viernes, 22 de julio de 2011

Cafés de Oporto, entre el ayer y el mañana

Café Majestic, Oporto
"Ricardo Reis fue a la cocina, volvió al cabo de un momento con una cafeterita esmaltada, la taza, la cuchara, el azúcar, y lo colocó todo en la mesa baja que separaba las butacas, salió otra vez, volvió con los periódicos, echó café en la taza, azúcar.
- Usted no toma café, claro.
- Si aún me quedara una hora de vida tal vez la cambiara por una taza de café caliente.
- Pues aún daría más que aquel rey Enrique, que daba su reino por un caballo"

JOSÉ SARAMAGO, El año de la muerte de Ricardo Reis


Hay ciudades que se esfuerzan por parecer lo que fueron un día, pero que ya no son. Otras, en cambio, parecen como atrapadas en el tiempo, sin saber muy bien si es porque no pueden, no quieren o no saben dejar de ser lo que fueron. Oporto es una de ellas. En sus tiendas encontramos todavía carteles escritos a bolígrafo en papel de estraza, estanterías de maderas torneadas repletas de productos cuidadosamente desordenados que cubren las paredes de arriba a abajo, dependientes con delantal pesando las compras con aquellas balanzas que hace años que desaparecieron de nuestros almacenes de barrio, expulsadas por la modernidad y fría precisión de las electrónicas. O sus cafés, sus maravillosos cafés, que con sus mesas de mármol, sus camareros pulcramente uniformados, sus espejos, y el aroma penetrante de la infusión elevándose por encima de las voces que los llenan, nos hacen volver veinte o treinta años atrás en el tiempo. Junto a ellos, las grandes cadenas comerciales que encontramos en cualquier otra ciudad del mundo.

Almeida Garrett, escritor portugués nacido precisamente en Oporto, escribió a mediados del siglo XIX:
"El café es uno de los rasgos más característicos de una tierra. El viajero experimentado y atento llega a cualquier parte, entra en el café, lo observa, lo examina, lo estudia, y ha conocido el país en el que está, su gobierno, sus leyes, sus costumbres y su religión.
Llévenme con los ojos vendados donde quisieran, y no me quiten la venda sino en el café; y les aseguro que en menos de diez minutos le digo la tierra en la que estoy"

 Café Majestic (interior), Oporto


Dos antiguos cafés de la ciudad, reflejan perfectamente tanto lo afirmado por Almeida Garrett como ese debate entre el ayer y el mañana, entre el siglo XX y el XXI, que se respira en las calles de Oporto y que es uno más de los ingredientes que aderezan la fascinación que ejerce la ciudad.

Uno de ellos es el Majestic que abrió sus puertas en la rua Santa Catarina, allá por el año 1921, y trajo a Portugal los ecos del art nouveau que en el resto del continente estaba desapareciendo. En un principio se llamó Elite, aunque pronto abandonó aquel nombre para ser conocido como Majestic, que sonaba más parisino y europeo, más cosmopolita en definitiva. No necesitó mucho tiempo para convertirse en uno de los locales más distinguidos de la ciudad, lugar de encuentro de la más selecta burguesía, pero también de artistas, escritores y celebridades del momento, como el aviador Gago Coutinho que acudía siempre en compañía de bellas mujeres.

Café Majestic (interior), Oporto

Entre los años 60 y 80, el Majestic, como el resto de los grandes cafés de la ciudad, fue asistiendo al cambio de las costumbres y los gustos de los portuenses, más inclinados a otro tipo de locales, y su deterioro fue progresivo, hasta que en 1983 se le declaró bien de interés público y patrimonio cultural. Se sometió a un proceso de restauración y recuperó el esplendor de antaño. Los techos de yeso volvieron a mostrar los dorados perdidos, los hermosos espejos belgas fabricados en Amberes volvieron a lucir espléndidos sobre las paredes, entre relieves y formidables apliques de hierro y cristal. Las mesas de mármol y los asientos de cuero grabados pegados a la pared. Así es como hoy luce su aristocrático aspecto, para disfrute de turistas y nativos, respetando el estilo art  nouveau con el que se inauguró. En la página web del Majestic (en portugués e inglés) podeis leer algo sobre su historia y su restauración.


 Antiguo Café Imperial, Oporto


Si el Majestic es el ayer, lo que fue Oporto, un caso bien diferente es el antiguo Café Imperial, de estilo art decó, no muy lejos del anterior, en la importante Avenida dos Aliados, casi en la confluencia con la Plaza da Liberdade y la estación de Sao Bento.  Bien podría decirse que la transformación del establecimiento representa el Oporto del siglo XXI y un claro exponente de la globalización de nuestra era, ya que se ha convertido en una hamburguesería de la cadena McDonald's.


Antiguo Café Imperial (interior), Oporto


Cuando abrió al público en 1936, se accedía al edificio por una puerta giratoria. Sobre ella un águila fundida en bronce, obra del escultor Henrique Moreira, presidía la entrada, y que todavía puede admirarse hoy, sólo que por encima del rótulo de esta cadena de comida rápida, que imitan el tono bronceado del águila, en lugar de lucir el característico rojo y amarillo del resto de locales del mundo. Antiguamente, en el salón interior había un llamativo mostrador al fondo que ocupaba todo el ancho del mismo, y a los lados otros dos, en uno de ellos se vendía café y en el otro tabaco y periódicos. Lógicamente, hoy no se conservan ninguno de ellos, aunque sí, afortunadamente, la decoración art decó que lucía el antiguo café.


Detalle de uno de los vitrales del antiguo Café Imperial, Oporto


Al entrar, lo que más llama la atención, sin duda, son los magníficos vitrales restaurados, obra de Leone, donde se muestra la transformación del café, desde la cosecha, el transporte en barco, la descarga hasta que, finalmente, es servido en la mesa. Sobre los espejos de las paredes pueden verse aún los bajorrelieves en yeso, también de Henrique Moreira, con diferentes escenas de danza. La inusual decoración, los espejos y las lámparas de araña que cuelgan del techo, inusuales en este tipo de locales, ofrecen un complicado encaje con los letreros luminosos y los dibujos chillones de los populares menús de la cadena, así como también con el público fundamentalmente joven que suele acudir a él.


Bajorrelieves con motivos de danza sobre los espejos en el interior del antiguo Café Imperial, Oporto


No sé si agradecer a McDonald's que mantenga el edificio y la decoración o aumentar mi aversión por este tipo de establecimientos por haber convertido este hermoso café en lo que hoy es. En cualquier caso, si vais por Oporto no dejeis de visitar ninguno de estos o de los otros antiguos cafés de Oporto, seguro que este trabajo de María Teresa Castro Costa os dará muchas pistas para disfrutarlos y saborearlos, como pude hacer yo en el puente de diciembre del último invierno.

2 comentarios:

  1. Fantástica entrada, Gonzalo.Es una ciudad maravillosa...con tantos recuerdos personales...

    ResponderEliminar
  2. Gracias Antonio, sí que es maravillosa, sí. Sus calles, sus cafés, sus puentes,sus gentes, ...

    ResponderEliminar