domingo, 28 de diciembre de 2008
BENOZZO GOZZOLI, "Cortejo de los Reyes Magos"
miércoles, 24 de diciembre de 2008
La Navidad en la pintura flamenca del siglo XV
domingo, 21 de diciembre de 2008
La arquitectura de la España visigoda
Como es bien conocido, a lo largo del siglo IV, la presión de los pueblos bárbaros acabaría por derrumbar al debilitado Imperio Romano de Occidente. Uno de aquellos pueblos fueron los visigodos. Establecidos en la región de Dacia, entre los ríos Danubio y Don, al costado del Mar Negro, el hostigamiento que sobre ellos ejercieron las hordas hunas de Atila, les hicieron buscar refugio al otro lado del Danubio. En el año 376, el emperador Valente les autorizó a ocupar la región de Mesia (actual Bulgaria), convirtiéndose así en el primer pueblo bárbaro que consiguió la autorización de Roma para instalarse dentro de los límites del Imperio. Casi medio siglo más tarde, tras deambular por diferentes territorios, unas veces en paz, y otras en guerra abierta con Roma, los visigodos llegarían a la Península Ibérica.
Entre los años 416 y 507, diferentes contingentes visigodos se instalaron en Hispania, y tras expulsar primero a los vándalos y alanos, y someter después al reino suevo de Galicia, lograron formar un poderoso reino que subsistió hasta la invasión árabe del 711.
Entre las manifestaciones artísticas de este pueblo sobresale su arquitectura que, a pesar de los escasos restos conservados, ofrece un gran interés. Fundamentalmente podemos considerarla como una arquitectura de base romana, aunque también asimila elementos bizantinos y norteafricanos. Por todo ello, para los historiadores del arte constituye el primer arte propiamente hispánico.
En la evolución de su arquitectura se suelen señalar dos periodos. El primero se desarrolla entre los años 415 y 587. Se trata de un tiempo poco propicio para el desarrollo del arte, ya que los visigodos, por un lado intentan someter a los suevos del noroeste de la Península; y por otra parte, se mantiene la dualidad religiosa entre el catolicismo de la población hispanorromana, y el arrianismo de los visigodos. Lo más destacado de este período radica en que se sientan las bases de los planteamientos arquitectónicos posteriores. A este primer momento corresponden algunos restos mal conservados o muy modificados, como el Bautisterio de Gabia la Grande; o el Puente de la Virgen de Pinos Puente, con sus dovelas engatilladas, que permiten un magnífico ajuste entre ellas; la iglesia y bautisterio de Alcaracejos y la basílica de Segóbriga.
San Pedro de la Nave (Zamora) s. VII
La segunda etapa transcurre entre el 587 y el 711, y es la propiamente visigótica. Corresponde con la etapa de unidad religiosa, tras la conversión de Recaredo al catolicismo y de mayor esplendor del reino visigodo. Es, por tanto, el período más rico en monumentos arquitectónicos destacando las hermosas iglesias de San Juan de Baños (Palencia), Santa Comba de Bande (Orense), San Pedro de la Nave (Zamora) y Quintanilla de las Viñas (Burgos). Como puede apreciarse en las imágenes, se trata de edificios pequeños, cerrados e intimistas, con un espacio interior fragmentado en pequeños ambientes.
San Juan de Baños (Palencia), s. VII
Es frecuente el uso de columnas, bien sea separando naves (San Juan de Baños) adosadas a los muros (San Pedro de la Nave) o en las embocaduras absidiales (Santa Comba de Bande, Quintanilla de las Viñas).
Pero, sin duda, el elemento más original del arte visigodo es la utilización del arco de herradura como elemento constructivo, con un peralte que suele ser un tercio del radio. Un magnífico ejemplo de su empleo lo encontramos en la iglesia palentina de San Juan de Baños. De los visigodos lo tomaría posteriormente el arte islámico.
Buenos resúmenes e imágenes de la arquitectura visigoda, los puedes encontrar en arteguías, en la página de J. Díez Arnal, y artehistoria. Aquí os dejo, también, un video, algo antiguo pero muy interesante sobre este mismo asunto.
lunes, 15 de diciembre de 2008
LUCAS CRANACH, "Retrato de una dama"
La fuerza magnética de la mirada de esta hermosa joven, retratada por Cranach en 1526, fue lo suficientemente poderosa para atraer mi atención y elevarse por encima de los colores gastados y la modestia de la reproducción. Sólo por ella, decidí quedarme con la colección.
