido físico que guarda con Pollock, como puede apreciarse al ver la fotografía de la izquierda y compararla con la del actor.
Jason Pollock trabajando en su taller
El trabajo de Harris le valió una nominación al Oscar como mejor actor y el Premio de la Asociación de Críticos de Cine de Toronto en la misma categoría.
Por su parte, la actriz Marcia Gay Harden, que encarna en la película a la esposa de Pollock, la también pintora Lee Krasner, lograría el Oscar a la mejor actriz de reparto y el prestigioso Premio de la Asociación de Críticos de Cine de Nueva York.
Marcia Gay Harden en el papel de Lee Krasner, en un fotograma de la película
Otro aspecto que debemos tener en cuenta es el uso del color en la película, detalle de agradecer dadas las características de la pintura de Pollock.
En su etapa de formación, Pollock estuvo muy influido por los pintores muralistas mexicanos, pero a partir de 1938 empezó a interesarse por la abstracción. Ese es el momento que recoge la cinta, a partir de los años 40, hasta su muerte en 1956 en un accidente de tráfico, cuando tan sólo contaba 44 años de edad. Por ella desfilan personajes relevantes del mundo cultural de aquellos años en Estados Unidos, como el pintor holandés Willem de Kooning, y la mecenas Peggy Guggenheim, y dejan ver los problemas de alcohol que acompañaron a Pollock durante gran parte de su vida.
Ed Harris (Pollock) pintando al dripping
Uno de los aspectos que considero más interesantes de la película son las escenas en las que se ve a Pollock pintando, que permiten apreciar el placer del creador al elaborar su obra. Probablemente, esa es la idea esencial que la película pretende trasmitirnos, la creación como libertad, como muy bien anota Carlos Reviriego. En ellas podemos asomarnos a la peculiar técnica del dripping desarrollada por Pollock a partir de 1947, en la que sobre los lienzos depositados en el suelo en lugar del caballete, dejaba gotear la pintura que luego extendía utilizando diferentes utensilios como palos. Según las propias palabras de Pollock, era un método similar al de los pintores de arena de los pueblos indios del oeste americano, y que le permitía, literalmente, introducirse dentro del cuadro.
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