En el año 1649 Rembrandt, viudo de Saskia, contaba 43 años. Aquel año una joven de apenas 23 entró a formar parte del servicio doméstico en la casa del pintor. Rembrandt se enamoró de ella, aunque el pintor mantenía, como hemos visto en una entrada anterior, una relación con Geertge, también sirviente suya. Rembrandt la abandonó con las consecuencias que entonces vimos.
Las delicadas condiciones económicas impuestas por Saskia en su testamento, alejaron al pintor de cualquier intención de contraer matrimonio, pero vivió con Saskia como si lo fueran hasta el año 1663, cuando ella falleció a los 37 años, víctima de la peste que aquel año asoló Amsterdam. Se le dio sepultura en la iglesia de la Westwerk.
Sin embargo, no podemos pensar que este tipo de convivencia fuese fácil en una sociedad dominada por la rígida moral calvinista, que no aprobaría una vida en pecado. El momento más duro se produjo en el verano de 1654, cuando Hendrickje, en avanzado estado de gestación de su hija Cornelia, fue citada por la junta local de la Iglesia Reformada acusada de vivir en "libertinaje" con el artista. Con anterioridad la pareja había desoído dos requerimientos anteriores, pero en este último, el tercero, se citaba sólo a ella y no a Rembrandt, quizá como una prueba inequívoca del embarazo o quizá porque aquel hizo valer sus influencias. Cuando se presentó ante el tribunal reconoció que se había acostado con el pintor, y el asunto se arregló sin grandes sobresaltos. La joven recibió una reprimenda, prometió que se arrepentía de su conducta y se le prohibió tomar parte en la Eucaristía, eso fue todo. El episodio revela con claridad la moral hipócrita de la sociedad holandesa del XVII, ya que Hendrickje siguió viviendo con Rembrandt y nunca más se la molestó. Cómo no hubo más hijos, es decir, más pruebas públicas de pecado, nadie decía nada.
Las delicadas condiciones económicas impuestas por Saskia en su testamento, alejaron al pintor de cualquier intención de contraer matrimonio, pero vivió con Saskia como si lo fueran hasta el año 1663, cuando ella falleció a los 37 años, víctima de la peste que aquel año asoló Amsterdam. Se le dio sepultura en la iglesia de la Westwerk.
Sin embargo, no podemos pensar que este tipo de convivencia fuese fácil en una sociedad dominada por la rígida moral calvinista, que no aprobaría una vida en pecado. El momento más duro se produjo en el verano de 1654, cuando Hendrickje, en avanzado estado de gestación de su hija Cornelia, fue citada por la junta local de la Iglesia Reformada acusada de vivir en "libertinaje" con el artista. Con anterioridad la pareja había desoído dos requerimientos anteriores, pero en este último, el tercero, se citaba sólo a ella y no a Rembrandt, quizá como una prueba inequívoca del embarazo o quizá porque aquel hizo valer sus influencias. Cuando se presentó ante el tribunal reconoció que se había acostado con el pintor, y el asunto se arregló sin grandes sobresaltos. La joven recibió una reprimenda, prometió que se arrepentía de su conducta y se le prohibió tomar parte en la Eucaristía, eso fue todo. El episodio revela con claridad la moral hipócrita de la sociedad holandesa del XVII, ya que Hendrickje siguió viviendo con Rembrandt y nunca más se la molestó. Cómo no hubo más hijos, es decir, más pruebas públicas de pecado, nadie decía nada.
REMBRANDT. Hendrickje bañándose en un río (1654) National Gallery, Londres.
El amor de la pareja superó esa y otras muchas pruebas, como las derivadas de la desastrosa situación económica de Rembrandt a partir de la década de 1650, cuando se arruinó completamente. Sus problemas económicos habían comenzado mucho antes, cuando aún estaba casado con Saskia, pero ahora llegó a ser insostenible. Los elevados gastos del pintor por una parte, las ventas irregulares de sus cuadros y algunas pérdidas en inversiones comerciales, por otra, le llevaron a acumular una deuda de 13.000 florines. Incapaz de hacer frente a ella, el pintor se declaró en bancarrota. Aunque su patrimonio fue valorado en 17.000 florines, más que suficiente para pagar la deuda, en las subastas se alcanzaron precios mucho más bajos. El pintor hubo de malvender sus propiedades, su importante colección de obras de arte y, finalmente, su lujosa casa, por la que le pagaron 1.800 florines menos de los que había él pagado veinte años atrás. La pareja se mudó entonces a una casa alquilada en un barrio mucho más modesto, Rosengracht. Para evitar perderlo todo y convertir al pintor en una especie de esclavo de sus acreedores, ingeniaron un método de lo que hoy llamaríamos ingeniería financiera. Hendrickje y Titus, el hijo de Rembrandt, se asociaron y crearon una empresa para que la trabajaba Rembrandt, de esta manera las obras no le pertenecían a él, sino a la empresa. Como vemos, este tipo de chanchullos no son nuevos.