Lucas Cranach el Viejo es, tras Alberto Durero, el pintor más representativo del renacimiento alemán. Le tocó vivir en una convulsa Alemania que se debatía entre los partidarios de la Reforma protestante y los fieles a la iglesia romana. Cranach pintó para ambos, católicos y protestantes, aunque sus simpatías estaban más cerca de estos últimos. De hecho, mantuvo una estrecha amistad con Martín Lutero, a quien pintó en varias ocasiones. Lutero fue el padrino de Ana, la hija del pintor; y éste a su vez, el encargado de solicitar la mano de Catalina de Bora, la futura esposa del reformador, además de actuar como padrino de la boda y también del primer hijo del matrimonio.
Lo mejor de la producción de Cranach son los retratos y los turbadores, refinados y elegantes desnudos femeninos. En esta pintura se une lo mejor de ambos, en el momento que su pintura alcanza la plenitud, y se aleja cada vez más de los canones renacentistas para acercarse al manierismo. Manieristas son, sin duda, la distinción refinada de la joven que se muestra tanto en la rica indumentaria como en la pose y en las sutilezas cromáticas, que resultan de la hábil combinación de rojos y verdes.
El cuadro nos muestra a una joven vestida a la última moda, con un enorme sombrero que el pintor repite en otras muchas de sus obras, un hermoso y trabajado vestido, muy ceñido y con un complicado dibujo en las mangas y sobre el pecho. Elegantes guantes, seda y joyas colman de riqueza y lujo el retrato y ocultan la sencillez natural de la imagen. El rostro tranquilo y suave recuerdan al Bronzino, aunque sin la frialdad nacarada de las mujeres del italiano. Un río de rizos dorados, que parecen labrados en bronce, se derraman en una caída, aparentemente libre, sobre los hombres y la espalda de la joven, hasta confundirse con el cuello, cubierto de joyas.
L. Cranach, Retrato de una dama, detalle (1526) M. Hermitage
Al fondo, más allá de la oscura cortina, se abre una ventana, tras la cual, como en tantos cuadros del Renacimiento, contemplamos un paisaje cuya luminosidad contrasta con el fondo neutro en el que se enmarca la figura de la dama. El paisaje, a pesar de su carácter anecdótico en esta obra, no está exento del lirismo y colorido que le proporcionó la denominada "escuela del Danubio", corriente de la que Cranach fue precisamente uno de sus iniciadores durante su estancia en Viena en los primeros años del siglo XVI.
Sobre el marco de la ventana, como puede apreciarse en el detalle, aparece la firma del pintor, un emblema con el dibujo de una serpiente con alas verticales de murciélago, y la fecha a ambos lados de tan singular firma. El uso de esta firma aparece en los cuadros de Cranach a partir de 1508, cuando Federico el Sabio, príncipe elector de Turingia, le concedió el uso de escudo de armas.
Durante algún tiempo se ha querido ver en esta pintura un retrato de Sybille, princesa de Cleves y prometida de Johann-Friedrich de Sajonia, famosa por su belleza. Hoy, los historiadores coinciden en considerar que no es así, y que este retrato, solo puede ser considerado como tal con cierta tolerancia, ya que probablemente no representa a nadie en concreto, sino el ideal de belleza femenino de Cranach, y que se repite en otros cuadros: el rostro oval, la barbilla fuerte, ojos ligeramente entornados, mirada oblicua y boca pequeña. La joven que actuó de modelo fue utilizada por el pintor en otros cuadros de la misma época, como podemos comprobar al admirar el fantástico Judith con la cabeza de Holofernes.
