DONATELLO. David (bronce, detalle) (1430) Museo Nazionale del Bargello, Florencia.
Entre la amplia nómina de escultores italianos del siglo XV, destaca por encima de cualquier otro el nombre de Donato di Niccoló di Betto Bardi, a quien todos llamaban Donatello, el escultor más influyente de su época. Nació en Florencia, en el año 1386, en el seno de la humilde familia de un cardador de lana, y en la misma ciudad falleció en el año 1466. Sus primeros pasos como artista los dio aprendiendo el trabajo de orfebre, pero cuando tenía 17 años ya estaba trabajando con Lorenzo Ghiberti, en la época que este labraba las formidables puertas del baptisterio de la catedral florentina.
En aquella época se forjó una amistad profunda con el arquitecto y escultor Filipo Brunelleschi. Juntos viajaron a Roma, donde estudiaron los monumentos de la antigüedad clásica. Sus contemporáneos le consideraron un genio y como dice Vasari "en su época ningún artista lo superó, y en nuestra edad no hay nadie que se le pueda comparar". Tampoco la crítica posterior ha escatimado los elogios hacia el arte de Donatello, y se le compara justamente con Miguel Ángel y Bernini.
A poco que analicemos su obra podemos descubrir que su interés se centra en las figuras aisladas, más que en las grandes composiciones de carácter pictórico o narrativo. Es en ella donde obtiene resultados más brillantes su genio creativo, y casi toda su obra se caracteriza por su expresividad, su fidelidad a la realidad, su abundancia de motivos formales y su capacidad de evolución. De este modo fue capaz de reflejar el transcurso de la vida en sus figuras, desde la infancia hasta la vejez; los estados de ánimo, de la alegría a la tristeza; y para ello no se detuvo ni ante lo feo ni ante lo desagradable, cuando ello fue necesario.
DONATELLO. San Jorge (1416) Museo Nazionale del Bargello, Florencia
Los historiadores trazan tres grandes etapas en su producción. La primera de ellas transcurre, aproximadamente, entre los años 1414 y 1425 en Florencia, es su etapa de formación. En ella puede observarse que, junto a la pervivencia de influencias góticas, se revelan tendencias clásicas como descubrimos en el San Marcos de la iglesia de Orsanmichele, alojada en una hornacina, como las esculturas góticas, pero con plena autonomía respecto al marco arquitectónico, del que se desliga por completo, al tiempo que recupera el sabor clásico a través de un sereno contraposto.
A este período corresponde también el famoso San Jorge, que labró para la misma iglesia que la anterior. Vasari la elogió por su potencia expresiva. En el pedestal que la sostiene, esculpió un relieve donde el héroe da muerte al dragón y, por primera vez, simultanea la perspectiva lineal con su peculiar técnica del stiacciato (aplastado), consistente en graduar la composición mediante una sucesión de planos aplastados, que prestan al conjunto un efecto pictórico.
La obra más importante de este período es el conjunto de esculturas que se le encarga para el campanario de la catedral de Santa María de las Flores, entre las que sobresale la del Profeta Habacuc, inspirado en los bustos romanos, y en la que se impone lo que algunos historiadores llaman "naturalismo moralista". No podemos olvidar tampoco una de mis preferidas, el San Juan Evangelista, que un siglo más tarde serviría de inspiración al gran Miguel Ángel para componer su formidable Moisés, en quien es imposible no pensar cuando se la contempla.
Su segunda etapa suele calificarse como clasicista, y transcurre aproximadamente entre 1425 y 1443. Sus trabajos no se limitan a su Florencia natal, sino que también los desarrolla en otras ciudades italianas como Prato y Roma. La primera obra donde descubrimos el enorme influjo de la antigüedad clásica es en el David de bronce. Basta compararlo con aquel otro que había esculpido en sus primeros años, en mármol, para apreciar lo sustancial de su evolución. En el primero, David tiene la actitud resuelta de un héroe y las formas lineales propias del gótico; en el segundo, en cambio, el joven, inmortalizado como un joven y bellísimo pastor toscano, parece no saber cómo ha podido erigirse en vencedor de tan desigual combate. La luz resbala sobre la brillante superficie de bronce, reforzando el fuerte contraposto, de evidente raigambre praxiteliana.
