jueves, 10 de julio de 2008

¿Por qué pintaban los hombres del Paleolítico?

El abate Henri Breuil en las cuevas de Rouffignac (1957)
Uno de los asuntos más controvertidos del arte prehistórico, y en particular de la pintura, es su significado. ¿Por qué y para qué pintaban los hombres del Paleolítico? Desde luego, no es una pregunta que tenga una respuesta fácil, y los investigadores, como no podía ser de otra forma, manejan diferentes hipótesis, algunas aparentemente con más fundamento que otras, pero todavía hoy continúa siendo un misterio sin resolver.

De entre todas las posibles respuestas que se han dado, hay dos que poseen una mayor aceptación entre los estudiosos, la que aportó en los años 50 el abate Henri Breuil, y la teoría que manejó a partir de los 60 André Leroi-Gourhan, ambos franceses. A ellos dos corresponden las imágenes que ilustran este comentario. En la primera puede verse al abate Breuil en las cuevas de Lascaux (Francia), tumbado y contemplando las pinturas del techo, con un cigarrillo encendido colgando de sus labios. En la segunda Leroi-Gourhan se nos muestra con un aspecto de intelectual elegante y refinado, al que contribuye no poco la pipa que sostiene entre sus manos, mientras mira directamente a la cámara. Desde luego, esas fotografías en blanco y negro producen un sentido evocador de otros tiempos, de un espíritu aventurero y pionero, cercanos a la imagen cinematográfica de un Indiana Jones. Pero también ilustran perfectamente, lo que sufrieron las pinturas paleolíticas durante muchos años, hasta el punto de correr un grave peligro de desaparición y tener que tomar medidas extremas para su protección, como es el caso de las propias cuevas de Altamira y de Lascaux.

André Leroi-Gourhan
Ambos investigadores mantuvieron posturas diferenciadas sobre la interpretación del arte paleolítico, pero coinciden en algo, tanto para uno como para otro, el arte rupestre va más allá de lo puramente artístico, no es sólo un afán estético el que lo guía. Breuil, pensaba que las pinturas tenían un significado mágico y ritual. Nuestros antepasados, al igual que algunas tribus primitivas actuales, pintaban aquello que iban a cazar, y lo hacían pensando que de esta forma la caza les iba a ser más favorable, o abundante, de ahí que también aparezcan figuras de hembras preñadas. Sería por tanto un rito propiciatorio de magia simpática. Esta teoría ya había sido formulada por Salomón Reinach en 1903, pero fue el abate Breuil quien la hizo popular en 1952. En contra de esta tesis se dice que los animales más pintados eran bisontes y caballos, pero que, en cambio, no eran estos los animales más cazados por nuestros antepasados del Paleolítico. A partir de los años noventa, y tomando como referencia las dataciones cronológicas de muchas de las pinturas, esta teoría ha tomado impulsos renovados.

Por su parte, André Leroi-Gourhan, formuló una teoría mucho más compleja, de carácter estructuralista, y a la que no es ajena su propia formación como antropólogo. A partir del análisis in situ de más setenta cuevas europeas, y aplicando métodos estadísticos, creyó encontrar en todas ellas un patrón de comportamiento común. En contra de la opinión sostenida hasta entonces, afirmó que la distribución de las imágenes y su localización en el interior de las cuevas, no era aleatorio ni producto del azar, sino que reproducían una secuencia que se repetía de una a otra. Según él, hay determinados animales, el bisonte y el caballo, que ocupan el centro de las composiciones; mientras que otros, como los ciervos, cabras, etc., tienen una disposición periférica con respecto a los primeros. A partir de ahí, concluyó que el bisonte y el caballo representaban, respectivamente, lo femenino y lo masculino, es decir, las fuerzas opuestas y complementarias del Universo que generan la vida. En su opinión, las cuevas pintadas serían una especie de santuarios religiosos, en los cuales podrían haberse llevado a cabo determinados ritos de iniciación, relacionados con el paso de la adolescencia a la vida adulta. Los detractores de esta teoría argumentan que, de ser cierta, exigiría que todas las pinturas se hubiesen realizado de una vez, siguiendo un "programa", lo que no siempre se corresponde con las dataciones cronológicas de las pinturas, y además en muchas de las cuevas no se encuentra la misma organización.

Sean las explicaciones estas, o cualquiera de las otras que se han dado, la respuesta sigue abierta.

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