JUSTO GARCÍA RUBIO. Estación de autobuses, Casar de Cáceres (1998-2004). Vista frontal |
Justo García Rubio (Cáceres, 1948) primero estudió Magisterio, y después Arquitectura, los primeros años en Sevilla y luego en Madrid, donde fue alumno de Saénz de Oiza. Ha obtenido diferentes galardones como el Premio Extremadura a la Creación en 2003, y ha sido finalista en los prestigiosos Premios Fad de Arquitectura, en la Bienal de Arquitectura Española, en el Premio Nacional de Arquitectura, y otros reconocimientos que le han otorgado un gran prestigio internacional, como evidencia el hecho de que sus edificios se hayan expuesto en la Bienal de Venecia o hayan sido portada de las revistas de arquitectura más prestigiosas. No obstante, pudiera parecer que las autoridades del Casar no sean plenamente conscientes no ya del valor y la belleza de su estación de autobuses, sino del potencial económico que para una población de esa dimensión supone disponer de un edificio emblemático de la arquitectura contemporánea, que ya quisieran para sí cualquiera de las grandes capitales europeas. No lo digo tan sólo por un cierto abandono en su cuidado (falta de pintura, alguna que otra pintada, ...), que lo desluce, sino también porque nada hay, ni en la ciudad ni en las carreteras que conducen a ella, que actúe de reclamo para el viajero que desconozca la importancia de esta obra arquitectónica. Un único, pequeño y discreto cartel, junto a otros tres o cuatro de otras instalaciones, fue lo que conseguí encontrar en mi visita a la ciudad. En la web del municipio tampoco hay rastro o mención alguna. Ni siquiera la wikipedia, que no la incluye en el apartado de patrimonio y arquitectura, y tan sólo la menciona en el de transportes pero confundiendo el apellido del arquitecto.
Las formas suaves y ondulantes de la estación, evocan las arquitecturas de Oscar Niemeyer, Félix Candela o la iraquí Zaha Hadid, y se entroncan dentro de lo que suele denominarse como organicismo plasticista, corriente arquitectónica en la que por encima de los elementos estructurales se impone la libertad de las formas, tratando los edificios como si fuesen esculturas, más que arquitecturas. Esta corriente se desarrolló con intensidad tras el éxito alcanzado por la Ópera de Sidney, de Jøn Utzon, y ha cosechado recientemente grandes éxitos de la mano de arquitectos como Frank O. Gehry, por ejemplo, en el Museo Guggenheim de Bilbao.
En el caso de la Estación de autobuses de Casar, García Rubio, partiendo de una única lámina de hormigón, la curva varias veces y la pliega sobre sí misma en un trazo continuo, sinuoso y ondulante, "como un anagrama en el aire, como un látigo, que recuerde el ir y venir de niños, y la salida y llegada de viajeros", como señala el propio arquitecto. Esa solitaria lámina sirve de techo tanto para viajeros como para vehículos: "cogimos un cartón, comenzamos a doblarlo, a darle formas ... así salió la estación de autobuses del Casar de Cáceres", recuerda el arquitecto. De este modo, como si de una escultura se tratara, aprovecha los pliegues de la lámina para formar volúmenes abiertos que son aprovechados para crear la arquitectura. Entre los pliegues mayores aparcan los autobuses, entre los menores los viajeros pueden acceder a la estación.
El resultado final es de una estética sublime, pero sin olvidar la función a que va destinada el edificio, porque aunque pueda parecer que sus formas son raras o caprichosas, todo está cuidadosamente pensado en esta estación, que tiene en cuenta el entorno en el que se ubica, entre una guardería, un colegio y un parque público, de manera que las formas curvas sirven tanto para apartar los humos de los tubos de escape de los colegios que la flanquean, como para potenciar en los viajeros la sensación de llegar o salir de viaje, en ese ir y venir de la lámina y la trayectoria circular de los giros que obliga a dar a los autobuses para entrar y salir de ella.