La técnica, extraordinariamente fina; la composición, bien proporcionada; el dibujo, preciso; y la refinada combinación de colores de este lienzo; así como el gusto por el preciosismo, hacen de esta pintura de Cranach una obra fascinante.
sábado, 13 de diciembre de 2008
Sobre el origen del término bizantino
Una de las manifestaciones artísticas más brillantes y fastuosas del arte medieval en Europa es el arte bizantino. Sin embargo, es curioso, pero el término bizantino, referido a la parte oriental del imperio romano, no sería comprendido por los contemporáneos de aquel imperio. Los que nosotros llamamos bizantinos se llamaban a sí mismos, romaoi (romanos), palabra que consideraban sinónima de cristianos, y en la Edad Media, se empleaba el término Romania o Basileía Romaíon, que es una traducción directa al griego del nombre en latín del Imperium Romanorum, para referirse al imperio bizantino.
Precisamente para evitar esa confusión en el término imperio romano, y diferenciar uno de otro, Hyeronimus Wolf, bibliotecario de la poderosa familia Fugger (los banqueros del emperador Carlos V), utilizó por primera vez, en 1557, el nombre de imperio bizantino, en su obra Corpus Historiae Byzantinae. Pretendía, de este modo, diferenciar el antiguo imperio romano de aquel otro imperio romano medieval y griego.
Retrato de Hyeronimus Wolf
Icono del arcángel San Miguel (s. XII), en oro, plata y piedras preciosas sobre madera. Basílica de San Marcos, Venecia.
Una magnífica muestra del arte bizantino puede verse estos días en una exposición de la Royal Academy de Londres, titulada Byzantium, 313-1453, y que puede visitarse hasta marzo del 2009. En la web de la exposición podeis descargaros en pdf una guía didáctica y otra para jóvenes, ambas en inglés, pero muy interesantes.
martes, 2 de diciembre de 2008
La basílica paleocristiana de San Pedro de Roma
En el año 313 se produjo un hecho decisivo cuyo alcance difícilmente sería previsible para el emperador Constantino, firmante del famoso Edicto de Milán, por el cual se concedía la libertad de culto en los límites del Imperio Romano. La medida venía precedida de otro edicto de tolerancia, emitido dos años antes por Valerio Augusto. Los grandes beneficiados por aquella decisión fueron los cristianos, un grupo religioso que hasta la fecha había aprendido a moverse en la clandestinidad de las catacumbas, y sufrido numerosas persecuciones desde su aparición en Roma. Las peores de todas ellas se produjeron durante los reinados de los emperadores Nerón, Decio y Diocleciano. La cercanía al poder imperial y la imparable influencia de los cristianos en la sociedad romana se pusieron de manifiesto con la decisión, en el año 380, del emperador Teodosio, que declaró el cristianismo como iglesia oficial del imperio romano. En 67 años se pasó de la nada al todo.
Esta nueva situación tuvo, inevitablemente, consecuencias en el arte de aquellos primeros cristianos, el llamado arte paleocristiano. Hasta entonces, los grupos cristianos no habían podido desarrollar sus cultos abiertamente, sino en lúgubres y oscuras catacumbas que servían al mismo tiempo de cementerios. Ahora tendrán la necesidad y la oportunidad de desarrollar una arquitectura propia, crear sus propios templos. Surgirá ahora la basílica paleocristiana.
Sobre el origen de la misma se manejan diferentes teorías e hipótesis, pero la mayoría de los historiadores se inclinan a pensar que el tipo más común de basílica, el desarrollado en occidente, deriva de las propias basílicas romanas: un edificio sin connotaciones religiosas que los romanos utilizaban como tribunales de justicia. Su estructura alargada, rectangular y dividida en naves, les hacía muy adecuadas para las necesidades del culto cristiano, que al contrario que los cultos tradicionales romanos, requería de un lugar de reunión amplio.
La iglesia fue consagrada en el año 329, y su estructura constituye el prototipo de basílica paleocristiana. Como puede comprobarse, estaba compuesta por una planta longitudinal de cinco naves, separadas por columnas y arcos. La nave central era el doble de ancha que las laterales y más alta. Precisamente esta mayor altura, permitía situar en la parte alta una hilera de ventanas a través de las cuales recibía el edificio su iluminación. La cubierta era de madera.
En la parte externa, una escalinata llevaba al pórtico delante de la basílica, a través del cual se llegaba al patio en cuyo centro se encontraba una fuente para las abluciones de los catecúmenos, señalada con la piña en bronce que hoy puede verse en el Patio de la Piña de los Museos Vaticanos. A continuación del mismo, y antes de la entrada en el templo, estaba el nártex, desde donde los catecúmenos, es decir, los que todavía no habían recibido el bautismo pero se estaban preparando para ingresar en el cristianismo, y que no podían entrar en el recinto sagrado, podían seguir los oficios religiosos a través de un cancel que separaba el interior del exterior.