En esta época inició también una fructífera colaboración con el arquitecto Michelozzo de la que salió una tipología de monumento funerario como el Sepulcro del Cardenal Rainaldo Brancacci, y que responde a un esquema muy simple: un arco de triunfo adosado sobre la pared, bajo el que se enmarca una inscripción conmemorativa y el sarcófago. Realizaron también juntos el Púlpito de la Catedral de Prato, cuya plataforma, en lugar de estar sostenida por una columna, está suspendida sobre el aire, como un balcón, y su antepecho decorado con figuras de niños danzantes (putis). Este modelo lo llevaría a la perfección, ya sin la colaboración de Michelozzo, en esa auténtica obra maestra que fue el Coro de la Cantoría de la Catedral de Florencia.
DONATELLO. Coro de la Cantoría de la Catedral de Florencia (1439). Museo dell'Opera del Duomo, Florencia.
Entre la amplia nómina de escultores italianos del siglo XV, destaca por encima de cualquier otro el nombre de Donato di Niccoló di Betto Bardi, a quien todos llamaban Donatello, el escultor más influyente de su época. Nació en Florencia, en el año 1386, en el seno de la humilde familia de un cardador de lana, y en la misma ciudad falleció en el año 1466. Sus primeros pasos como artista los dio aprendiendo el trabajo de orfebre, pero cuando tenía 17 años ya estaba trabajando con Lorenzo Ghiberti, en la época que este labraba las formidables puertas del baptisterio de la catedral florentina.
En aquella época se forjó una amistad profunda con el arquitecto y escultor Filipo Brunelleschi. Juntos viajaron a Roma, donde estudiaron los monumentos de la antigüedad clásica. Sus contemporáneos le consideraron un genio y como dice Vasari "en su época ningún artista lo superó, y en nuestra edad no hay nadie que se le pueda comparar". Tampoco la crítica posterior ha escatimado los elogios hacia el arte de Donatello, y se le compara justamente con Miguel Ángel y Bernini.
A poco que analicemos su obra podemos descubrir que su interés se centra en las figuras aisladas, más que en las grandes composiciones de carácter pictórico o narrativo. Es en ella donde obtiene resultados más brillantes su genio creativo, y casi toda su obra se caracteriza por su expresividad, su fidelidad a la realidad, su abundancia de motivos formales y su capacidad de evolución. De este modo fue capaz de reflejar el transcurso de la vida en sus figuras, desde la infancia hasta la vejez; los estados de ánimo, de la alegría a la tristeza; y para ello no se detuvo ni ante lo feo ni ante lo desagradable, cuando ello fue necesario.
DONATELLO. San Jorge (1416) Museo Nazionale del Bargello, Florencia
Los historiadores trazan tres grandes etapas en su producción. La primera de ellas transcurre, aproximadamente, entre los años 1414 y 1425 en Florencia, es su etapa de formación. En ella puede observarse que, junto a la pervivencia de influencias góticas, se revelan tendencias clásicas como descubrimos en el San Marcos de la iglesia de Orsanmichele, alojada en una hornacina, como las esculturas góticas, pero con plena autonomía respecto al marco arquitectónico, del que se desliga por completo, al tiempo que recupera el sabor clásico a través de un sereno contraposto.
A este período corresponde también el famoso San Jorge, que labró para la misma iglesia que la anterior. Vasari la elogió por su potencia expresiva. En el pedestal que la sostiene, esculpió un relieve donde el héroe da muerte al dragón y, por primera vez, simultanea la perspectiva lineal con su peculiar técnica del stiacciato (aplastado), consistente en graduar la composición mediante una sucesión de planos aplastados, que prestan al conjunto un efecto pictórico.
La obra más importante de este período es el conjunto de esculturas que se le encarga para el campanario de la catedral de Santa María de las Flores, entre las que sobresale la del Profeta Habacuc, inspirado en los bustos romanos, y en la que se impone lo que algunos historiadores llaman "naturalismo moralista". No podemos olvidar tampoco una de mis preferidas, el San Juan Evangelista, que un siglo más tarde serviría de inspiración al gran Miguel Ángel para componer su formidable Moisés, en quien es imposible no pensar cuando se la contempla.
