jueves, 8 de abril de 2010

Vincent Van Gogh (1)

VINCENT VAN GOGH. Autorretrato (1887) Museo Van Gogh, Amsterdam


A pesar de que Vincent Van Gogh vivió tan sólo 37 años, y no se dedicó a pintar más que durante los últimos diez de su vida, entre 1880 y 1890, es uno de los pintores más conocidos por el gran público y uno de los artistas holandeses más famoso de todos los tiempos. Resulta curioso pensar que si su fallecimiento se  hubiese producido tan sólo cinco años antes de la fecha que ocurrió, pocos serían los que hablaran hoy de Van Gogh.

Antes de dedicarse a la pintura, Van Gogh trabajó en La Haya, en una sucursal de la Casa Goupil, que se dedicaba a la venta de grabados artísticos. Su carácter arisco y difícil explican los sucesivos traslados en el negocio, primero a Bruselas, luego a Londres y, finalmente, a París, donde dedicaría su tiempo libre a estudiar las obras del Louvre.

En 1876,  sintió una repentina vocación religiosa, abandonó su trabajo y se propuso ingresar en la Facultad de Teología de Amsterdam. Sus problemas, especialmente con el estudio del griego, le hicieron desistir de ese propósito, por lo que en 1879 se convirtió en misionero evangelista en la difícil comarca minera de Borinage, en Bélgica. Incapaz de dedicarse a nada en su vida sin una pasión violenta, su exceso de celo asustaba a los mineros.  Su forma de vida miserable, y la falta de sueño por pasar las noches enteras velando a los enfermos, le hicieron caer enfermo a él mismo. Su padre terminaría por arrancarlo de aquel lugar y llevarlo de nuevo al hogar familiar. A partir de aquel momento de 1880, se entregaría a su auténtica pasión, la pintura.

VINCENT VAN GOGH. Autorretrato (1889), Museo d'Orsay, París


En esa única década de su vida como artista, produjo una obra ingente, compuesta por más de ochocientas pinturas y más de mil dibujos, acuarelas y litografías. Además de pintar, Vincent escribió un gran número de cartas, la mayoría dirigida a su hermano Théo, su auténtico ángel de la guarda. Esta correspondencia se ha convertido en la principal fuente de información sobre el pintor.

Aunque en los comienzos de su carrera recibió algunas lecciones de pintura de Anton Mauve, y más tarde, durante su estancia en París, permaneció algunos meses en el taller de Fernand Cormon, puede decirse que Van Gogh fue un pintor autodidacta, y de ello le gustaba vanagloriarse.

Su aprendizaje artístico lo hizo a base de lectura de libros, visitas a museos, consejos de amigos artistas y una dedicación casi obsesiva por la pintura que terminaría por hacer de él uno de los mejores exponentes del movimiento postimpresionista.

Con el paso del tiempo, terminó desarrollando un estilo propio y particular, con pinceladas de una enorme fuerza expresiva, aplicadas en ocasiones con tanta vehemencia que parecen esculpidas más que pintadas. Esta forma de pintar tan peculiar, la acompañaba de un colorido vivo y brillante, tan expresivo como la propia pincelada. Su técnica variaba según el efecto que buscase, acentuando unas veces la línea y otras el color, pero siempre con un característico movimiento rítmico. Sus huellas e influencia se dejarían notar pronto en las nuevas generaciones de pintores que irrumpían en la escena de las vanguardias europeas.

VINCENT VAN GOGH. Autorretrato, dedicado a Paul Gauguin (1888). Fogg Art Museum Harvard University (Massachussets)

Pocos artistas como Van Gogh han dejado a través de su pintura un testimonio tan claro de su trayectoria vital, de sus estados de ánimo, de sus preocupaciones, que se proyectaban en sus cuadros, a veces de una forma directa y otras indirecta, pero siempre de manera consciente. Leyendo su correspondencia con Théo, se aprecia claramente cómo reflexionaba sobre su obra, sus consideraciones sobre el color y sobre los artistas que le interesaban. Además, lo hizo con precisión y coherencia e,  incluso, con una cuidada expresión narrativa, propia de quien era un ávido lector de clásicos y contemporáneos.

El 27 de julio de 1890, domingo, dejó sin terminar una carta a su hermano Théo, salió a los campos de trigo de Auvers y se disparó con su revólver un tiro en el pecho. Apenas si había vendido un cuadro en su vida pero, tras su muerte, empezó a surgir el interés por su pintura. Una vida sentimental desdichada, la falta de reconocimiento artístico, sus transtornos mentales y el trágico suicido que puso final a su vida, forjaron la leyenda del artista maldito. Una exposición celebrada en París en 1901, once años después de su desaparición, colocó el nombre de Vincent Van Gogh en un lugar de privilegio en la Historia del Arte.

En los próximos días iremos publicando una serie de entradas en las que haremos un recorrido sobre las distintas etapas de su carrera, haciéndolas coincidir con los lugares en la que la desempeñó: Holanda (1880-1886), París (1886-1888), Arlés (1888-1889), Saint-Rémy (1889-1890) y Auvers (1890).

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