En el arte románico triunfa la escultura monumental, de tal modo que se establece una interesante armonía entre arquitectura y escultura, más apreciable, por lo general, cuanto mayor es la importancia del edificio.
Los mejores y mayores logros de la escultura se plasmaron en los tímpanos de las portadas de iglesias y catedrales, a través de las impresionantes e impactantes representaciones del Pantócrator, el Tetramorfos o las espeluznantes evocaciones del Juicio Final tal como aparece descrito en el Apocalipsis.
Fuera de ellas, la escultura encuentra un nuevo espacio para manifestarse en los claustros de esas mismas iglesias y monasterios. Estos espacios, constituidos por un corredor cubierto, normalmente cuadrado o rectangular, se separan de un espacio abierto, ocupado por un jardín, un pequeño huerto o una fuente, mediante una arquería de arcos de medio punto sostenidas por columnas. En los capiteles y pilares angulares de esas columnas encontrará el escultor románico un espacio propicio para la representación escultórica, desarrollándose lo que se ha dado en llamar capitel historiado. En ellos, la fantasía del artista, en no pocas ocasiones, se desborda, creando imágenes fantásticas y narrando sucesos con un primitivismo y estilo de un encanto indescriptible.
Colegiata de Santillana del Mar. Galería norte vista desde la galería oeste. Siglo XII-XIII
En España disponemos de magníficos ejemplos, como el claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), el de San Juan de la Peña (Huesca) o el que hoy nos ocupa, el de la Colegiata de Santillana del Mar, en Cantabria. Los orígenes del templo se remontan a la alta Edad Media, cuando se creó en el lugar un monasterio para albergar las reliquias de Santa Juliana. A finales del siglo XII el monasterio adoptó la fisonomía actual propia de la arquitectura románica, y el claustro pudo concluirse hacia el siglo XIII.
Tiene forma de cuadrilátero irregular y cuenta con cuarenta y tres capiteles esculpidos, repartidos en tres de sus cuatro galerías, y cuyo repertorio iconográfico incluye tanto capiteles historiados como vegetales y geométricos, con una talla de enorme calidad.
Capitel con centauro y tallos entrelazados. Colegiata de Santillana del Mar (Cantabria)
En ellos se da cuenta de diferentes episodios bíblicos, tanto del Antiguo como, especialmente, del Nuevo Testamento. Entre los temas representados aparecen diferentes escenas del Apocalipsis, del Bautismo de Cristo, del Descendimiento de la Cruz, etc.
También se representan animales fantásticos como centauros, dragones luchando contra caballeros, grifos, además de aves y serpientes gigantescas. Estas imágenes fantásticas constituyen algo habitual en la plástica escultórica medieval y se tomaban de los bestiarios, libros que venían a ser como una especie de colección de seres fantásticos o manuales de simbolismo animal. Tuvieron una enorme difusión y popularidad en la Europa medieval y todos ellos derivan del Physiologus, un bestiario cuyo original escrito en griego se ha perdido, pero que conocemos por manuscritos ilustrados con traducciones del texto al latín.
Estas imágenes tenían un origen oriental, bizantino y persa, y aunque no fueron aceptadas fácilmente por los pensadores cristianos, se impusieron de forma rotunda en el arte. Los animales, reales o fantásticos, como el resto de imágenes en el románico, estaban marcados por su simbolismo. En algunos casos, como el de las aves y los grifos, este simbolismo era positivo. Las primeras se identificaban con el alma, ya que pueden volar y ascender al cielo; los segundos se situaban muchas veces en las enjutas de los templos, y se consideraban como guardianes de los recintos sagrados, protegiendo la entrada a los mismos.
Colegiata de Santillana del Mar (Cantabria). Capitel con dragón y ángel.
Otras imágenes que aparecen en el claustro, como serpientes, dragones y centauros, tienen un simbolismo negativo. La serpiente es uno de los símbolos más conocidos del pecado y del demonio, en la iconografía cristiana. En cuanto a los dragones, en el románico suelen presentar más la forma de una serpiente alada y con garras, y es uno de los símbolos demoníacos por excelencia, genuino enemigo de Dios y del hombre. El centauro, por su parte, simboliza la brutalidad y la lujuria y con frecuencia, como ocurre en Santillana, se les representa con arco y flecha.
Los historiadores han notado un gran parecido en el estilo de estos capiteles con la portada románica de la iglesia de Santa María de Yermo (Cantabria), obra firmada por el maestro Pedro Quintana, por lo que es posible que se trate también del autor del claustro de Santillana.
Para saber más sobre este recogido e íntimo claustro románico, puedes consultar tanto la excelente e imprescindible claustro.com, página de Juan Antonio Olañeta con una detallada información y fotografías de cada uno de los capiteles, como la del Románico aragonés. También en arteguías puedes encontrar información tanto sobre la Colegiata como sobre el simbolismo de la escultura románica. Otra colección de imágenes puedes ver en astragalo.net.
Por último, os dejo aquí un video que he preparado con algunas fotografías del claustro tomadas durante mi última visita a Cantabria el pasado verano.
Colegiata de Santillana del Mar from G. Durán / Línea Serpentinata on Vimeo.
Estuve hace bastantes años en Santillana del mar y, la verdad, es que es impresionante la colegiata, bueno, toda Santillana. Muy acertado este post. Te felicito, Gonzalo. Un abrazo. Paco
ResponderEliminarGracias Paco.Santillana es una ciudad maravillosa, incluso en verano, llena de curiosos y visitantes. En las demás épocas del año, pasear por las calles y disfrutar de la ciudad es un placer enorme.
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