Sala del Triunfo de Galatea, en Villa Farnesina (Roma). Las paredes y bóvedas están decorados con frescos de Rafael, Sebastiano del Piombo y otros pintores |
Entre las muchas sorpresas que aguardan al paseante que guíe sus pasos por las estrechas callejuelas del Trastevere romano, está la fantástica Villa Farnesina, junto a las orillas del Tíber. Esta lujosa residencia pertenecía a Agostino Chigi (1466-1520), un banquero sienés que se trasladó a Roma a la edad de veinte años. Su inmensa fortuna la amasó gracias a los privilegios concedidos por algunos de los hombres más poderosos de la Italia del Renacimiento, como el Papa Julio II, el duque de Toscana y el rey de Nápoles, entre los que se encontraba el arrendamiento exclusivo del abastecimiento de grano, de la explotación de minas de alumbre y de las salinas. Pero además Chigi se distinguió por un excelente gusto artístico y se convirtió en uno de los grandes mecenas de la época. Su vida transcurría entre los cánones de la época para la gente de su clase, es decir, fiestas, banquetes, cultura y bellas mujeres, como la cortesana Imperia e incluso Francesca Ordeaschi, con quien tuvo cuatro hijos y se casó un año antes de morir. El centro de esta intensa actividad fue la villa que nos ocupa. El nombre de Farnesina procede de la poderosa familia de los Farnese, quienes compraron la villa a los herederos de Chigi en 1590 con idea de unirla a través del río con el Palacio Farnese, en la otra orilla, algo que nunca llegó a hacerse.
Villa Farnesina se construyó entre 1505 y 1518, según un proyecto de Baldassare Peruzzi, un pintor y arquitecto sienés que llegó a Roma en 1503 y que trabajó con Bramante en San Pedro. El aspecto que presenta actualmente es casi el mismo que a principios del siglo XVI. Dispone de unos bellos jardines integrados con la arquitectura, al modo renacentista. El edificio es una construcción equilibrada, de proporciones refinadas y superficies nítidas, desde la loggia con arcadas y las numerosas ventanas, hasta el elegante friso decorado con festones y ángeles inspirado en los bajorrelieves del Panteón.
RAFAEL. Triunfo de Galatea (1511) Villa Farnesina, Roma |
Pero lo más sorprendente y lo que la hace única es su interior, decorado con frescos de Rafael, como el Triunfo de Galatea, en la sala del mismo nombre en la planta baja del edificio, para la que posó la bella Imperia. La versión más conocida del mito de Galatea se la debemos a Ovidio. El gigante Polifemo, enamorado de la nereida se dedicaba a escribirle toscos poemas de amor. Galatea, sin embargo, estaba enamorada de Acis. Cuando el gigante descubrió a los amantes enloqueció de celos y aplastó con una piedra al joven. Galatea para salvarse convirtió en un río a Polifemo. En esta pintura Rafael muestra cómo Galatea huye de Polifemo, en el fresco contiguo, obra de Sebastiano del Piombo. Flota sobre las olas arrastrada por los delfines, sin que ninguna de las flechas de los cupidos la alcancen a ella, pero contagian con su sensualidad al resto de las figuras. El ritmo frenético y orgiástico de ninfas, tritones y amorcillos, contrasta con el movimiento más sereno que dibuja la línea serpentinata de Galatea. El manto rojo emparenta esta obra de Rafael con la pintura pompeyana, un guiño a la antigüedad clásica. A partir de esta pintura, la historia de Galatea, poco habitual hasta entonces, entusiasma a pintores y escritores a lo largo del Renacimiento y el Barroco.
El fresco de la bóveda es igualmente fastuoso. Es una obra de Peruzzi, donde se representa la carta astral de Agostino Chigi mediante episodios mitológicos para exaltar la personalidad de su dueño. Jupiter está en Aries, la Luna en Virgo, Marte en Libra, Mercurio en Escorpión, el Sol en Sagitario, Venus en Capricornio y Saturno en Piscis, la posición astrológica registrada el uno de diciembre de 1466 a las siete de la mañana, el momento del nacimiento de Chigi. El banquero creía firmemente en la astrología y estaba convencido de que esa magnífica posición de los astros guardaba una relación directa con el origen de su fortuna.
BALDASSARE PERUZZI. Bóveda de la sala del Triunfo de Galatea, en Villa Farnesina |
Para la loggia de la planta baja, actualmente cerrada pero que originalmente estaba abierta al jardín, el banquero encargó a Rafael y su taller que le pintasen una arboleda, a través de cuyo ramaje decorado con frutas y flores reluce el cielo, imitando un jardín real. Para el techo Rafael diseñó dos grandes escenas que representan las bodas de Cupido y Psique y Psique siendo recibida en el Monte Olimpo, que parecen tapices colgados de las cabezas de los espectadores. La exuberante y seductora vegetación está poblada de figuras desnudas de diosas y dioses, muchas de ellas en sugerentes posturas, que parecen formar parte de un relieve escultórico. En su elaboración intervinieron Giulio Romano, Francesco Penni y Giovanne da Udine.
En la planta superior, el piano nobile, Peruzzi justificó la fama que le precedía como escenógrafo y en el uso de la perspectiva. uno de los motivos por los que Chigi se interesó por él. En la llamada Sala de las Perspectivas consiguió un extraordinario efecto de ilusionismo, utilizando la técnica del trompe l'oeil. Los muros están recubiertos con arquitecturas fingidas de columnas, situadas en perspectiva, que prolongan el dibujo del suelo y crean la ilusión de un balcón abierto tras el que se asoma el paisaje de la ciudad.
La última sala es conocida como Sala Nupcial, donde el banquero compartía su lecho de oro y marfil con incrustaciones de piedras preciosas con la exuberante y hermosa Imperia. Su nombre procede de la decoración de Giovanni Antonio Bazzi, el Sodoma, que ilustró la Boda de Alejandro y Roxana. Al parecer pretendía reproducir un cuadro del pintor griego Etion descrito por Luciano. El conjunto destaca por la plasticidad de sus figuras y el rico colorido, y no carece de ciertas dosis de alegre erotismo y voluptuosidad.
G.A. BAZZI, el SODOMA. Bodas de Alejandro y Roxana. Villa Farnesina |
Al igual que las pinturas de Rafael de la historia de Psique, las del Sodoma cabe considerarlas como un epitalamio (canto nupcial) para las bodas de Chigi en 1519, en el que el novio se equipara a Cupido y a Alejandro.
Como puede verse, Villa Farnesina ofrecía un marco incomparable de lo que fue el espíritu del Renacimiento. Por sus salas y jardines pasearon artistas como Rafael, Sebastiano del Pombo, el Sodoma, Peruzzi; humanistas como Sadoleto, Colucci, Inghirami o Biagio Pallai; y hasta el Papa León X, que fue agasajado junto a catorce cardenales de su séquito, que quedaron impresionados por el derroche de lujo su anfitrión.
1 comentario:
Es pa velo
aunque usted no lo ha contado mal
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