domingo, 14 de septiembre de 2008

The Beatles y el pop-art

Ya hemos hablado aquí en otra ocasión, y no hace mucho tiempo, de la relación entre The Beatles y el pop-art, con motivo de la celebérrima portada de su famoso disco "The Sargent Pepper's Lonely Heart Club Band". No fue esa la única ocasión en que la banda británica colaboró con artistas pop. Un año después de publicar aquel album, en 1968, The Beatles volvieron a lanzar otro disco al mercado. Se trataba de un doble álbum titulado sencillamente "The Beatles", en el que se incluían algunas canciones que con el tiempo se convertirían en algunas de las más conocidas del grupo, como "Back in the U.S.S.R." o "While My Guitar Gently Weeps". Sin embargo, ese disco es conocido por la mayoría de los aficionados a la música y seguidores del grupo no por ese título, sino por este otro: "The White Album", por la famosa portada blanca diseñada por el pintor pop británico Richard Hamilton.

Al igual que ocurriera con The Sargent Pepper's , fueron, una vez más, Paul McCartney y su amigo el galerista Robert Fraser, los que contactaron con Hamilton. En un artículo de Diego Manrique ("El País" 1-02-1999), se recogen las palabras con que el pintor describe su primer encuentro con los músicos y cómo se gestó la idea de una portada tan minimalista: "En el primer encuentro me hicieron esperar más de media hora. Yo iba viendo pasar a jovencitas en minifalda y largas botas que se paseaban mucho, pero no hacían nada. Cada vez me sentía más incómodo, no estaba enfadado, pero sí muy molesto. Cuando finalmente hablamos les dije, un poco para sacármelos de encima, que como habían hecho una portada tan llena de elementos -en referencia a The Sargent Pepper's- tenían que hacer una cosa totalmente blanca, como contraste". Sobre ella, como puede verse en la fotografía de arriba, que corresponde a la edición original del disco en vinilo, se añadió únicamente el nombre del grupo grabado en relieve y una numeración de seis cifras que en las ediciones posteriores terminaría por eliminarse.
El sobrio y austero título del disco fue sugerido también por el pintor, así como la genial ocurrencia de numerarlo, que McCartney aceptó de inmediato porque pensaba que haría subir las ventas del LP. Numerar una obra de arte traslada un mensaje de exclusividad, de edición limitada, sólo al alcance de algunos pocos elegidos. Con ello el artista trataba de provocar una situación irónica, ya que la finalidad de un disco es justamente la contraria, vender millones de copias, cuantas más mejor. Sin embargo, esa idea aplicaba perfectamente el concepto que Hamilton tenía de lo que debía ser arte, en sus palabras "efímero, popular, barato, producido en serie, joven e ingenioso". Una auténtica declaración de intenciones de lo que fue el pop-art.
Para terminar, en wikipedia y en esta otra página podeis curiosear sobre los aspectos musicales del disco y las interioridades de algunas de las canciones que lo componen, y en el enlace de abajo podeis disfrutar con la genial "Back in the U.S.S.R." y apreciar el efecto que causaban entre los jóvenes de la época.


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