PIETER HUYSSENS. Iglesia de San Carlos Borromeo (antes San Ignacio) (1615-21), Amberes. Blunt y Ottenheym piensan que la mayor parte de las propuestas de esta fachada son de Rubens |
En
1598 Felipe II transfirió el gobierno de los Países Bajos a su hija Isabel
Clara Eugenia y su esposo el archiduque Alberto de Austria. De este modo
pretendía resolver la insurrección del territorio contra la monarquía española.
Las condiciones más sustanciales del acta de cesión tocaban a la sucesión: los
hijos que tuviese la pareja heredarían el territorio, pero no podrían casarse
sin el consentimiento de España, y en caso de no haber descendencia, Flandes y
Borgoña revertirían a la corona. Jurídicamente los Países Bajos serán un estado
unido a España por unión personal pero conservando una existencia propia. Bajo
el gobierno de los nuevos soberanos Flandes se convirtió en uno de los baluartes
más sólidos en la lucha que mantuvo la monarquía española a lo largo de todo el
siglo XVII contra el protestantismo. Para ello contaron con el apoyo
inestimable de los jesuitas, a quienes confiaron la defensa del catolicismo y
la propagación de los principios del Concilio de Trento.
Cuando
la Compañía de Jesús proyectó en 1615 la construcción en Amberes de una iglesia
consagrada al fundador de la orden,
Ignacio de Loyola, este aún era
un beato, por lo que se escoge a Nuestra Señora como patrona del templo. Al año
siguiente se produjo la canonización del santo español, y la iglesia pasó a
conocerse como San Ignacio. En aquel tiempo Rubens se encontraba en la cima de
su proyección artística, y además mantenía una estrecha amistad con François d’Aguilon,
el superior de la orden, por lo que resultó casi natural que los jesuitas
pensaran en él para la decoración de la iglesia. Le encargaron la pintura de
treinta y nueve lienzos que se colocarían en los techos de las naves laterales,
que lamentablemente se perdieron el 18 de julio de 1718, cuando la iglesia
sufrió un incendio por la caída de un rayo. En aquel trabajo Rubens hizo
participar a su discípulo más aventajado, Anton van Dyck. Juntos desarrollaron
un programa que confrontaba el Viejo y el Nuevo Testamento con la defensa de
los sacramentos, haciendo gala de un sentido desbordante de la decoración, que
contrastaba de manera notable con la austeridad de las iglesias protestantes.
La suntuosidad del templo era tan grande que incluso desde Roma se consideró
excesivo.
P. P. RUBENS y J. BRUEGHEL EL VIEJO. La Infanta Isabel Clara Eugenia (1615). Madrid, M. del Prado |
Por
todo ello, la iglesia de San Ignacio (o San Carlos Borromeo que es como se
conoce actualmente), está considerada como una de las obras más importantes del
arte de la Contrarreforma en el norte de Europa. Aparte de introducir un nuevo
vocabulario artístico y arquitectónico, la iglesia también presenta una
concepción novedosa del espacio sagrado que refleja las actividades pastorales
y litúrgicas de los jesuitas. Como señala O’Malley, mientras que los párrocos
católicos ejercían su ministerio entre sus congregaciones, los jesuitas salían
fuera de ellas, convirtiendo a los herejes y concienciando a los católicos no
practicantes.
No
parece haber duda en que el diseño general de la iglesia es obra del jesuita
Pieter Huyssens, uno de los arquitectos barrocos más importantes de Flandes, a
quien se designa como arquitectus en
la documentación histórica. Sin embargo, Blunt, uno de los historiadores que
más ha profundizado en los trabajos arquitectónicos de Rubens, sostiene que,
dado que el pintor era el responsable de toda la decoración y conociendo la
íntima amistad que mantenía con el superior, resulta difícil imaginar que no
estuviera involucrado igualmente en la decoración arquitectónica. Así que no
duda en calificar a la iglesia de los jesuitas en Amberes como el proyecto
arquitectónico más importante con el que estuvo Rubens relacionado, y añade que
“muchos dibujos de los detalles del edificio son parcial o completamente de su
mano, y las principales características del edificio se ajustan más a su estilo
arquitectónico que al de Huyssens”.
