JUAN DE FLANDES. La tentación de Cristo (1496-1504) Tabla del Políptico de Isabel la Católica National Gallery, Washington |
Sobre su formación es muy poco
todavía lo que hoy se conoce, por lo que los historiadores se han servido de su
forma de pintar para formular las distintas hipótesis sobre dónde pudo aprender
el oficio y sobre quiénes pudieron ser sus maestros. Bermejo sugiere una
primera formación relacionada con el círculo de la escuela de Gante, dominado
por aquellos años por las figuras de Hugo van der Goes, Dirk Bouts, Justo de
Gante y el llamado «Maestro
de María de Borgoña».
Más tarde, pudo pasar a Brujas, donde asimilaría algunos de los rasgos de
Gerard David y, especialmente, de Hans Memling, del que toma «su sensibilidad en la búsqueda de
una calma elegante y un deseo de dotar a algunos de sus personajes de una
belleza un tanto ensoñadora»
(BERMEJO, 1998: 196). Esta segunda etapa de su formación es para Silva Maroto
mucho más importante y profunda que la primera, y sería decisiva para formar su
propia personalidad «decidida
e independiente».
JUAN DE FLANDES. Noli me tangere (1496-1504) Tabla del Políptico de Isabel la Católica Museo del Prado, Madrid |
Más recientemente, Zalama ha
aventurado otra hipótesis, al sugerir que no habría que descartar la
posibilidad de que Felipe el Hermoso hubiera tenido algo que ver con la llegada
a España de Juan de Flandes, al coincidir
la fecha de su llegada con la de los esponsales de Juana y Felipe, además de
que «en el corto período en que fue rey de Castilla, Felipe el Hermoso se
interesó especialmente por las pinturas de Juan de Flandes»
(ZALAMA, 2006:36), aunque tampoco de ello disponemos de datos documentales.
Además de los retratos de los que
nos ocuparemos más adelante, durante los años en que Juan de Flandes se mantuvo
al servicio de la reina Isabel, pintó obras de carácter religioso, como el Retablo de San Juan Bautista, para la
Cartuja de Miraflores, y la mayor parte de las tablas del Políptico de Isabel la Católica, en el que trabajó junto a Michel
Sittow. Después de la muerte de la reina, en 1504, abandonó la corte y se
dirigió a Salamanca para pintar los cuadros del retablo de la capilla de la
Universidad de los que únicamente han sobrevivido las tablas de dos santas
identificadas como Santa Apolonia y Santa María Magdalena.
JUAN DE FLANDES. La Crucifixión (h. 1509). Panel del Retablo Mayor de la Catedral de Palencia Museo del Prado, Madrid |
A finales de 1509 se trasladó a Palencia donde contaba con importantes apoyos, el más importante de todos el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, que lo contrató para pintar el retablo mayor de la catedral de Palencia, una de sus obras más importantes una vez muerta la reina y tras abandonar la corte. Juan Rodríguez de Fonseca fue obispo sucesivamente de Badajoz, Córdoba, Palencia y Burgos, y también consejero de los Reyes Católicos y más tarde de su nieto el emperador Carlos V, jugando un papel clave y muy destacado en la administración de las Indias, los viajes de descubrimiento de Colón y muchas de las expediciones que se sucedieron después. Son muy conocidos y sonados los enfrentamientos que mantuvo tanto con Colón como con fray Bartolomé de Las Casas. Entre los encargos que le hicieron los Reyes hubo varias misiones diplomáticas en Flandes, de donde trajo diferentes obras de arte. Una de estas embajadas fue precisamente el arreglo de las bodas entre el príncipe Juan y Margarita de Austria y Felipe el Hermoso con Juana la Loca cuyos preparativos coinciden con la llegada de Juan de Flandes. Años más tarde, en 1501, fue también la persona elegida para acompañar a la infanta Catalina cuando salió para Inglaterra con motivo de su boda con Arturo Tudor, Príncipe de Gales.
JUAN DE FLANDES. San Miguel (1505-06) Tabla del Retablo de San Miguel Catedral Vieja, Salamanca |
Cuando
llega a Castilla, el estilo de Juan de Flandes manifiesta una gran sensibilidad
hacia la luz, el paisaje y las tonalidades claras, acompañadas de una técnica
depurada. Sin embargo, a medida que evoluciona, como apunta Silva Maroto, se va
haciendo cada vez más expresivo, se acentúan los contrastes cromáticos y la
técnica se hace más descuidada.
(continuará)
(continuará)
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