miércoles, 20 de mayo de 2009

Peter Paul Rubens, la quintaesencia de la pintura barroca

PETER PAUL RUBENS. Las Tres Gracias (1636-38). Museo del Prado, Madrid


Si pienso en la pintura barroca, casi siempre pienso en Caravaggio y Rubens, que es como pensar en la noche y el día. Tan distintos, en los aspectos artísticos y biográficos, probablemente representan las dos caras más genuinas y extremas de la pintura europea del Barroco.

Rubens fue el más importante pintor flamenco del siglo XVII y uno de los más importantes de su tiempo. Su influencia por toda Europa traspasó ampliamente los límites de su época. Los que lo conocieron, nos trasladaron la imagen de un hombre culto, refinado, elegante, políglota (hablaba seis lenguas además del latín), seductor, buen conversador y de una gran inteligencia.

Su producción es titánica, de una gran fecundidad, ya que los expertos le adjudican hoy más de tres mil cuadros, muchos de ellos de gran formato. Para eso se necesita una gran capacidad de trabajo como la que tenía el pintor flamenco, que se levantaba habitualmente a las cuatro de la mañana y trabajaba unas doce horas. Sin embargo, eso no es suficiente, y Rubens contaba con un formidable equipo de colaboradores, del que durante un tiempo formaron parte importantes pintores como Anton van Dyck y Jacob Jordaens. Ordinariamente Rubens dibujaba las composiciones y preparaba los bocetos coloreados, con las líneas maestras, que luego eran ejecutados por su taller, siguiendo las indicaciones y bajo su supervisión. En el taller había un trabajo altamente especializado, unos se encargaban de las flores, otros de las arquitecturas, animales, etc. Finalmente Rubens retocaba el cuadro y le daba el aspecto final. Lo admirable es el sentido de unidad de todas estas obras. En otras ocasiones, no dudaba en realizar obras en colaboración con otros artistas, con los que compartía la autoría.


PETER PAUL RUBENS. Ana de Austria (1620). Museo del Louvre, París.


Una producción tan amplia le permitió tocar prácticamente todos los géneros de la pintura, y podemos decir que todos de forma admirable. Sus retratos cortesanos, inspirados en los venecianos, saben traducir muy bien la importancia de los personajes, pero sin renunciar a mostrarnos los rasgos psicológicos de los mismos, como el que vemos junto a estas líneas de Ana de Austria, o los de María de Médicis, Cardenal Infante don Fernando y el Duque de Lerma.

Aunque probablemente su aspecto más conocido para el gran público es el de pintor de temas mitológicos, donde hace alarde de toda su maestría y sensualidad. Entre los más destacados están Las tres Gracias y El Juicio de Paris, para los que emplea como modelo a Elena Fourment, su segunda esposa; pero también El jardín del amor, El rapto de las hijas de Leucipo y un larguísimo etc. También cabe relacionar con la mitología algunas series histórico-alegóricas, como la pintada por encargo de María de Medicis, reina de Francia, y destinada a crear un modelo a seguir en el país galo, según el cual dioses y personajes históricos se entremezclan.


PETER PAUL RUBENS. Encuentro entre Enrique IV y María de Medicis (1622-25) Museo del Louvre, París.


En sus pinturas mitológicas a Rubens le gusta utilizar un gran número de personajes y es probablemente en ellas, donde el pintor muestra los mejores y más luminosos coloridos, acompañándolos de un movimiento que anima casi todas las composiciones, y en los que expresa un optimismo vital, propio de quien se abandona al placer del amor y de la belleza.

Finalmente, como pintor religioso crea una serie de grandes composiciones, que llaman la atención por su espectacularidad, lo que sin duda sería del agrado de sus clientes, por la imagen propagandística que en ella manifiesta de la Iglesia. Entre ellas se incluyen escenas de martirios, apoteosis de santos y alegorías de la Iglesia y la Eucaristía, en forma de carro triunfante, que también ejercieron una gran influencia. Entre las muchas obras religiosas podemos citar la Adoración de los Reyes, Erección de la Cruz, Descendimiento y el Juicio Final.


PETER PAUL RUBENS. Descendimiento de la Cruz (1610). Catedral de Amberes

Basta con examinar las obras aquí expuestas y compararlas con el conjunto de su producción, para apreciar que la paleta de Rubens se distinguió por un colorido fogoso, caliente, muy veneciano, al que no debió ser ajena su estancia en Italia, entre 1604 y 1609, en los que trabajó para el Duque de Mantua. Sus composiciones suelen tener un ritmo curvo constante, que les presta esa inconfundible sensación de movimiento, subrayado por su preferencia por la distribución de lineas diagonales. Finalmente, su gusto por el desnudo, que abunda en sus pinturas, tanto el masculino como el femenino, y ambos de formas contundentes y rotundas.

PETER PAUL RUBENS. El jardín del amor (1633). Museo del Prado, Madrid

La web Peter Paul Rubens Virtual Gallery (en inglés) ofrece una biografía del pintor flamenco y una extensa galería con 290 de sus pinturas, que además pueden mostrarse como un pase de diapositivas. A todo ello añade diferentes links para profundizar en los trabajos de Rubens. Por supuesto, nuestra siempre recomendada Web Gallery of Art, proporciona una magnífica colección de fotografías de sus pinturas e información sobre muchas de ellas.

Con esta colección de videos, podeis haceros una imagen bastante completa de la obra de Rubens en su conjunto. Que los disfruteis.


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