Si pasa cerca del Casar, no lo dude, entre y admire este singular edificio.
BIBLIOGRAFÍA:
JUSTO GARCÍA RUBIO. Estación de autobuses, Casar de Cáceres (1998-2004). Zona de estacionamiento de vehículos. |
Las formas suaves y ondulantes de la estación, evocan las arquitecturas de Oscar Niemeyer, Félix Candela o la iraquí Zaha Hadid, y se entroncan dentro de lo que suele denominarse como organicismo plasticista, corriente arquitectónica en la que por encima de los elementos estructurales se impone la libertad de las formas, tratando los edificios como si fuesen esculturas, más que arquitecturas. Esta corriente se desarrolló con intensidad tras el éxito alcanzado por la Ópera de Sidney, de Jøn Utzon, y ha cosechado recientemente grandes éxitos de la mano de arquitectos como Frank O. Gehry, por ejemplo, en el Museo Guggenheim de Bilbao.
En el caso de la Estación de autobuses de Casar, García Rubio, partiendo de una única lámina de hormigón, la curva varias veces y la pliega sobre sí misma en un trazo continuo, sinuoso y ondulante, "como un anagrama en el aire, como un látigo, que recuerde el ir y venir de niños, y la salida y llegada de viajeros", como señala el propio arquitecto. Esa solitaria lámina sirve de techo tanto para viajeros como para vehículos: "cogimos un cartón, comenzamos a doblarlo, a darle formas ... así salió la estación de autobuses del Casar de Cáceres", recuerda el arquitecto. De este modo, como si de una escultura se tratara, aprovecha los pliegues de la lámina para formar volúmenes abiertos que son aprovechados para crear la arquitectura. Entre los pliegues mayores aparcan los autobuses, entre los menores los viajeros pueden acceder a la estación.
JUSTO GARCÍA RUBIO. Estación de autobuses, Casar de Cáceres (1998-2004). Vista lateral de la entrada |
El resultado final es de una estética sublime, pero sin olvidar la función a que va destinada el edificio, porque aunque pueda parecer que sus formas son raras o caprichosas, todo está cuidadosamente pensado en esta estación, que tiene en cuenta el entorno en el que se ubica, entre una guardería, un colegio y un parque público, de manera que las formas curvas sirven tanto para apartar los humos de los tubos de escape de los colegios que la flanquean, como para potenciar en los viajeros la sensación de llegar o salir de viaje, en ese ir y venir de la lámina y la trayectoria circular de los giros que obliga a dar a los autobuses para entrar y salir de ella.
Si pasa cerca del Casar, no lo dude, entre y admire este singular edificio.
BIBLIOGRAFÍA:
- ÁLVAREZ, Mari Cruz: "Justo García Rubio, arquitecto". En Vivir Extremadura (2 - marzo - 2012)
- CAPITEL, Antón: "Jøn Utzon, origen y fortuna del organicismo tardío". En Arquitectura, 352 (2008), pp. 96-103
- GARCÍA-ABRIL, Antón: "Un bucle de hormigón". En El Cultural (25 - noviembre - 2004)
- MENDOZA, Gregorio B.: "Concreto laminar al extremo". En Construcción y Tecnología, Octubre 2008.
- RUÍZ DE LA PUERTA, Félix: Arquitecturas de la memoria. Ed. Akal, Madrid, 2009.
3 comentarios:
Gonzalo, aunque ya se que tienes muuuchos reconocimientos, he querido dejarte un dardo en "Ab música", por si quisieras pasar a recogerlo.
Feliz Año Nuevo, con mi admiración.
Interesante entrada.
Pero ya que comenta que citan mal el apellido del autor, le comento que el famoso arquitecto y catedrático de la Escuela de Arquitectura de Madrid no era Sáenz de Oteiza, sino Sáenz de Oíza.
Oteiza fue un grandísimo escultor vasco. Por cierto, muy amigo de Oíza.
Muchas gracias por tu comentario, tan oportuno como conveniente. Paso a corregir el lapsus. Un saludo.
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