sábado, 3 de abril de 2010

La casa de Ana Frank

MARI ANDRIESSEN. Estatua de Ana Frank (1977)


La guía turística con que me manejo durante estas cortas vacaciones de Semana Santa en Amsterdam, advierte de las largas colas que se producen en temporada alta ante la casa de Ana Frank. Al llegar, lo compruebo por mí mismo. Los visitantes cubren la corta distancia que separa el 263 de Prinsengracht de la esquina de la calle, y rodean el edificio bajo la sombra de la alta torre de la vecina Westerkerk.

En el interior, recorro con la mirada las paredes desnudas y valoro las minúsculas habitaciones en que transcurrió el encierro de Ana y su familia. Trato de imaginar cómo sería su vida, los largos períodos de silencio, los susurros, el miedo constante a ser descubierto y, aunque la aglomeración de turistas que nos agolpamos en el lugar y de las voces en diferentes lenguas que escucho a mi alrededor no contribuyen a reconstruir aquella atmósfera, aún así, no soy capaz de impedir sentir un escalofrío.

PRAXÍTELES. "Hermes y Dionisos" (s. V aC)

La historia de Ana Frank es suficientemente conocida. Nació en Alemania en 1929, y cuando los nazis alcanzaron el poder, su padre trasladó a toda la familia a Amsterdam, tratando de huir de las leyes antisemitas que pronto empezó a impulsar Adolf Hitler. Sin embargo, en 1940, las tropas alemanas invadieron la vecina Holanda y las nuevas autoridades extienden la persecución contra los judíos a los territorios ocupados. Otto Frank, el padre de Ana, decide entonces que la única posibilidad de escapar de los nazis es ocultarse. En compañía de su socio, Herman van Pels, preparan un escondite en las oficinas de su empresa, en el número 263 de Prinsengracht, en las habitaciones traseras del edificio, lo que los holandeses llaman un achterhuis (anexo). El traslado al mismo se produjo el 6 de julio de 1942, cuando Ana tenía 13 años. Allí permanecieron ocultos y temerosos durante dos años.

Cuando la Gestapo irrumpe en el ático, el 4 de agosto de 1944, detiene a las ocho personas que allí vivían: la familia Frank, compuesta por los padres Otto y Edith, la hermana mayor Margot y la propia Ana; la familia van Pels, compuesta por el matrimonio Hermann y Auguste, y su hijo Peter; y el dentista Fritz Pfeffer. Todavía hoy es un misterio sin desvelar la identidad de la persona que los delató.

Los detenidos son conducidos al campo holandés de Westerbok, y de allí transferidos a otros campos alemanes donde irían falleciendo en los meses siguientes de manera sucesiva: Herman van Pels y Edith Frank, en Auschwitz; Fritz Pfeffer en Neuengamme; Auguste van Pels, Margot Frank y Ana Frank, en Bergen-Belsen. Otto Frank, confinado en Auschwitz, fue el único de los ocho detenidos que sobrevivió al Holocausto.


MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI. "Piedad" [detalle] (1499). Basílica de San Pedro, Roma.


El 11 de julio de 1942, Ana Frank escribió en su diario: "La pequeña habitación de Margot y mía, sin nada en las paredes, tenía hasta ahora un aspecto bastante desolador. Gracias a papá, que ya antes había traído toda mi colección de tarjetas postales y mis fotos de estrellas de cine, pude decorar con ellas una pared entera, pegándolas con cola".  Algunas de esas imágenes, recortadas de viejos periódicos y revistas de la época en blanco y negro, continúan colocadas sobre la pared de la habitación que ocupó Ana, evocando el aspecto que pudo tener durante el cautiverio. Entre las fotografías de las estrellas de cine de la época, de personajes de la familia real holandesa, e incluso de la británica, descubro también varias reproducciones de obras de arte: la cabeza ladeada de Hermes, del grupo "Hermes y Dionisos" de Praxíteles, el famoso autorretrato de Leonardo da Vinci, la cabeza de Cristo de  la  "Piedad" de Roma de Miguel Ángel y el "Retrato de hombre viejo", de Rembrandt.

Durante su encierro, los ocupantes de la casa leían y realizaban algunos estudios. Ana, por ejemplo, estudia francés, inglés, alemán, taquigrafía holandesa, geometría, álgebra, historia, geografía, mitología, historia bíblica, biología, literatura e ..., historia del arte. Quizás esas imágenes de las paredes formaban parte de sus estudios, o quizá Ana, una niña de trece años, se sentía atraída por el arte. Sea como fuere, me gusta pensar que en aquel horror que le tocó vivir, el arte, a través de estas modestas y sencillas reproducciones, pudo aportarle algo de consuelo, un poco de belleza en medio de tanta crueldad y sufrimiento, y que le hace exclamar, después de ver el resultado de su trabajo de decoración "Ha quedado muy, muy bonito, por lo que ahora parece mucho más alegre".


LEONARDO DA VINCI. Autorretrato (1512-18) Biblioteca Real de Turín

Probablemente el escritor Primo Levi, superviviente también de Auschwitz, como Otto Frank, tenga razón cuando escribió que la historia de Ana Frank "nos conmueve más que las innumerables personas que sufrieron igual que ella, pero cuyas imágenes permanecen en la sombra. Y así quizá haya de ser: si pudiésemos compartir los sufrimientos de todos, no podríamos seguir viviendo". Sin embargo, el recuerdo de Ana y de esas otras innumerables personas que sufrieron el azote cruel y horrendo del nazismo, deben servir para comprender el dolor y el sufrimiento de los que, todavía hoy, siguen soportando cualquier tipo de discriminación, por el motivo que sea, vulnerando los derechos humanos más elementales.

La Fundación Ana Frank de Amsterdam mantiene una web espléndida donde podeis encontrar abundante información sobre la historia y el encierro de Ana Frank, incluso una visita virtual al achterhuis. También son recomendables las de la Fundación Fondos Ana Frank de Basilea (en alemán, inglés y francés), la del Centro Ana Frank de Estados Unidos, el Centro Ana Frank de Berlín (tiene versión en español). Por último, podeis leer el Diario de Ana Frank.

Las imágenes de esta entrada han sido tomadas de wikipedia, excepto el detalle de la Piedad, que se ha obtenido de web gallery of art.

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