En este video podeis haceros una idea bastante aproximada de lo que hemos comentado en las líneas anteriores.
martes, 25 de noviembre de 2008
"El sol del membrillo", de Víctor Erice
Nacionalidad: España (1992)
Director: Víctor Erice
Guión: Víctor Erice
Reparto principal: Antonio López, María Moreno, Enrique Gran, María López, Carmen López
A lo largo de 139 minutos, narra el proceso creativo del pintor Antonio López, entre el otoño de 1990 y la primavera de 1991, pintando un árbol, un membrillo que el propio pintor había plantado en el patio de su casa, y en la que se rodó la película. En eso parece consistir básicamente la cinta. Rodado con la apariencia de un documental, la película es más que eso, y en ello reside su originalidad, ya que a partir de los esfuerzos del pintor por captar la luz entre las hojas del árbol, Erice la convierte en una auténtica reflexión sobre la pintura y el proceso de creación, por lo que no deja de ser también una historia, la historia de un cuadro, como refleja Emilio Martínez-Borso.
La película, por tanto, está a mitad de camino entre el documental y la ficción. Erice utiliza un estilo visual muy poético, muy pausado, aunque en algunos momentos puede resultar reiterativo, y da la sensación que el metraje se alarga de manera innecesaria. Las composiciones están milimétricamente estudiadas, dejando que sean el pintor y el árbol los que condicionen la posición de la cámara, sin falsos trucos ni preparaciones, nos recuerda otra vez Emilio Martínez-Borso.
Otro de los aciertos es la fotografía, que intenta captar la luz, tan perseguida por el pintor manchego, uno de los máximos representantes del hiperrealismo español, que goza de un merecido reconocimiento, y cuya trayectoria ha sido reconocida con premios de la importancia del Príncipe de Asturias o la Medalla de Oro de las Bellas Artes, por citar tan sólo algunos. Para un primer acercamiento a su biografía y trayectoria puedes visitar esta página, y para disfrutar con algunas de sus creaciones esta otra.
En la página de ClubCultura.com puedes encontrar una completa información sobre esta película, con la sinopsis completa, críticas, galería fotográfica, las propias explicaciones del director contando cómo surgió el proyecto, y muchas más cosas. No os la perdais, ni tampoco el fragmento de la película que dejo aquí.
viernes, 21 de noviembre de 2008
La escultura ibérica
Aún teniendo en cuenta lo anterior, el interés por el arte ibérico viene de antiguo, y ya en 1895 el Museo Arqueológico Nacional de Madrid inauguró una sala de arte ibérico con las esculturas procedentes del Cerro de los Santos. Y nueve años después, en 1904 fue el Museo del Louvre de París el que hizo lo propio, teniendo como gran estrella de la misma a la famosa Dama de Elche, por entonces en propiedad del museo parisino. La apertura de esa sala puede considerarse como el reconocimiento oficial de la comunidad internacional de la importancia del arte ibérico.
No fue suficiente, sin embargo, para que el arte ibérico gozara de un mayor reconocimiento y aprecio popular fuera de España; no terminaba de llegar al gran público, y parecía estar considerado como una cultura periférica y atrasada en comparación con sus contemporáneos griegos y romanos. No ocurría lo mismo, sin embargo, con otras culturas de características parecidas a ella, como la etrusca y la micénica, que gozaban de mucha más popularidad y a las que poco o nada tiene que envidiar la ibérica. Ese panorama empezó a cambiar a partir de 1997. Ese año, coincidiendo con el centenario del descubrimiento de la Dama de Elche, el Grand Palais de París albergó una gran exposición en torno al arte ibérico, que luego fue vista en Barcelona y Bonn. En ella se exhibieron 350 piezas, entre las que no estaba la Dama de Elche, y dio a conocer al gran público un arte que muchos desconocían y a los que sorprendió muy gratamente. Sin duda, fue la merecida consagración popular del arte ibérico, y también de la escultura, que es la expresión más brillante de esta cultura.
