Fotografía de Terra Antiquae |
En 1952 un golpe de estado a cargo del Movimiento de los Oficiales Libres, llevó al poder a Gamal Abdel Nasser que se convirtió en 1953 en presidente y hombre fuerte de Egipto. Una de sus primeras decisiones fue construir una segunda presa en Asuán. Este proyecto iba a tener implicaciones tanto políticas como arqueológicas, ya que, por una parte requería de una importante inversión económica que Egipto no podía afrontar por sí solo y, por otra, la subida del nivel de las aguas del Nilo inundaría numerosos templos y monumentos de Nubia, entre ellos el propio templo de Abu-Simbel. Ramsés II, treinta y tres siglos después de muerto, sin pretenderlo, volvió a participar en una guerra. El rescate del templo de Abu-Simbel se convirtió en uno más de los episodios que enfrentaron a los Estados Unidos y la URSS en la guerra fría que libraron las dos grandes superpotencias por el control del mundo tras la Segunda Guerra Mundial.
Los americanos vieron inicialmente en Nasser una figura capaz de liderar a los árabes y frenar la influencia del comunismo en Oriente Medio, y por tanto un posible aliado en la guerra fría. Para ganarse su confianza ofrecen ayuda económica al gobierno egipcio para construir la presa. A cambio, esperaban que este pusiera su liderazgo al servicio de la resolución del conflicto entre los países árabes e Israel. Nasser intenta sacar provecho de la situación y solicita armamento a los Estados Unidos bajo el pretexto que para ejercer ese liderazgo necesitaba reforzar su ejército. Eisenhower, a la sazón presidente de los Estados Unidos, a través de Duster Folles, secretario de Estado, accedió inicialmente, aunque con algunas condiciones que no fueron del agrado de Nasser, por lo que rechazó la propuesta americana. Si los americanos no quieren, quizá quieran los rusos, debió pensar el líder egipcio. Los americanos, pensando que se trataba de un farol, se mantienen firmes en su posición. Pero Nasser no iba de farol y alcanzó un acuerdo con la URSS para recibir armas y pagar con algodón y cereales, lo que provocó el enfado de los países occidentales. Enfado que aumentaría todavía más tras el reconocimiento de Egipto de la China comunista de Mao. En esas circunstancias, Estados Unidos, para presionar a Egipto, niega la ayuda económica solicitada por el país africano para la construcción de la presa de Asuán, explicando que ello era imposible en las circunstancias del momento, pero también presiona dificultando el acceso del país africano a los créditos internacionales.
La respuesta de Nasser no se hizo esperar y constituyó toda una declaración de intenciones: la nacionalización del Canal de Suez hasta entonces en manos de empresas británicas y francesas, lo que abrió una importantante crisis internacional. Egipto pensaba así, con los ingresos de la explotación del Canal, financiar gran parte de la obra de Asuán. La URSS, por otro lado, vio en el conflicto de Asuán la posibilidad de aumentar su influencia y su presencia en la zona y se ofreció de inmediato a prestar la ayuda económica requerida por las autoridades egipcias, con lo que las obras comenzaron casi de inmediato.
Solucionado el escollo se abrió un segundo frente, cómo salvar los monumentos y tesoros que el agua del Nilo iba a sepultar con la subida del nivel de las aguas por la presa, y entre ellos los templos de Abu-Simbel, tanto el de Ramsés II como el de su esposa Nefertari. Nasser confió la búsqueda de la solución a su ministro de Cultura, Sarwat Okasha que no necesitó mucho para convencer a Christine Desroches Noblecourt, eminente egiptóloga y conservadora de antigüedades del Louvre, para que liderara el llamamiento a la comunidad internacional para salvar los templos de Nubia. El nombre de Christine Desroches, que falleció recientemente, en junio de 2011, a la edad de 97 años, ha quedado desde entonces indisolublemente unido al del templo de Abu-Simbel.
