martes, 29 de junio de 2010

Triada de Mikerinos

Triada de Mikerinos. (Imperio Antiguo. Dinastía IV, hacia 2470 aC) Museo de Arte Egipcio de El Cairo.


La famosa Triada de Mikerinos ha sido una de las obras que los alumnos andaluces han debido comentar en las recientes pruebas de acceso a la Universidad.

Los faraones de la IV Dinastía (2700 - 2500 aC aprox.) han pasado a la historia como los grandes constructores de pirámides, y son sus monumentos los que nos dan una idea del poder que disfrutaron estos monarcas. Aparte de esto, no son muchas las noticias que se tienen sobre la historia política de esta dinastía del Imperio Antiguo. Se sabe que comerciaban con los fenicios, que hacían expediciones a Nubia y al Sinaí para extraer mineral de cobre, combatieron a los beduinos del desierto occidental y a los pueblos asiáticos que intentaron penetrar en el valle del Nilo, y poco más.

Uno de estos faraones fue Mikerinos, o Menkaure' si lo preferimos en egipcio (2490 - 2472 aC). Según los historiadores era hijo del faraón Kefrén, y gobernó Egipto durante dieciocho años. Mandó erigir su pirámide junto a la de Kheops y la de Kefrén, en el complejo funerario de Gizeh, algo más pequeña que aquellas y que estaba inacabada en el momento de su muerte.

Fue precisamente en las excavaciones realizadas por George Reisner entre 1908 y 1910 en el templo funerario de Mikerinos, donde aparecieron numerosas estatuas y estatuillas que representan al rey, unas veces solo y en otras ocasiones acompañado de la reina o con las diosas de los nomos (provincias). Los historiadores no se ponen de acuerdo en si había tantas triadas (representaciones del faraón acompañado por dos diosas) como nomos, o sólo se hacían representaciones de aquellos nomos en los que se rendía un culto especial a Hathor. Sin duda, la mejor de todas ellas es la que hoy nos ocupa.

Triada de Mikerinos (detalle). (Imperio Antiguo. Dinastía IV, hacia 2470 aC) Museo de Arte Egipcio de El Cairo.


La composición es un magnífico ejemplo de las características de la escultura egipcia, ajustándose perfectamente a sus ideales estéticos: hieratismo, frontalidad, simetría, bloques compactos, canon de dieciocho puños e idealismo en la representación de los faraones.

El grupo escultórico representa, en este caso, al faraón Mikerinos, en el centro, acompañado por la diosa Hathor a su derecha, y a su izquierda por la diosa del nomo 17, de Kynópolis, o del Perro Negro.

La posición central de Mikerinos, su mayor tamaño y su posición ligeramente adelantada respecto al grupo, no dejan lugar a la duda de quién es el protagonista, por encima de las diosas que lo acompañan. Como es habitual en estas composiciones, el faraón porta algunos de los símbolos que le son propios, como la corona del alto Egipto y la barba osiríaca. Se representa como un hombre joven, bello y fuerte, con una actitud de energía contenida que contrasta con la expresión relajada del rostro, de pequeñas dimensiones y probablemente fiel a los rasgos del monarca. El rey avanza en el mundo con paso decidido y enérgico, garantiza la estabilidad del orden político, económico y social, eso es lo que se nos quiere decir en esta imagen. Ahora bien, debe la legitimación de sus poderes a las dos diosas que lo acompañan, le abrazan y le guían de manera discreta pero firme.

Junto a él, y a su derecha la diosa Hathor, a quien se solía representar como una mujer con cuernos de vaca y el signo solar. Hathor es la diosa del cielo, la "Dorada", símbolo de la luz y del calor de la vida. Es la madre divina, la que da luz al sol y crea la vida; es la diosa del amor, símbolo de la belleza juvenil. Sus epítetos de "señora de la alegría, de la música y del amor" la aproximan a los humanos, y es venerada en todo Egipto e incluso fuera de él.


El faraón Mikerinos y su esposa Khamenerebty. (Imperio Antiguo, Dinastía IV, hacia 2470 aC) Museo de Bellas Artes de Boston.

El nombre de Hathor significa "La casa de Horus", ya que unas veces se la personifica como la madre y otras veces como la esposa del rey, por eso la reina de Egipto se identificaba como Hathor. Hathor lleva en su mano derecha, de manera casi imperceptible el anillo shen, símbolo de la eternidad. El rostro de la diosa presenta un enorme parecido con otra famosa escultura del faraón Mikerinos, en la que aparece acompañado de su esposa Khamenerebty II, lo que nos induce a pensar que es el papel de esposa el que asume en este grupo.

A la izquierda la divinidad local, que lleva en la cabeza el emblema del nomo 17 del Alto Egipto. Personifica la fecundidad de la tierra, base material del poder del rey. Es decir, las dos diosas representan dos mundos: el terrenal y el celestial, toda la órbita solar, en la que introducen al faraón guiándole del brazo.

Las figuras femeninas son un prodigio de sensualidad, con sus vestidos ajustados que bajan hasta los tobillos, y dotan de esbeltez a las figuras. Aunque vestidas, la ligereza de las telas que las cubren no pueden apenas esconder su desnudez, subrayando discretamente su feminidad con la acentuación plástica del triángulo púbico y los senos. Una imagen, por otra parte, bastante habitual en las representaciones femeninas de esta época del arte egipcio.

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