PAUL HANKAR (diseño). Verja de hierro de la Place du Petit Sablon, (Bruselas)
No han pasado ni siquiera tres semanas que mis pasos se hundían entre la gravilla y la arena del Petit Sablon. Sin embargo, el vertiginoso comienzo de curso, hace que al contemplar estas fotografías parezcan mucho más lejanas en el tiempo. La vuelta a las rutinas cotidianas ha sido este año especialmente dura por mis nuevas obligaciones laborales, y la evocación de esta pequeña plaza de Bruselas me hace añorar la tranquilidad, el sosiego, el descanso y la belleza que desprenden cada uno de sus rincones y que tan difícil me resulta encontrar en estos días.
Entre los muchos atractivos artísticos que nos ofrece la capital belga, está esta pequeña plaza, situada en la parte alta de la ciudad, en el selecto y elegante barrio del Sablon. A escasos metros del Museo de Bellas Artes y del Museo Magritte, rodeada de tiendas de anticuarios, selectas chocolaterías y agradables terrazas en el verano donde tomar un café o una cerveza viendo pasar a la gente, la coqueta y tranquila Place du Petit Sablon constituye un punto de encuentro perfecto de arte, historia y naturaleza. Veremos por qué.
A lo largo del siglo XIX Bruselas, como tantas otras capitales europeas en aquel siglo, sufrió profundas transformaciones urbanísticas. Una de ellas fue la prolongación de la Rue de la Regence, para unir la monumental Place Royale con el Palais de Justice. La reforma urbanística separaba la preciosa iglesia gótica de Notre-Dame du Sablon, de un terreno que durante la Edad Media sirvió de cementerio al Hospital de Saint-Jean, que por entonces ocupaba aquellos terrenos. A lo largo del siglo XV los enterramientos en aquel lugar se fueron espaciando cada vez más, hasta que acabó convirtiéndose en un espacio público en el que llegó a establecerse incluso un mercado de caballos.
Las autoridades municipales de la ciudad decidieron aprovechar la reforma urbanística para levantar sobre el solar un pequeño parque con la pretensión de que se convirtiera en un monumento de exaltación patriótica, en un país que acababa de alcanzar la independencia unos años antes.
Para lograrlo, confiaron el trabajo a Henri Beyaert, uno de los mejores arquitectos belgas del momento. Buena parte del reconocimiento que goza la obra de Beyaert radica en que fue de él de quien Paul Hankar y Víctor Horta, dos de las figuras más importantes del art nouveau, adoptaron el uso del metal, tanto en la construcción como en la decoración, la combinación de materiales ricos en color, la fluidez de líneas, el juego de claroscuros, la importancia del moderno confort y, sobre todo, la idea que toda construcción debe ser una obra de arte hasta en los menores detalles.
Como tantos arquitectos de su tiempo, encuadrados en la arquitectura historicista, de tanto éxito en Europa, la propuesta de Beyaert mira hacia el pasado, hacia la historia. En la mayor parte del continente, el gótico o el clasicismo son los referentes artísticos más habituales, pero Beyaert, en cambio, apuesta por un estilo más relacionado con las particularidades de la región y elige lo que los historiadores llaman neorrenacimiento flamenco. Un estilo que le permitirá llevar a cabo una nueva lectura de la historia y el arte del siglo XVI en la que se presenta a Bélgica como un país libre, opuesto a la dominación española. Para conseguir dicho propósito, a Beyaert no se le ocurrió nada mejor que colocar en aquel lugar un monumento con las estatuas de los condes de Egmont y de Hornes, que capitanearon una revuelta de los Países Bajos contra España. Su aventura se pagó con su ejecución pública en la Grande Place de Bruselas en 1568, convirtiéndose en un símbolo de la resistencia flamenca.
CHARLES FRAIKIN. Monumento a los Condes de Egmont y Hornes (1864) en la Place du Petit Sablon, Bruselas.
El grupo principal, situado en el centro de la plaza sobre una fuente, viene acompañado de otras diez figuras que se disponen alrededor del mismo, en el jardín. Si las figuras de los condes representan la libertad política, estas otras, como la de los geógrafos Ortelius o Mercator, el botánico Dodonnée, y las demás, representan la libertad científica y religiosa.
En el momento que Beyaert realizó el proyecto, tenía entre sus colaboradores al joven arquitecto y escultor Paul Hankar, que entonces daba sus primeros pasos y que con el tiempo terminaría por convertirse en uno de los grandes arquitectos del art nouveau.
La participación de Hankar en el proyecto se concretó en el diseño y ejecución de la espectacular verja de hierro fundido que cierra el jardín. Una forma de integrar el espacio en el tejido urbano y, al mismo tiempo, disminuir el efecto de la fuerte inclinación del terreno. La reja está compuesta de diferentes tramos, separados por 48 columnas o pedestales de estilo neogótico, sobre las que se colocan otras tantas figuras en bronce. Cada una de ellas representa a los diferentes gremios medievales que había en la ciudad, como los cerveceros, albañiles, pizarreros, techadores, etc. Para el diseño de las figuras, Hankar se inspiró en los dibujos de Xavier Mellery y encargó su ejecución a algunos de los mejores escultores belgas del momento, como Lambeaux.
