Picasso nació hace más de cien años en un mundo muy diferente al nuestro, en el que hemos crecido acostumbrados a los espectaculares cambios que se producen en la sociedad. Descubrimientos que hubieran parecido increíbles en el pasado son ahora algo común, y la verdad es que el hombre ha entrado a gran velocidad en la era atómica, época de maravillas y zozobras. Los avances de la ciencia han sido aceptados con avidez y sin apenas reflexionar sobre sus posibles consecuencias; y aún se espera que lleguen nuevos y deslumbrantes inventos con la misma ilusión con que un niño aguarda sus juguetes el día de Reyes.
Sin embargo, la sociedad no ha saludado con el mismo entusiasmo las revoluciones que han tenido lugar en las artes. En este campo los nuevos avances han suscitado por lo general una violenta oposición. El trabajo de los artistas de vanguardia era considerado, y aún hoy lo es, como blasfemia, obscenidad o inmoralidad, como una verdadera traición. Dos hechos ilustran perfectamente esta actitud: el grito de sales boches ("cerdos alemanes") con que se saludó la primera representación del ballet Parade en el París de 1917, y el término "arte bolchevique", empleado en los años veinte para designar unas formas artísticas que, paradójicamente, fueron luego condenadas en la URSS.
PABLO PICASSO. Naturaleza muerta con botella de ron (1911) Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
[...] Sin embargo, la situación ha cambiado bastante en los últimos años, hasta el punto que hoy nos resulta difícil imaginar cómo fue la lucha de aquellos artistas de los primeros años de nuestro siglo. La obra de quienes entonces se rebelaron se exhibe en lugares de honor, y el término "vanguardia" no tiene ya su antiguo significado de "desafío". Y si bien el talento y la imaginación de aquellos pioneros permanece incontrovertida, la valentía que mostraron en su lucha por abrir el camino a los nuevos conceptos de la estética, a las nuevas relaciones entre el arte y la vida, ha quedado relegada al olvido. Han cambiado los conceptos de "buen gusto", "sentido común" y "belleza", venerados por la sociedad en 1881 como normas de obligado cumplimiento. Incluso el mismo concepto de belleza es equívoco. La destrucción de estos gastados y desacreditados conceptos no fue el resultado de la labor de teóricos o eruditos, sino del trabajo creativo de aquellos artistas que descubrieron nuevas formas de de expresión y posibilitaron otros modos de ver las cosas.
Un movimiento de tal magnitud sólo puede arraigar cuando lo dirigen hombres de genio. Este siglo ha sido excepcionalmente rico gracias a la labor de unos pintores y escultores que han contriubuido, junto con los poetas, a la historia del arte contemporáneo; pero ningún hombre ha influido tan profundamente en esta revolución como Pablo Picasso.
Sin embargo, la sociedad no ha saludado con el mismo entusiasmo las revoluciones que han tenido lugar en las artes. En este campo los nuevos avances han suscitado por lo general una violenta oposición. El trabajo de los artistas de vanguardia era considerado, y aún hoy lo es, como blasfemia, obscenidad o inmoralidad, como una verdadera traición. Dos hechos ilustran perfectamente esta actitud: el grito de sales boches ("cerdos alemanes") con que se saludó la primera representación del ballet Parade en el París de 1917, y el término "arte bolchevique", empleado en los años veinte para designar unas formas artísticas que, paradójicamente, fueron luego condenadas en la URSS.
PABLO PICASSO. Naturaleza muerta con botella de ron (1911) Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
[...] Sin embargo, la situación ha cambiado bastante en los últimos años, hasta el punto que hoy nos resulta difícil imaginar cómo fue la lucha de aquellos artistas de los primeros años de nuestro siglo. La obra de quienes entonces se rebelaron se exhibe en lugares de honor, y el término "vanguardia" no tiene ya su antiguo significado de "desafío". Y si bien el talento y la imaginación de aquellos pioneros permanece incontrovertida, la valentía que mostraron en su lucha por abrir el camino a los nuevos conceptos de la estética, a las nuevas relaciones entre el arte y la vida, ha quedado relegada al olvido. Han cambiado los conceptos de "buen gusto", "sentido común" y "belleza", venerados por la sociedad en 1881 como normas de obligado cumplimiento. Incluso el mismo concepto de belleza es equívoco. La destrucción de estos gastados y desacreditados conceptos no fue el resultado de la labor de teóricos o eruditos, sino del trabajo creativo de aquellos artistas que descubrieron nuevas formas de de expresión y posibilitaron otros modos de ver las cosas.
Un movimiento de tal magnitud sólo puede arraigar cuando lo dirigen hombres de genio. Este siglo ha sido excepcionalmente rico gracias a la labor de unos pintores y escultores que han contriubuido, junto con los poetas, a la historia del arte contemporáneo; pero ningún hombre ha influido tan profundamente en esta revolución como Pablo Picasso.
ROLAND PENROSE, Picasso (1981)
Enhorabuena por tu trabajo y felicidades por sus magnificos resultados, si no tienes problemas agrego tu blog en los enlaces del mio, centrado también en Historia del Arte para mis alumnos de Bachillerato. www.enelvallearte.blogspot.com.
ResponderEliminarGracias y de nuevo mis felicitaciones
Gracias a ti Manuel, y seguro que pasaré por vuestro blog. Saludos
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