domingo, 18 de marzo de 2018

Palacio de la Cancillería, y el Renacimiento llegó a Roma

Palacio de la Cancillería, Roma
El lenguaje arquitectónico del Renacimiento se fue conformando en Florencia a lo largo del siglo XV. Las nuevas élites urbanas, integradas por banqueros y comerciantes, surgidas de la creciente actividad económica de la región en los últimos tiempos de la Edad Media, parecen rivalizar para demostrarse entre ellas, y también ante el resto de sus conciudadanos, su status de superioridad. La expresión de ese poder político y económico se va a traducir en la construcción de suntuosas viviendas, auténticos palacios urbanos cuya construcción encargaron a los más reputados arquitectos del momento. Es en ellos donde probablemente esta arquitectura inspirada en el mundo de la antigüedad clásica alcanza las notas más personales y genuinas del nuevo estilo.

Los Medici, una familia de banqueros, se habían convertido en la familia más poderosa de Florencia. En principio habitaban una modesta residencia en la Vía Lata (hoy Vía Cavour), pero decidieron mudarse a una vivienda más lujosa cuya construcción encargaron en 1444 a Michelozzo di Bartolomeo (conocido también como Michelozzo Michelozzi), y que con el transcurso del tiempo pasaría a la familia Riccardi. Poco después, en 1446, el rico mercader florentino Giovanni Rucellai inició las obras del palacio que lleva su nombre. Los trabajos fueron dirigidos por Bernardo Rossellino siguiendo los planos trazados por el gran arquitecto Leon Battista Alberti. En 1458, el banquero Luca Pitti encargó la construcción de un nuevo palacio cuyas ventanas, si damos por buena  la creencia popular, habían de ser más grandes que la puerta principal del Palacio Medici-Riccardi. La construcción de este palacio no está del todo clara. Vasari dice que fue obra de Brunelleschi,  y que su discípulo Luca Fancelli ejerció como ayudante, aunque es bastante probable que el papel de este último fuese mucho más importante de lo que Vasari pensaba, y que fuese Fancellli realmente quien diseñó este importante palacio florentino. En cualquier caso, las obras del mismo no pudieron terminarse hasta el siglo siguiente, debido a sus dimensiones exageradas. El último de los grandes palacios florentinos del Quatrocento que han sobrevivido hasta nuestros tiempos es el Palacio Strozzi. Que los Strozzi fuesen menos influyentes y ricos que los Medici no supuso un obstáculo para que Benedetto da Maiano les construyera un soberbio palacio que superaba  incluso en monumentalidad al de aquellos.

L. B. ALBERTI, Palacio Rucellai, Florencia
Fot. wikipedia
La idea de este tipo de residencias urbanas palaciegas a la toscana, se difundió rápidamente por el resto de Italia. La presencia de Alberti en Roma, reclamado por el Papa Nicolás V, y de otros arquitectos toscanos fue decisiva para el impulso de la arquitectura renacentista en la Ciudad Eterna, pero con un carácter más local que proviene de las antiguas ruinas romanas que se ofrecen por todas partes, y que no podían encontrarse por Florencia.

El Palacio de la Cancillería es el primero de los palacios romanos que se construye con el nuevo gusto renacentista. Empezó a levantarse hacia 1483, por orden del Cardenal Raffaelo Riario, uno de los sobrinos del Papa Sixto IV. Para construir su nueva residencia fue preciso derribar los antiguos edificios que había en aquella zona del Campo de Marte, incluyendo la reforma de la antigua basílica de San Lorenzo in Damaso, de la que era titular el Cardenal. Hacia 1489 las obras debían estar bastante avanzadas, porque en septiembre de aquel año, Riario ganó 14.000 ducados, una gran suma de dinero, en una partida de dados a Franchescetto Cybo, el hijo del Papa Inocencio VIII, el sucesor de Sixto IV. Naturalmente, Inocencio VIII le ordenó devolverlo, pero el Cardenal se negó aduciendo que lo había gastado todo en las obras de su palacio.

La fachada principal estaba terminada hacia 1495, según puede verse en una inscripción sobre el friso, y al año siguiente el Cardenal ocupaba la residencia, aunque aún no habían finalizado las obras. En 1517, Riario y otros cuatro cardenales fueron acusados de participar en un complot para acabar con la vida del Papa León X. Uno de ellos murió asesinado en prisión, y aunque Riario consiguió escapar con vida, su palacio fue confiscado y se convirtió en la residencia oficial del vicecanciller papal, siendo conocido desde entonces por su nombre actual de Palacio de la Cancillería.

