Después de dos años en París, y cansado de la vida en la gran ciudad, Van Gogh sigue las recomendaciones de Henri Toulouse-Lautrec y en febrero de 1888 se traslada a Arlés, en el Mîdi francés. Todo lo que había aprendido hasta entonces, sobre todo de los impresionistas en París, pero aislado de cualquier otra influencia, le permite dar un salto en su carrera que ahora alcanza la plena madurez. Es en Arlés donde Vincent se convierte en el gran maestro que hoy conocemos y admiramos. La luz del sur se apodera de su paleta y arranca de ella algunas de sus grandes obras maestras.
De todo esto es plenamente consciente el pintor, y de ello va dando cuenta de manera sucesiva a través de la correspondencia con su hermano Théo. A los pocos meses de llegar, a principios de agosto de 1888 escribe de manera reveladora:
"encuentro que lo que he aprendido en París se va, y que vuelvo a las ideas que me habían venido en el campo antes de conocer a los impresionistas.
Y me asombraré muy poco si dentro de un tiempo los impresionistas encuentran qué criticar en mi manera de hacer, que ha sido más bien fecundada por las ideas de Delacroix que por las suyas.
Porque no quiero reproducir exactamente lo que tengo delante de los ojos, sino que me sirvo arbitrariamente del color para expresarme con más fuerza.
En fin, dejemos tranquilo esto como teoría, pero te voy a dar un ejemplo de lo que quiero decir.
Quisiera hacer el retrato de un amigo artista que sueña grandes sueños, que trabaja como canta el ruiseñor, porque su naturaleza es así. Este hombre será rubio. Yo quisiera poner en el cuadro mi aprecio, el amor que siento por él.
Lo pintaré, pues, tal cual, tan fielmente como pueda, para empezar.
Pero el cuadro así no está acabado. Para terminarlo me vuelvo entonces un colorista arbitrario.
Exagero el rubio de la cabellera, llego a los tonos anaranjados, a los cromos, al limón pálido.
Detrás de la cabeza, en lugar de pintar el muro trivial del mezquino departamento, pinto el infinito, hago un simple fondo del azul más rico, más intenso que pueda confeccionar, y por esta sencilla combinación, la cabeza rubia iluminada sobre este fondo azul rico obtiene un efecto misterioso como la estrella en el azul profundo".
Vincent Van Gogh, Cartas a Théo . Madrid, Alianza Ed., 2008 (p. 308)
VINCENT VAN GOGH. Café en Arlés (1888) Otterlo, Kröller-Müller Museum
De este modo, en la búsqueda incesante de la verdad que es la obra de Van Gogh, se percibe en estos meses, un gusto persistente por el detalle expresivo; es decir, por el expresivismo, entendiendo como tal aquello que se nutre no sólo de la apariencia de la realidad, sino de su expresión, de su contenido. Esa expresión provoca cierta deformación llena de sugestiones nuevas.
Definitivamente, Arlés es el encuentro con la luz y con el color: "Ahora por aquí tenemos un calor espléndido y fuerte sin viento -escribe a Théo-, lo que me viene muy bien. Un sol, una luz, que a falta de otra cosa mejor no puedo llamar más que amarilla, amarillo de azufre pálido, limón pálido oro. ¡Qué hermoso es el amarillo!".
El estudio del color y las dificultades económicas son el eje central de su estancia en Arlés. Las cartas a Théo expresan su preocupación por los apuros económicos, por todo el dinero gastado en sus pinturas y la ausencia de beneficios, incapaz de vender ni uno solo de sus cuadros. En ocasiones, la situación es desespereda y le cuenta a Théo que "durante estos cuatro días he vivido principalmente de 23 cafés y con el pan que todavía tengo que pagar. [...] He estado ocupado de tal modo desde el jueves, que de jueves a lunes no he hecho más que dos comidas, por lo demás no tenía más que pan y café, que todavía estaba obligado a beber a crédito y que debo pagarlo hoy. Así que si puedes, no te demores".
VINCENT VAN GOGH. La casa amarilla (1888). Museo Van Gogh, Amsterdam
Son los apuros económicos los que esgrime para convencer a Théo, que se ha convertido en marchante de Gauguin, para que este último vaya a vivir con él a Arlés, ya que de este modo ahorrarían gastos. Vincent está convencido que los pintores modernos, como Gauguin y él mismo, terminarán por triunfar, pero que para eso todavía falta mucho, insistiendo en que considere el dinero que gasta en ambos como una inversión de futuro. Su idea era establecer en el pequeño pueblecito una colonia de artistas, de la que sería su iniciador.
Por fin, en octubre, y después de una insistencia continua por su parte, Gauguin llega a Arlés y se instala en la casita amarilla que Vincent ha alquilado y decorado con sus girasoles. Al principio, las cosas marchan razonablemente bien entre los dos artistas, pero poco a poco, la convivencia se deteriora. Según contó más tarde Gauguin, Vincent empezó a dar señales de un comportamiento extraño, empezó a derrochar el dinero que le mandaba Théo con tanto esfuerzo y sacrificio, y se volvió brusco y ruidoso. Tras varios incidentes, Gauguin decide regresar a París, y es entonces cuando sufrió un intento de agresión por parte de Vincent, que terminó en el célebre episodio en que éste último se cortó la oreja, o parte de ella. Este episodio, por lo conocido y por las sombras que se ciernen sobre él, y por la importancia que puede tener para conocer al personaje, merece que le dediquemos una entrada donde se trate con mayor detenimiento.
Izquierda: VINCENT VAN GOGH. Autorretrato (dedicado a Paul Gauguin) (1888) Cambridge (Mass.), Fogg Art Museum, Harvard University; Derecha: VINCENT VAN GOGH. Mi cuarto de Arlés (1888) Museo Van Gogh, Amsterdam.
A raíz del incidente, Van Gogh es internado en el hospital de Arlés, donde se le diagnostica una especie de epilepsia. Al salir del hospital, vuelve a sufrir una serie de crisis nerviosas y, a petición de sus vecinos arlesianos, que no se sienten seguros con el comportamiento del pintor del que están convencidos que está loco, es internado nuevamente en el cercano sanatorio mental de Saint-Rémy en mayo de 1889.
Como en las entradas anteriores, las imágenes de este artículo han sido obtenidas de La galería de Vincent Van Gogh, una de las mejores páginas que podemos encontrar sobre el pintor. Entre otras cosas allí podreis encontrar la correspondencia completa del pintor en inglés, aunque yo he preferido manejar la edición en español de sus Cartas a Théo publicadas en Alianza Editorial (Madrid, 2008), de donde proceden las citas de esta entrada.
Como en las entradas anteriores, las imágenes de este artículo han sido obtenidas de La galería de Vincent Van Gogh, una de las mejores páginas que podemos encontrar sobre el pintor. Entre otras cosas allí podreis encontrar la correspondencia completa del pintor en inglés, aunque yo he preferido manejar la edición en español de sus Cartas a Théo publicadas en Alianza Editorial (Madrid, 2008), de donde proceden las citas de esta entrada.
Muy interesante tu blog. Te invito a visitar el mio para que puedas ver algunos de mis trabajos, entre ellos, mi versión de la silla de van gogh: http://rafachevira.blogspot.com/2011/09/silla-de-van-gogh.html
ResponderEliminarEspero verte por allí.