Estados Unidos, contrariado por los acontecimientos descritos, declaró que el proyecto nunca se llevaría a cabo, y utilizó toda su influencia para que no se concediese el menor apoyo internacional a un posible proyecto de rescate, aunque finalmente no le quedó más remedio que sumarse a la corriente internacional y terminaría por incorporarse al mismo. Desde el primer momento, el papel de Christine Desroches se mostró decisivo. Entendió rápidamente que si había un organismo internacional capaz de movilizar los recursos que se necesitaban para salvar aquel patrimonio, ese era la UNESCO, a la que hubo de convencer para salvar unos monumentos que a finales de los años 50 del siglo XX no eran tan conocidos como lo son hoy. Y por ahí empezó, por enseñar al mundo las maravillas artísticas que estaban amenazadas, invitando a gobernantes, representantes de la cultura, personajes influyentes,... a visitar los monumentos. Es célebre el discurso de su compatriota, el escritor André Malraux, entonces ministro francés de Cultura, en defensa del proyecto:
El 8 de marzo de 1960, la UNESCO lanzó un llamamiento internacional a las naciones del mundo para rescatar los monumentos de las aguas del Nilo. El clima de guerra fría que se vivía por entonces no era el más adecuado para una propuesta de este tipo, pero finalmente, la simpatía que el proyecto empezó a ganar en todo el mundo hicieron posible lo que parecía imposible, incluso la participación norteamericana, en una operación que no cabe calificar más que de faraónica, tanto por el coste de la misma como por las dificultades técnicas que entrañaba.
Años más tarde, en 2004, Christine Desroches ponía de relieve en una entrevista, las terribles presiones a que se vio sometida y las implicaciones entre la alta política y la cultura:
Una vez tomada la decisión del rescate, el problema era cómo hacerlo, cómo trasladar el colosal templo de Ramsés II a un lugar seguro. Tras presentarse diferentes proyectos, la UNESCO se decidió por el de un equipo de ingenieros franceses que pretendían levantar los templos por un sistema de flotadores hidráulicos y elevarlos hasta el lugar escogido. La solución técnicamente era posible, sin embargo, económicamente el costo era muy elevado, por lo que finalmente fue desestimada. En su lugar, se escogió otra solución ideada por una firma de ingenieros suecos, que contemplaba el corte del monumento en grandes bloques de piedra, su izado a través de grúas gigantescas, el almacenamiento y cuidado de cada uno de esos bloques mientras duraban las operaciones y, finalmente, la reconstrucción del templo.
La operación de corte, ya de por sí muy complicada, había que hacerla además al mismo tiempo que río abajo se levantaba la presa. Es decir, no se disponía de mucho tiempo para hacerlo porque la subida del nivel de las aguas era mucho más rápido que el traslado del templo. La única solución posible para evitarlo era levantar a su vez un enorme dique delante del templo de Ramsés II, a modo de protección, que contuviera las aguas del río y evitar que se inundara el templo. Para ello hubo que trabajar a contrarreloj, durante día y noche.
Como apuntábamos, la operación de corte fue extremadamente complicada. Abu-Simbel está construído con una piedra arenisca extremadamente frágil, por lo que hubo de inyectársele unas sustancias químicas que fortalecieran y permitieran el corte y, al mismo tiempo, preservaran los relieves que recubrían los muros del templo. Una vez despiezado el monumento, se procedió al desmonte y construcción del nuevo emplazamiento, en un lugar a 64 metros por encima del lugar que ocupaba originalmente el templo, y con la misma orientación, para preservar el fenómeno solar que los antiguos egipcios habían conseguido en Abu-Simbel. No deja de ser paradójico que, a pesar de nuestros medios y adelantos técnicos, los técnicos del siglo XX no fuesen capaces de conseguir una medición tan exacta cómo la que los constructores egipcios habían hecho tres mil trescientos años antes, y erraron el cálculo, así que aunque hoy el sol sigue iluminando los rostros de los dioses, lo hace con un día de adelanto.