Una de las cuestiones más debatidas es el nombre del arquitecto o arquitectos que lo realizaron, que continua siendo un misterio. La opinión más aceptada es que pudo tratarse de una obra colectiva en la que pudieron intervenir diferentes arquitectos. Es el propio Vasari quien afirma que Bramante "y otros excelentes arquitectos" contribuyeron en el planeamiento del palacio, y que su ejecución correspondió a Antonio da Montecavallo, un arquitecto prácticamente desconocido de quien se ha sugerido que podía ser hermano del escultor y arquitecto lombardo Andrea Bregno. Otros historiadores han apuntado otros nombres, como el sienés Francesco di Giorgio Martini o el florentino Baccio Pontelli, que bien pudieron responsabilizarse de los primeros diseños del palacio. Se menciona también la posible participación de Andrea Bregno, aunque no cabe duda que la aportación más importante es la que se atribuye al gran arquitecto Donato Bramante, cuya personalidad puede reconocerse en el magnífico patio.

BRAMANTE [atribuido]. Patio del Palacio de la Cancillería, Roma
Fuese quien fuese el arquitecto, lo que es evidente es que para su fachada, elegantemente revestida de piedra, se inspiró abiertamente en el Palacio Rucellai de Alberti. En ambos domina el efecto horizontal, subrayado mediante el empleo de cornisas y entablamentos que marcan las distintas alturas, traduciendo la superposición de pisos inspirada en el Coliseo. Verticalmente los muros se articulan mediante el uso alterno de pilastras y ventanas, aunque con diferencias en uno y otro palacio.

En su planta baja, el Palacio de la Cancillería es totalmente plano, una pared de sillares únicamente alterados por los dos portales y las ventanas conformadas por arcos de medio punto, colocadas sobre la fina moldura, a modo de cornisa, que recorre horizontalmente la fachada. En la planta principal, en cambio, las ventanas están enmarcadas por pilastras y sobre cada una de ellas se coloca un medallón con una rosa, el emblema de la familia Riario. Los espacios anchos son ocupados por las ventanas, y se alternan con otros ciegos, más estrechos. El mismo esquema se repite en el tercer y último piso, salvo que las ventanas son rectangulares.

Uno de los aspectos que más llama la atención en la Cancillería, son sus imponentes dimensiones. Los 92 metros que miden su fachada no eran propios de edificios civiles, sólo se habían empleado antes en edificios públicos o gubernamentales, y le dan un aspecto de grandiosidad que va a sentar las bases del clasicismo romano en la centuria siguiente.

El patio atribuido a Bramante bien puede tenerse como uno de los monumentos más elegantes y más austeros de la Roma renacentista, las dos cualidades precisamente que mejor le definen como arquitecto. Tanto la ordenación del patio como de los pisos, muestran una claridad desconocida hasta entonces en Roma. Aunque no hay documentos que confirmen la participación de Bramante, esta bien puede concluirse, ya que se encontraba en Roma desde 1499, tras haber pasado muchos años en la corte milanesa de los Sforza. El propio Vasari, generalmente bien informado, da cuenta de su intervención en las obras del palacio, como hemos dicho antes, y quizá conviene recordar que el Cardenal Riario era una de las más importantes amistades romanas de Bramante. Si a todo ello le unimos la ordenación del patio y de los pisos, con una claridad desconocida hasta entonces en Roma, resulta casi imposible resistirse a aceptar la intervención de Bramante.

BRAMANTE [atribuido]. Patio del Palacio de la Cancillería, Roma. Detalle de las arcadas del piso principal

El patio es rectangular y perfectamente simétrico, con los dos primeros pisos rodeados de elegantes arcos de medio punto que descansan sobre columnas de orden toscano. Cinco arcadas en el lado corto y ocho en el más largo. Las cuarenta y cuatro columnas del patio son de granito y probablemente fueran reutilizadas de antiguos edificios romanos como el Teatro Pompeyo, las termas de Diocleciano y la propia basílica de San Lazaro in Damaso. Las del segundo piso descansan sobre pedestales que se unen mediante una balaustrada corrida. El tercer piso, en cambio, lo forma un cuerpo de ventanas separados por pilastras planas. Los únicos elementos decorativos volvemos a encontrarlos en las rosas del emblema de los Riario, ubicadas en las enjutas de los arcos.

El gran tamaño, la composición regular y la decoración clásica del Palacio de la Cancillería, hicieron de él el modelo en que mirarse los futuros palacios romanos.

Referencias:

  • BRUSCHI, A. (1971). "Donato Bramante". En Dizionari biografico degli italiani. Vol. 13
  • CHASTEL, A. (1998). El arte italiano. Madrid: Ed. Akal
  • NIETO ALCAIDE, V. y CHECA, F. (2000). El Renacimiento. Formación y crisis del modelo clásico. Madrid: Ed. Istmo
  • PAOLETTI, J. T. y RADKE, G. M. (2002), El arte en la Italia del Renacimiento. Madrid: Ed. Akal
  • URQUÍZAR HERRERA, A. y CÁMARA MUÑOZ, A. (2017). Renacimiento. Madrid: Ed. Universitaria Ramón Areces

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