REMBRANDT. Betsabé (1654) Museo del Louvre, París
Igual que Saskia, Hendrickje se convirtió en modelo de numerosas pinturas y dibujos de Rembrandt, pero basta comparar unos y otros para adivinar lo diferente de ambas relaciones. Los retratos de Saskia muestran estampas hogareñas, serenas, un ama de casa discreta, una esposa. Los de Hendrickje, en cambio, muestran a la amante, y exhiben una sensualidad y una voluptuosidad que nos hablan de la pasión que la joven despertaba sobre Rembrandt, un hombre ya maduro en aquel entonces.
Los pinceles del pintor nos han dejado la imagen de una mujer de cara ancha, frente despejada, boca pequeña y redondeada y con una gran fuerza expresiva en la mirada, sugerente, misteriosa en ocasiones, triste, dulce y melancólica en otras.
La mayoría de los biógrafos y estudiosos de Rembrandt coinciden en afirmar que una de las que mejor simboliza su relación es Betsabé. En ella el pintor se inspira en el relato del Antiguo Testamento, donde se cuenta que el rey David sorprendió a una mujer bañándose, averiguó que era Betsabé, la esposa de Urías, uno de sus soldados, al que envió al frente donde murió. En el libro de Samuel únicamente se cuenta que "David envió mensajeros que la apresaron; ella vino a él y él yació con ella". Rembrandt suaviza la escena y nos muestra a la joven desnuda y pensativa con una carta, el mensaje, en las manos, mientras una criada seca sus pies. El aspecto de Betsabé muestra resignación, no placer por el requerimiento del soberano, como si Rembrandt comprendiese en la Biblia "que las mujeres de los reyes -como las criadas de su propia casa- tenían poco control sobre los destinos que determinaban si habían de ser esposas o concubinas" (Douglas Mannering, "El arte de Rembrandt"). Parece como si Rembrandt estuviese reflexionando en su propia situación cuando pintó este cuadro, en el mismo año que nació su hija Cornelia y que Hendrickje hubo de comparecer ante la junta local de la iglesia a rendir cuentas.
Tras su fallecimiento, la vida del pintor nunca volvió a ser la misma. Aquí teneis un pequeño album con algunas de las pinturas en que Hendrickje fue la modelo de Rembrandt.
REMBRANDT. Betsabé (1654) Museo del Louvre, París
Igual que Saskia, Hendrickje se convirtió en modelo de numerosas pinturas y dibujos de Rembrandt, pero basta comparar unos y otros para adivinar lo diferente de ambas relaciones. Los retratos de Saskia muestran estampas hogareñas, serenas, un ama de casa discreta, una esposa. Los de Hendrickje, en cambio, muestran a la amante, y exhiben una sensualidad y una voluptuosidad que nos hablan de la pasión que la joven despertaba sobre Rembrandt, un hombre ya maduro en aquel entonces.
Los pinceles del pintor nos han dejado la imagen de una mujer de cara ancha, frente despejada, boca pequeña y redondeada y con una gran fuerza expresiva en la mirada, sugerente, misteriosa en ocasiones, triste, dulce y melancólica en otras.
La mayoría de los biógrafos y estudiosos de Rembrandt coinciden en afirmar que una de las que mejor simboliza su relación es Betsabé. En ella el pintor se inspira en el relato del Antiguo Testamento, donde se cuenta que el rey David sorprendió a una mujer bañándose, averiguó que era Betsabé, la esposa de Urías, uno de sus soldados, al que envió al frente donde murió. En el libro de Samuel únicamente se cuenta que "David envió mensajeros que la apresaron; ella vino a él y él yació con ella". Rembrandt suaviza la escena y nos muestra a la joven desnuda y pensativa con una carta, el mensaje, en las manos, mientras una criada seca sus pies. El aspecto de Betsabé muestra resignación, no placer por el requerimiento del soberano, como si Rembrandt comprendiese en la Biblia "que las mujeres de los reyes -como las criadas de su propia casa- tenían poco control sobre los destinos que determinaban si habían de ser esposas o concubinas" (Douglas Mannering, "El arte de Rembrandt"). Parece como si Rembrandt estuviese reflexionando en su propia situación cuando pintó este cuadro, en el mismo año que nació su hija Cornelia y que Hendrickje hubo de comparecer ante la junta local de la iglesia a rendir cuentas.
Tras su fallecimiento, la vida del pintor nunca volvió a ser la misma. Aquí teneis un pequeño album con algunas de las pinturas en que Hendrickje fue la modelo de Rembrandt.
Felicidades, finalista en los III Premios Espiral Edublogs 09.
ResponderEliminarSaludos desde INICIARTE
Muchas gracias Antonio acabo de enterarme por tu mensaje, y lo mismo digo.
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