La influencia griega es mucho más importante que la anterior, y se deja notar a partir del siglo V aC, y fruto de ellas son las obras más importantes y conocidas de la escultura ibérica, como la propia Dama de Elche, la Dama de Baza, o la Bicha de Balazote. La destreza con que los artistas trabajan la piedra arenisca o caliza hace pensar que pudieran ser obras de artistas formados por los griegos llegados a la Península, y fieles a las enseñanzas recibidas (L. Abad y M. Bendala, El arte ibérico. Colecc. Historia del Arte de Historia 16, núm. 8).
Escultura de un guerrero al pie de su caballo, de Porcuna (s. V aC) Museo Prov. Jaén
Los animales tuvieron un gran protagonismo en la plástica ibera. Los más abundantes son los caballos, que aparecen en Elche y Cerro de los Santos, pero sobre todo en el santuario de Cigarralejo, dedicado a una divinidad que tenía a este animal como atributo y en cuyo honor se despositó una enorme cantidad de caballos de piedra, bronce o cerámica durante varios siglos. Muchos de ellos presentan un marcado preciosismo, y gusto por el detalle.
Bicha de Balazote (s. VI aC) Museo Arqueológico Nacional, Madrid
En cuanto a las figuras femeninas, como las famosas Damas de Elche y Baza, probablemente constituyan las más conocidas y las más delicadas producciones de la escultura ibérica. Sobre la de Elche se ha discutido mucho sobre qué puede representar, aunque probablemente se tratase de una diosa, igual que la de Baza, que no ofrece tantas dudas. Lorenzo Abad, Encarnación Ruano y otros importantes especialistas, afirman que se trata de una diosa, porque el trono en que está sentada, con alas y garras de león, y la paloma que sostiene en su mano, así lo atestiguan.
Dama de Baza (s. IV aC) Museo Arqueológico Nacional, Madrid
Sigue de cerca prototipos conocidos del mundo griego de diosas infernales, como Perséfone. Junto al gusto por el detalle, cabe señalar la conservación de una rica policromía. Sirvió de urna funeraria.
Un breve resumen de la escultura ibérica lo podeis encontrar aquí. Y una de las mejores páginas dedicadas al mundo ibérico en internet es la de Contestania.
Para comprender mejor las relaciones entre la escultura ibérica y el mundo griego, hay un buen trabajo del profesor Blázquez, titulado "Arte ibérico y arte tracio", que además podeis descargar en pdf. Para profundizar más en el conocimiento de la escultura ibérica, os recomiendo esta página de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid.
Para aproximarnos a los orígenes de las investigaciones sobre el arte ibérico, este enlace puede resultar de utilidad.
Y por supuesto, los museos españoles con fondos ibéricos proporcionan tanto información como imágenes de sus fondos, como el Museo de Arte Ibérico El Cigarralejo, Museo Provincial de Jaén, Museo Arqueológico Nacional de Madrid, Museo de Albacete,
Por último, os dejo aquí una presentación de mi cosecha sobre el arte ibérico, con algunas de las piezas más representativas.
martes, 18 de noviembre de 2008
"Pollock", de Ed Harris
Nacionalidad: USA (2000)
Director: Ed Harris
Guión: Barbara Turner y Susan J. Emshwiller
Reparto principal: Ed Harris, Marcia Gay Harden, Tom Bower, Jennifer Connelly, Bud Cort, John Heard y Val Kilmer.
Entre los aciertos cabe resaltar las muy buenas actuaciones de los dos protagonistas. En el caso de Harris, que encarna al pintor, además de su buen trabajo, contribuye mucho a dar credibilidad al personaje, el extraordinario parecido físico que guarda con Pollock, como puede apreciarse al ver la fotografía de la izquierda y compararla con la del actor.
