Este cuadro de Picasso es considerado no sólo como la obra germinal del cubismo, sino que para André Salmon, supuso también el nacimiento de la pintura de vanguardia. A partir de ella, el cubismo se iría definiendo como una de las manifestaciones artísticas más fértiles y revolucionarias del arte del siglo XX. Los pintores cubistas, al abandonar la perspectiva y la composición racional del espacio, inventaron una nueva manera de representar la forma de las cosas, que va más allá de lo que nosotros vemos, porque no pretende mimetizar la realidad, obligándonos a mirar en el interior de los objetos y haciéndonos partícipes, por tanto, del propio proceso de creación. Su impacto sólo es comparable a lo que la pintura experimentó con la introducción de la perspectiva en el siglo XV.
El cubismo, como movimiento artístico, se desarrolla propiamente entre 1907 y 1914, y puede considerarse como un estilo creado conjuntamente por Pablo Picasso y Georges Braque. La estrecha relación y colaboración entre ambos pintores en el desarrollo del movimiento fue descrita por ellos mismos del siguiente modo: " ...para Braque ambos -Picasso y Braque- eran como dos escaladores encordados en una montaña. Picasso, por su parte, recalcó literalmente que Braque "era mi esposa". Ambas metáforas muestran la intimidad de una asociación laboral que incluso les condujo, durante un corto período de tiempo en 1911 y 1912, a borrar sus personalidades individuales en aras de la explotación conjunta de nuevos recursos pictóricos, llevando a cabo pinturas casi idénticas en las que no ponían firma alguna" (DAVID COTTINGTON, Cubismo).
En el origen del movimiento pueden apreciarse las influencias y aportaciones de algunos neoimpresionistas como Seurat y Signac, además de la escultura del África negra. Sin embargo, es unánimemente aceptado que la mayor de las influencias vino dada por el trabajo de Cezanne y sus intentos por plasmar la estructura de la realidad en sus formas esenciales.
El poeta Guillaume Apollinaire, uno de los grandes amigos de Picasso y también uno de los principales divulgadores del movimiento, distinguía cuatro tendencias entre los pintores cubistas, que él llamaba cubismo científico (Pablo Picasso, Georges Braque, Juan Gris, Jean Metzinger, Albert Gleizes y Marie Laurencin), cubismo físico (Le Fauconnier), cubismo órfico (Robert Delaunay, Fernand Leger, Francis Picabia y Marcel Duchamp) y cubismo intuitivo. La historiografía actual, en cambio, prefiere hablar de cubismo analítico y cubismo sintético.
El cubismo analítico afecta a las obras de Picasso y Braque entre 1909 y 1912. Se caracteriza, sobre todo, por la técnica del facetado, que consiste en presentar el espacio por facetas o de un modo fragmentado. Es ahora cuando se produce la desaparición de la perspectiva y la introducción simultánea de varias configuraciones de un objeto que, por ejemplo, puede ser visto de frente y de perfil. Además, emplean en las pinturas una gama de color reducida y apagada, hasta el punto que los entramados lineales que configuran las superficies resultan difíciles de reconocer. Se está caminando hacia la abstracción, aunque como escribe Apollinaire, "todavía no es tan abstracto como querría ser".
JUAN GRIS. Botella de Anís del Mono (1914) Museo Nacional Centro Reina Sofía, Madrid. (Fotografía http://www.museoreinasofia.es)
En cuanto a los segundos, se les denominó cubistas de salón, porque siguiendo el camino abierto por los impresionistas, exponían en los salones que reunían en París anualmente a los pintores no oficialistas. Sin duda, la presencia de pinturas cubistas ayudó a dar a conocer el estilo, pero lo que más contribuyó no fue la presencia en sí misma, sino algún ruidoso escándalo producido por ellas, como veremos.
JEAN METZINGER. "La gouter" (1911). Museo de Arte de Filadelfia. Expuesta en el Salón de Otoño de 1911.
Sin embargo, el gran espaldarazo del cubismo se lo proporcionó el Salón de Otoño, que venía celebrándose desde 1903. En la edición de 1911, participaron Gleizes, Metzinger, Leger, a los que se unieron Marcel Duchamp y su hermano, el escultor Raymond Duchamp-Villon. Digo el gran espaldarazo, porque las críticas fueron tan feroces, despiadadas y ácidas, que se formó un auténtico escándalo, y si alguno no sabía quiénes eran o qué era el cubismo, terminó por enterarse. Para muestra, aquí van algunas de ellas.
(Fotografía tomada de http:www.salon-automne-paris.com)
Más racional es el análisis que realiza Georges Lecomte para "Le Matin", ya que procura no dejarse llevar por las emociones y trata de indagar en los propósitos de los cubistas, aunque no los comparta ni los entienda. Empieza por cuestionar el propio talento de los jóvenes pintores, no sólo de los cubistas, sino en general, criticando su falta de esfuerzo, interés y deficiente formación, creyendo que cualquiera puede empezar a pintar y considerarse un genio. Es eso lo que les lleva a elaborar obras "feas y arbitrarias, sin enlace con la vida, donde no halla nuestra sensibilidad ninguna emoción de humanidad o de naturaleza. Es por ello que les dejaremos con sus pueriles y fastidiosas geometrías a los señores cubistas, quienes sólo aciertan a ver, en los seres humanos, triángulos, cuadrados, cubos, paralelipípedos, etc.; [...] No discutimos su sinceridad. Pero su empresa deformadora es demasiado opuesta a todas las nociones de lo bello" y resulta incomprensible.