Por todo ello, la Place du Petit Sablon puede decirse que es "una enciclopedia viviente, un catecismo estatal, que permite aprender la historia, o una historia, sin esfuerzo. Sin embargo, si la obra de Beyaert proyecta al espectador hacia las raíces de la Bélgica independiente, también los sumerge igualmente en los orígenes de la vanguardia. Al privilegiar un trabajo artesanal y al llamar a Hankar, Mellery, Vander Stappen y Lambeaux, Beyaert anuncia todo a la vez, los últimos fuegos del historicismo y las premisas del Art nouveau" (Manöelle Wassige. Le Petit-Sablon: une histoire de la Nation, en Art et architecture publics).
En esta página puedes ver todas las esculturas del Petit Sablon, y en esta otra una pequeña ficha con los autores y los gremios representados, así como la planta del jardín. Por último os dejo aquí una colección de fotografías de la Place du Petit Sablon.
HENRI BEYAERT. Place du Petit Sablon, (1890). Bruselas.
Las autoridades municipales de la ciudad decidieron aprovechar la reforma urbanística para levantar sobre el solar un pequeño parque con la pretensión de que se convirtiera en un monumento de exaltación patriótica, en un país que acababa de alcanzar la independencia unos años antes.
Para lograrlo, confiaron el trabajo a Henri Beyaert, uno de los mejores arquitectos belgas del momento. Buena parte del reconocimiento que goza la obra de Beyaert radica en que fue de él de quien Paul Hankar y Víctor Horta, dos de las figuras más importantes del art nouveau, adoptaron el uso del metal, tanto en la construcción como en la decoración, la combinación de materiales ricos en color, la fluidez de líneas, el juego de claroscuros, la importancia del moderno confort y, sobre todo, la idea que toda construcción debe ser una obra de arte hasta en los menores detalles.
Como tantos arquitectos de su tiempo, encuadrados en la arquitectura historicista, de tanto éxito en Europa, la propuesta de Beyaert mira hacia el pasado, hacia la historia. En la mayor parte del continente, el gótico o el clasicismo son los referentes artísticos más habituales, pero Beyaert, en cambio, apuesta por un estilo más relacionado con las particularidades de la región y elige lo que los historiadores llaman neorrenacimiento flamenco. Un estilo que le permitirá llevar a cabo una nueva lectura de la historia y el arte del siglo XVI en la que se presenta a Bélgica como un país libre, opuesto a la dominación española. Para conseguir dicho propósito, a Beyaert no se le ocurrió nada mejor que colocar en aquel lugar un monumento con las estatuas de los condes de Egmont y de Hornes, que capitanearon una revuelta de los Países Bajos contra España. Su aventura se pagó con su ejecución pública en la Grande Place de Bruselas en 1568, convirtiéndose en un símbolo de la resistencia flamenca.
CHARLES FRAIKIN. Monumento a los Condes de Egmont y Hornes (1864) en la Place du Petit Sablon, Bruselas.
El grupo principal, situado en el centro de la plaza sobre una fuente, viene acompañado de otras diez figuras que se disponen alrededor del mismo, en el jardín. Si las figuras de los condes representan la libertad política, estas otras, como la de los geógrafos Ortelius o Mercator, el botánico Dodonnée, y las demás, representan la libertad científica y religiosa.
En el momento que Beyaert realizó el proyecto, tenía entre sus colaboradores al joven arquitecto y escultor Paul Hankar, que entonces daba sus primeros pasos y que con el tiempo terminaría por convertirse en uno de los grandes arquitectos del art nouveau.
La participación de Hankar en el proyecto se concretó en el diseño y ejecución de la espectacular verja de hierro fundido que cierra el jardín. Una forma de integrar el espacio en el tejido urbano y, al mismo tiempo, disminuir el efecto de la fuerte inclinación del terreno. La reja está compuesta de diferentes tramos, separados por 48 columnas o pedestales de estilo neogótico, sobre las que se colocan otras tantas figuras en bronce. Cada una de ellas representa a los diferentes gremios medievales que había en la ciudad, como los cerveceros, albañiles, pizarreros, techadores, etc. Para el diseño de las figuras, Hankar se inspiró en los dibujos de Xavier Mellery y encargó su ejecución a algunos de los mejores escultores belgas del momento, como Lambeaux.
Por todo ello, la Place du Petit Sablon puede decirse que es "una enciclopedia viviente, un catecismo estatal, que permite aprender la historia, o una historia, sin esfuerzo. Sin embargo, si la obra de Beyaert proyecta al espectador hacia las raíces de la Bélgica independiente, también los sumerge igualmente en los orígenes de la vanguardia. Al privilegiar un trabajo artesanal y al llamar a Hankar, Mellery, Vander Stappen y Lambeaux, Beyaert anuncia todo a la vez, los últimos fuegos del historicismo y las premisas del Art nouveau" (Manöelle Wassige. Le Petit-Sablon: une histoire de la Nation, en Art et architecture publics).
En esta página puedes ver todas las esculturas del Petit Sablon, y en esta otra una pequeña ficha con los autores y los gremios representados, así como la planta del jardín. Por último os dejo aquí una colección de fotografías de la Place du Petit Sablon.