La operación de salvamento de Abu-Simbel concluyó en 1968, con la apertura del templo en su nuevo emplazamiento. El coste de la misma y del resto de monumentos de Nubia se cifró por la UNESCO en junio de 1972 en 42.244.970 dólares, de los cuales más de 22 millones procedían de la solidaridad internacional de cincuenta estados miembros del organismo, y por entonces aún no se había acometido otro de los grandes retos, el salvamento de los monumentos de la isla de Philae, que costaría unos 13 millones de dólares más. La ayuda, sin embargo, no le salió gratis a Egipto. A cambio de ella, se comprometió a ceder cuatro templos para su traslado a algunos de los países que colaboraron en la empresa: el templo de Ellesiya a Italia; el de Debod a España; el de Dendur a Estados Unidos; y el de Taffa a Holanda; además de numerosas antigüedades para diferentes museos de todo el mundo. El rescate de Abu-Simbel constituyó el punto de partida para la toma de conciencia por los estados de la importancia del la conservación del patrimonio mundial, y el primer paso para el Tratado Internacional de la Convención sobre la protección del patrimonio cultural y natural, aprobado por la UNESCO en 1972.
Por último, os dejo aquí un vídeo en inglés que muestra algunos detalles de la compleja operación de rescate del templo de Ramsés II.
Fotografía de Unesco.org |
La respuesta de Nasser no se hizo esperar y constituyó toda una declaración de intenciones: la nacionalización del Canal de Suez hasta entonces en manos de empresas británicas y francesas, lo que abrió una importantante crisis internacional. Egipto pensaba así, con los ingresos de la explotación del Canal, financiar gran parte de la obra de Asuán. La URSS, por otro lado, vio en el conflicto de Asuán la posibilidad de aumentar su influencia y su presencia en la zona y se ofreció de inmediato a prestar la ayuda económica requerida por las autoridades egipcias, con lo que las obras comenzaron casi de inmediato.
Fotografía de Structure for Life & World |
Estados Unidos, contrariado por los acontecimientos descritos, declaró que el proyecto nunca se llevaría a cabo, y utilizó toda su influencia para que no se concediese el menor apoyo internacional a un posible proyecto de rescate, aunque finalmente no le quedó más remedio que sumarse a la corriente internacional y terminaría por incorporarse al mismo. Desde el primer momento, el papel de Christine Desroches se mostró decisivo. Entendió rápidamente que si había un organismo internacional capaz de movilizar los recursos que se necesitaban para salvar aquel patrimonio, ese era la UNESCO, a la que hubo de convencer para salvar unos monumentos que a finales de los años 50 del siglo XX no eran tan conocidos como lo son hoy. Y por ahí empezó, por enseñar al mundo las maravillas artísticas que estaban amenazadas, invitando a gobernantes, representantes de la cultura, personajes influyentes,... a visitar los monumentos. Es célebre el discurso de su compatriota, el escritor André Malraux, entonces ministro francés de Cultura, en defensa del proyecto:
"El poder que creó los monumentos colosales está amenazado hoy ...., nos habla una voz tan importante como la de los arquitectos de Chartres, como la de Rembrandt... Su súplica es histórica, no porque proponga salvar los templos de Nubia, sino porque con ella la civilización global demanda por primera vez y públicamente el arte del mundo como su herencia indivisible. Solamente hay una acción sobre la que la indiferencia de las estrellas y el eterno murmullo de los ríos no tienen ningún dominio, es el acto por el cual el hombre arrebata algo a la muerte"
El 8 de marzo de 1960, la UNESCO lanzó un llamamiento internacional a las naciones del mundo para rescatar los monumentos de las aguas del Nilo. El clima de guerra fría que se vivía por entonces no era el más adecuado para una propuesta de este tipo, pero finalmente, la simpatía que el proyecto empezó a ganar en todo el mundo hicieron posible lo que parecía imposible, incluso la participación norteamericana, en una operación que no cabe calificar más que de faraónica, tanto por el coste de la misma como por las dificultades técnicas que entrañaba.