Izquierda: San Juan Evangelista (1410-11); Derecha: Profeta Habacuc (1427-36). Ambas esculturas se encuentran en el Museo dell'Opera del Duomo, Florencia
Su segunda etapa suele calificarse como clasicista, y transcurre aproximadamente entre 1425 y 1443. Sus trabajos no se limitan a su Florencia natal, sino que también los desarrolla en otras ciudades italianas como Prato y Roma. La primera obra donde descubrimos el enorme influjo de la antigüedad clásica es en el David de bronce. Basta compararlo con aquel otro que había esculpido en sus primeros años, en mármol, para apreciar lo sustancial de su evolución. En el primero, David tiene la actitud resuelta de un héroe y las formas lineales propias del gótico; en el segundo, en cambio, el joven, inmortalizado como un joven y bellísimo pastor toscano, parece no saber cómo ha podido erigirse en vencedor de tan desigual combate. La luz resbala sobre la brillante superficie de bronce, reforzando el fuerte contraposto, de evidente raigambre praxiteliana.
Izquierda: David (mármol) (1409); Derecha: David (bronce) (1430). Las dos obras pueden verse en el Museo Nazionale del Bargello, Florencia.
En esta época inició también una fructífera colaboración con el arquitecto Michelozzo de la que salió una tipología de monumento funerario como el Sepulcro del Cardenal Rainaldo Brancacci, y que responde a un esquema muy simple: un arco de triunfo adosado sobre la pared, bajo el que se enmarca una inscripción conmemorativa y el sarcófago. Realizaron también juntos el Púlpito de la Catedral de Prato, cuya plataforma, en lugar de estar sostenida por una columna, está suspendida sobre el aire, como un balcón, y su antepecho decorado con figuras de niños danzantes (putis). Este modelo lo llevaría a la perfección, ya sin la colaboración de Michelozzo, en esa auténtica obra maestra que fue el Coro de la Cantoría de la Catedral de Florencia.
DONATELLO. Coro de la Cantoría de la Catedral de Florencia (1439). Museo dell'Opera del Duomo, Florencia.
A partir de 1443, tras su estancia en Padua, se inicia su última etapa, la de madurez. Su obra pone más énfasis en el realismo, en el dramatismo y en la expresividad. Probablemente la obra más conocida sea el Condottiero Gattamelatta, la primera estatua ecuestre en bronce desde la de Marco Aurelio. La figura del militar, inspirada claramente en los retratos romanos, se yergue imponente en la plaza de San Antonio de Padua, frente a la misma iglesia para la que Donatello realizó los relieves y las esculturas que se conservan de lo que fue su altar mayor y en los que narraba los Milagros de San Antonio.
Los últimos años de Donatello transcurren en Florencia, y anticipa la angustia y la terribilitá que luego cultivará Miguel Ángel en obras de una extraordinaria fuerza expresiva y modernidad como la Magdalena penitente, y que ya había ensayado anteriormente en algunas otras como el San Juan Bautista de la iglesia de Santa María Gloriosa dei Fre, en Venecia.
Izquierda: Condottiero Gattamelatta (1447-50), Plaza del Santo, Padua; Derecha: Magdalena penitente (1458), Museo dell'Opera del Duomo, Florencia.
En la wikipedia podeis leer un extenso artículo sobre Donatello, acompañado de una buena colección de imágenes de su obra. Algo más resumida es la de arteespaña. En cuanto a las imágenes, podeis encontrar una estupenda colección en Web Gallery of Art, de donde proceden las que ilustran este artículo. Por último, os dejo aquí una presentación que resume la trayectoria artística de Donatello elaborada por Juan Diego Caballero y que podeis encontrar en su blog ENSEÑ-ARTE, además de leer una entrada sobre Donatello.
Estimados/as “bloggers”:
ResponderEliminarNos gustaría informaros de la convocatoria del Certamen Internacional EducaRed, que pretende facilitar a la comunidad educativa nuevas herramientas, conocimientos y métodos de trabajo para asumir los cambios que las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) provocan en nuestra sociedad y en las nuevas generaciones de estudiantes, así como en los métodos de enseñanza y aprendizaje.
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El plazo de inscripción finaliza el 16 de abril. Si tenéis alguna duda, poneos en contacto con la Oficina del Certamen.
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