BRONZINO, Alegoría con Venus y Cupido (h. 1540-1550) National Gallery, Londres |
El verdadero nombre de Bronzino (1503-1572) era Agnolo di Torri. Nació en Florencia y fue discípulo de Pontormo. Se convirtió en pintor y retratista de la corte de los Médicis, y es uno de las mejores exponentes del manierismo. Además de la pintura, cultivó la poesía.
Esta obra es una de las más conocidas y sugestivas de su producción, y según cuenta Vasari fue un regalo de los Médicis al rey Francisco I de Francia, conocido por su amor al refinamiento y al erotismo. Como toda pintura alegórica, cada figura representa alguna cualidad, un vicio o una virtud.
El primer plano lo ocupan las figuras abrazadas en un beso de Venus y su hijo Cupido, al que en el Renacimiento solía representarse como un joven con alas. Venus lleva en una de sus manos la manzana que le entregara el troyano Paris en el célebre juicio que la distinguió como la diosa más bella del Olimpo, y en la otra una de las flechas que Cupido lanzaba.
A la derecha del cuadro está el Placer, un niño de pelo rizado, que se ruboriza y ríe. Es la cara feliz del amor. Está esparciendo rosas, la flor de Venus, por su belleza y su fragancia. En el Renacimiento sus espinas se asociaban con el dolor que el amor puede causar, sin embargo, el Placer no lo nota.
Tras el Placer está una figura de rostro dulce y falsamente angelical. Notamos que sus manos tienen una disposición extraña, están vueltas del revés, desvelando su auténtica naturaleza: es el Engaño. A la izquierda, tras Cupido, una figura patética y desgarrada se agarra la cabeza con las manos. Suele identificarse con los Celos, y también con la Desesperación, aunque hay quiere identificar en ella a la Sífilis, enfermedad que por aquellos tiempos asolaba la región, y de la que casualmente moriría el propio monarca francés para el que iba destinada la pintura.
En el ángulo superior izquierdo, una cabeza de mirada inexpresiva, a la que le falta una parte, simboliza la Locura, o quizá el Olvido, que intenta correr apresuradamente una cortina de un intenso color azul para ocultar a Venus y Cupido, sin conseguirlo, de la mirada de un anciano fuerte, alado y musculoso que porta un reloj de arena. Es el Padre Tiempo, enemigo natural del amor, fresco y joven.
Bajo uno de los pies de Cupido vemos una paloma, que desde la Antigüedad clásica es uno de los emblemas del amor, pero también por extensión de la lujuria, e incluso algunos veces de la castidad, por lo que es uno de los atributos asociados a Venus. Bajo los pies del placer, abandonados sobre las telas, reposan unas máscaras, un disfraz, que a menudo se usan como símbolos del engaño y la hipocresía. Quizá el pintor quiera decirnos con ellas que el amor ha sido desenmascarado.
A través de una composición densa, compleja, que nos obliga a mantenernos alerta a cada detalle ya que casi no deja descansar la vista, Bronzino nos muestra como los Celos, el Engaño, el Olvido, la Desesperación o el Tiempo, y no sólo el Placer, pueden ser acompañantes del Amor.
El refinado pintor florentino lleva a la perfección el erotismo frío que caracteriza buena parte de su producción, y lo consigue, no sólo a través de sinuosas figuras serpentinatas, sino también al gran efectismo que logra conseguir con el tratamiento del color, que asume la dureza de una piedra preciosa y al tiempo la tersura de la más delicada de las porcelanas, parecida a la del agua atravesada por una luz clara y cristalina.
2 comentarios:
por no pintar otra cosa y por no querer decir otras cosas que parece lo que es, por no decir otra cosas, que como los vanitas, igual luce.
Un saludo
Cuando entras en mi casa, la pared de la derecha (casi toda ella, mas o menos 2 m x 1,5)es este cuadro. Lo pinté yo en segundo de carrera. Bueno, una interpretación del mismo. Me enamoré de la obra aunque no sabía nada de ella y quise hacer una copia pero el ejercicio de clase era "interpretación" así que para no cambiar casi nada pero no mosquear al profe les cerré los ojitos a Venus y Cupido, aparecen más extasiados aún que en el cuadro original. Sabía que el cuadro tenía numerosas alegorías y mensajes y por eso me gustaba pero en realidad hasta hoy no había conocido todas esas historias que encerraba. Gracias por enseñarnos tanto.
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