Marcia Gay Harden en el papel de Lee Krasner, en un fotograma de la película
En su etapa de formación, Pollock estuvo muy influido por los pintores muralistas mexicanos, pero a partir de 1938 empezó a interesarse por la abstracción. Ese es el momento que recoge la cinta, a partir de los años 40, hasta su muerte en 1956 en un accidente de tráfico, cuando tan sólo contaba 44 años de edad. Por ella desfilan personajes relevantes del mundo cultural de aquellos años en Estados Unidos, como el pintor holandés Willem de Kooning, y la mecenas Peggy Guggenheim, y dejan ver los problemas de alcohol que acompañaron a Pollock durante gran parte de su vida.
domingo, 16 de noviembre de 2008
Marco Aurelio, el filósofo que gobernó un imperio
Marco Aurelio fue uno de los emperadores de la dinastía de los Antoninos, y gobernó Roma entre los años 161 y 180. Aunque nació en Roma, en muchas de sus biografías se alude a su origen hispánico. En realidad éste se remontaba a su abuelo paterno, originario del municipio de Ucubi, en la Bética (actualmente el pueblo de Espejo, en la provincia de Córdoba), de donde salió unos cincuenta años antes del nacimiento de su nieto, el futuro emperador. Su gobierno estuvo lleno de dificultades, ya que hubo de combatir contra los partos en Asia y contra los bárbaros en Germania, las Galias y en el Danubio. A pesar de ello, fue un emperador culto e interesado en la lectura desde su juventud. Esa afición le llevaría a escribir, en griego, sus Meditaciones, una de las obras más representativas de la filosofía estoica (si pinchas en el enlace puedes leerlo).
Retrato del emperador Marco Aurelio, Gliptoteca de Munich
viernes, 14 de noviembre de 2008
Ara Pacis de Roma
Reconstrucción del Campo de Marte, por Edmund Buchner (1976)
En los lados norte y sur, la procesión de dos multitudes de personajes: sacerdotes, magistrados, hombres, mujeres y niños. Tampoco aquí los historiadores se ponen de acuerdo en qué representan los desfiles. Para unos, es la ceremonia de la recepción triunfal de Augusto en Roma, mientras que para otros, es la propia inauguración del monumento lo que está representado.
Representación de los quirites (det. friso norte)
En cuanto al estilo, se inspiran directamente en los que Fidias labró para el Partenón de Atenas, utilizando un lenguaje refinado y clasicista que se caracteriza por la finura de su modelado. Los rasgos más romanso son la densidad de las figuras, la composición algo monótona y los efectos de perspectiva, logrados mediante la talla en dos planos: altorrelieve y bajorrelieve.
Para buscar más información sobre la historia del monumento puedes ir directamente a la página del Museo del Ara Pacis, donde podrás encontrar también algunas fotografías. En la web de la Universidad de Bluffton, Ohio, disponen de una fantástica colección de imágenes del monumento, y también en wikipedia puedes encontrar una buena colección de fotografías de los relieves, así como del contenido del propio museo.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Órdenes constructivos en la arquitectura romana
Hoy me gustaría ocuparme de los órdenes constructivos. En Roma utilizaron los tres órdenes clásicos (dórico, jónico y corintio), pero se permitieron introducir algunas modificaciones en ellos e incluso crear, a partir de ellos, otros dos órdenes nuevos: el toscano y el compuesto.
En realidad, el orden dórico como tal apenas si fue empleado en Roma. En su lugar, prefirieron utilizar una variedad heredada de los etruscos, el orden toscano. Tres son las diferencias más notables entre ambos. La primera y más visible está en el fuste, que es liso en lugar de disponer de acanaladuras, y presenta un éntasis (o ensanchamiento del diámetro) en la parte central. La segunda está en la presencia de basa, de la que carecía el dórico, y que apoyan sobre un plinto. La tercera está en el capitel y es más difícil de apreciar a simple vista. El capitel va precedido de un astrágalo (un pequeño toro o moldura convexa) y un anillo. En cuanto al entablamento, carece decoración, excepto la de las propias molduras.
En cuanto, al orden jónico, los romanos lo utilizaron de forma muy similar a los griegos, aunque con mayor ornamentación, reduciendo el tamaño de las volutas, suprimiendo en algunas ocasiones el astrágalo y elevando la altura del fuste.
En cuanto a la forma de utilizarlos, también en ello encontramos diferencias entre griegos y romanos, ya que éstos últimos empleaban los órdenes superponiéndolos en el mismo edificio, como podemos ver en el Coliseo de Roma. Para ello seguían un criterio de robustez, colocando el toscano en la base, y sobre él el jónico, para terminar con el corintio en los pisos superiores.