PIETER HUYSSENS. Iglesia de San Carlos Borromeo (antes San Ignacio) (1615-21), Amberes. Nave central. Para Blunt, las arcadas y las bóvedas son idea de Rubens |
El
interior de la iglesia, refleja el espíritu singular de la orden al que nos
referíamos hace un momento. Una amplia y
espaciosa nave concebida para recibir una muchedumbre de fieles y la ausencia de
coro, para que no haya distancia entre estos y los sacerdotes.
Arquitectónicamente destaca por las arcadas superpuestas y el audaz diseño de
las bóvedas de cañón, dos rasgos que proceden de Italia, donde nunca había
estado antes Huyssens, ya que no viajó allí hasta 1626, cinco años después de
haberse concluido San Carlos. Estos dos elementos supusieron una solución
novedosa que no volvió a repetirse en Flandes. Respecto a las arcadas, para
Blunt no hay dudas, son de Rubens. El mismo sistema aparece en uno de los
grabados de Palazzi di Genova, y
seguro que tuvo ocasión de ver él mismo un magnífico ejemplo de su empleo en
Génova, en el patio del Palacio Doria-Tursi, actualmente ayuntamiento de la
ciudad. En cuanto a las bóvedas, el único dibujo completo que se conoce es de
Huyssens, aunque Blunt considera bastante probable que fuera Rubens quien lo
sugirió, ya que los motivos decorativos están tomados de San Pedro en Roma.
También
parece segura la autoría de Rubens de la decoración de la capilla de la Virgen,
ya que se conserva un dibujo de su propia mano de la bóveda de piedra, y su
participación en el altar mayor, del que hay también otro dibujo.
El modelo de
la fachada, con algunas diferencias, se inspira directamente en el primer
diseño que hizo Jacopo Vignola para la iglesia del Gesú, en Roma, la iglesia
matriz de la orden, que como es sabido fue modificado en su ejecución final por
Giacomo della Porta. Las principales diferencias entre una y otra podemos
resumirlas en dos. La primera está en las proporciones, más anchas y pesadas en
San Carlos, un efecto que se potencia con la adición de las torres. La segunda,
en la rica decoración escultórica que la cubre, ajena a los constructores
romanos. Para Blunt, las numerosas influencias italianas de su diseño arquitectónico
apuntan directamente a Rubens, por lo que sugiere que su trabajo no debió
limitarse únicamente a la decoración escultórica sino al propio diseño
arquitectónico. De la misma opinión es Ottenheym, uno de los grandes estudiosos
de la obra de Huyssens, quien piensa que fue Rubens quien proveyó al arquitecto
de la mayor parte de las ideas modernas para aplicar las reglas de la
antigüedad clásica. En este sentido recuerda los profundos conocimientos de
arquitectura que demuestra Rubens cuando en 1639 Constantijn Huygens,
secretario del Príncipe de Orange, recaba su opinión sobre su nueva casa en La
Haya. Rubens le hace notar que la fachada es demasiado simple y que el añadido
de semipilastras y una cornisa más marcada le
habrían dado mayor dignidad y relieve a toda la fachada, llamando
justamente la atención sobre los elementos que dan fuerza y profundidad a la
fachada de San Carlos, y que Rubens asociaba con el ideal de dignidad que
debían tener una iglesia.
Entre los
elementos que llaman la atención del templo destaca el frontón curvo que se
coloca sobre la puerta principal. El uso de este elemento sobre ventanas era
habitual, pero no en esta posición y en esta escala. Esa idea había sido
empleado unos años antes en Roma por Fausto Rughesi, para la fachada de la
Chiesa Nuova (Santa María in Vallicella). Rubens conocía perfectamente esta
iglesia, ya que justamente cuando se estaba construyendo su fachada, en 1605,
él mismo estaba trabajando en ella realizando las pinturas que pueden verse
alrededor del altar, y que constituyen uno de los trabajos más importantes de
sus inicios.
(CONTINUARÁ)
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