En la misma línea de este último, y en el mismo periódico, apareció otra crítica que se burlaba abiertamente del cubismo y los cubistas: "El Salón de Otoño consagró ayer, definitivamente una nueva escuela de pintura que va a trastocar el mundo. Es el cubismo. El cubismo no consiste como pudiera suponerse, en pintar exclusivamente el cubo. El cubista conoce también el trapecio y toca agradablemente el triángulo. El polígono, el exágono y el rectángulo le son familiares", y continúa en el mismo tono de mofa el resto del artículo. No podía imaginar aquel columnista lo acertado que estaba en sus premoniciones sobre la fuerza transformadora del cubismo, aunque no en la dirección que él apuntaba.
Gabriel Mourey, en "Le Journal", no creía ni en el porvenir del cubismo ni de Picasso ya que "el cubismo ha dicho su última palabra: es el canto del cisne de la impotencia presuntuosa y de la ignorancia satisfecha". No parece que tuviera mucho futuro como adivino.Despiada fue también la crítica de Louix Vauxcelles en "Le Gil Blas", no ahorrando calificativos: llamó a las obras cubistas "infames embadurnaduras"; "La gouter" de Metzinger era "La Joconda à la cuiller", de pechos romboédricos"; la pintura de Marcel Duchamp una tortilla rocosa y patatas crudas; las mujeres de Lafresnaye, dibujos deformados de Matisse; Leger "practica el tubo y no el cubo. Él enchufa tubos de canalización. Esto no es pintura sino trabajo de plomero"; y concluía llamando a los cubistas "bípedos del paralelípedo". Desde luego no puede negársele ingenio, otra cosa es compartir sus criterios.
FERNAND LÉGER. Nus dans la forêt (1909-10) Rijksmuseum Kröller-Müller, Otterlo
Una de las obras expuestas en el Salón de los Independientes de 1911 (Fotografía http://pintura.aut.org/)
Todas estas críticas están tomadas de La Vanguardia del jueves 5 de octubre de 1911. El crítico del periódico hace la suya propia, igualmente negativa, y considera al cubismo como una excentricidad más de las que se producen en París, y escribe: "Esa descomposición de la figura humana y de la naturaleza en sólidos geométricos, colocando la pintura al nivel de los rompecabezas, es un entretenimiento como otro cualquiera, que sólo tiene de malo el daño que puede inferir á esos jóvenes que, impotentes para hacer lo que los artistas bien dotados hacen, se figuran que con seguir el último figurín pictórico, están al cabo de la calle para ser proclamados unos genios". Lo novedoso de su crónica es que no se limita a repartir leña a los artistas, sino también a todos aquellos que se declaran admiradores del cubismo, a los que considera "bodoques, que reconociéndose tontos de capirote, buscaban qué poseían de excepcional tales producciones, que a ellos se le escapaba en su corta comprensión".
Cuando leemos, especialmente los libros de texto, puede parecer muchas veces que el desarrollo, reconocimiento y aceptación de las vanguardias artísticas y del arte moderno en general, se produjo casi de una manera natural. A la vista de comentarios como los que recogemos aquí, podemos ver que no fue exactamente así.
Para profundizar algo más en algunos de los aspectos tratados en el artículo, podeis leer el Manifiesto Cubista de Apollinaire y visitar la página oficial del Salón de Otoño de París (en francés). Para tener una visión general del movimiento, hay muchas páginas en internet, un buen resumen lo podeis leer en wikipedia y otro en masdearte.com que además incluye enlaces a aspectos particulares.
También en youtube hay diferentes videos sobre el cubismo. Este que os dejo aquí es uno de ellos.
A pesar de que los trabajos de Braque y Picasso eran paralelos, y cierto es que al parecer juntos contemplaron a Cezanne, y "Jugadores de Cartas" les llamó mucho la atención a los dos...Braque, quizás resentido por no haber evolucionado años después, comentaría a sus allegados que Picasso le "robaba ideas, pensamientos"...Cosas de pintores...Igual que el Vlamick que creo que llegó a denunciarlo ante los nazis durante la ocupación, y escribió en contra de Picasso, al cual culpabilizaba con haber envenenado la pintura francesa: Uff, tela... Gran entrada, muy interesante y completa!!, un saludete!!.
ResponderEliminarSólo responder a tu amable comentario en mi blog. En cuanto pueda haré un coemntario a tu entrada. Gracias por tus amables palabras.
ResponderEliminarHola Gonzalo, soy Yaiza !
ResponderEliminarBueno nada decirte que me he estado pasando estos ultimos dias por tu blog para poder leer hacerca de algunos artistas y algunas corrientes que ahora estoy estudiando, y no dude en que en linea serpentinata encontraría información como mínimo interesante y útil para mi trabajo.
Un saludo !
Hola Yaiza, ¡qué alegría "verte" por aquí otra vez!. Espero que haya podido servirte de ayuda el blog para tus estudios y no te olvides de este rincón. Un saludo, Gonzalo.
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