Años más tarde, en 2004, Christine Desroches ponía de relieve en una entrevista, las terribles presiones a que se vio sometida y las implicaciones entre la alta política y la cultura:
"Mucha gente que hoy se vanagloria de haber participado en la tarea era partidaria entonces de dejar que [los templos] fueran destruídos. Como los norteamericanos: hicieron todo lo posible por detenerme; me tacharon de loca y de liante, de arrastrar irresponsablemente a la UNESCO. Foster Dulles, que espero que esté muerto, y el embajador de Estados Unidos, el señor Reinhardt, dijeron que yo tenía una imaginación pervertida. Y esos días, la CIA hacía desparecer gente, así que eran tiempos peligrosos para quien les llevaba la contraria. No sabe cómo trataron a los egipcios esos cowboys: amenazaron al presidente Nasser, que se negó a venderse a los americanos, con que no tendría dinero de la banca internacional para la presa sino aplicaba la política que le dictaban. La política que han intentado aplicar en Irak. ¿Ha visto el resultado?"
Fotografía de Iconic Photos
Una vez tomada la decisión del rescate, el problema era cómo hacerlo, cómo trasladar el colosal templo de Ramsés II a un lugar seguro. Tras presentarse diferentes proyectos, la UNESCO se decidió por el de un equipo de ingenieros franceses que pretendían levantar los templos por un sistema de flotadores hidráulicos y elevarlos hasta el lugar escogido. La solución técnicamente era posible, sin embargo, económicamente el costo era muy elevado, por lo que finalmente fue desestimada. En su lugar, se escogió otra solución ideada por una firma de ingenieros suecos, que contemplaba el corte del monumento en grandes bloques de piedra, su izado a través de grúas gigantescas, el almacenamiento y cuidado de cada uno de esos bloques mientras duraban las operaciones y, finalmente, la reconstrucción del templo.
La operación de corte, ya de por sí muy complicada, había que hacerla además al mismo tiempo que río abajo se levantaba la presa. Es decir, no se disponía de mucho tiempo para hacerlo porque la subida del nivel de las aguas era mucho más rápido que el traslado del templo. La única solución posible para evitarlo era levantar a su vez un enorme dique delante del templo de Ramsés II, a modo de protección, que contuviera las aguas del río y evitar que se inundara el templo. Para ello hubo que trabajar a contrarreloj, durante día y noche.
Fotografia de E&T Magazine |
La operación de salvamento de Abu-Simbel concluyó en 1968, con la apertura del templo en su nuevo emplazamiento. El coste de la misma y del resto de monumentos de Nubia se cifró por la UNESCO en junio de 1972 en 42.244.970 dólares, de los cuales más de 22 millones procedían de la solidaridad internacional de cincuenta estados miembros del organismo, y por entonces aún no se había acometido otro de los grandes retos, el salvamento de los monumentos de la isla de Philae, que costaría unos 13 millones de dólares más. La ayuda, sin embargo, no le salió gratis a Egipto. A cambio de ella, se comprometió a ceder cuatro templos para su traslado a algunos de los países que colaboraron en la empresa: el templo de Ellesiya a Italia; el de Debod a España; el de Dendur a Estados Unidos; y el de Taffa a Holanda; además de numerosas antigüedades para diferentes museos de todo el mundo. El rescate de Abu-Simbel constituyó el punto de partida para la toma de conciencia por los estados de la importancia del la conservación del patrimonio mundial, y el primer paso para el Tratado Internacional de la Convención sobre la protección del patrimonio cultural y natural, aprobado por la UNESCO en 1972.
Por último, os dejo aquí un vídeo en inglés que muestra algunos detalles de la compleja operación de rescate del templo de Ramsés II.
Excelente trabajo Gonzalo. Enhorabuena por tanta dedicación. Ánimo y un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras de aliento, que buena falta hacen con los tiempos que corren. Un abrazo.
ResponderEliminarBravo por el artículo. Me he quedado con la boca abierta. No tenía ni idea siendo tan joven como soy.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarMuy gran artículo!!!
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegro que te haya gustado.
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