viernes, 27 de marzo de 2009

El patio del Castillo de La Calahorra y los orígenes de la arquitectura renacentista en España

A lo largo del siglo XVI, las nuevas corrientes artísticas surgidas en Italia el siglo anterior, comienzan a difundirse por Europa. España fue uno de los primeros lugares en los que se difundió el Romano, nombre que se le dio en aquel momento al Renacimiento, para diferenciarlo del arte nuevo o moderno, aplicado al gótico.

Para la introducción del estilo se siguen diferentes vías, como la publicación de obras teóricas (Medidas del Romano, de Diego de Sagredo); la llegada de artistas italianos (Domenico Fancelli, Pietro Torrigiano, ...); la formación de artistas españoles en Italia (Alonso Berruguete, Diego de Siloé, Pedro Machuca, etc.); y la importación de obras italianas como el patio del Castillo de Vélez-Málaga o del que hoy nos ocupa en La Calahorra.

Retrato de D. Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, Marqués del Zenete


Pero todo ello tampoco hubiera sido posible, como ocurrió en Italia, sin la presencia de los mecenas, como fueron las familias de los Mendozas, los Fonsecas o los Fajardos, conocedores y amantes de lo que se estaba produciendo en Italia.

El patio del Castillo-Palacio de La Calahorra, en Granada, puede considerarse como la primera obra del renacimiento español. Su construcción la ordenó D. Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, primer Marqués del Zenete y miembro destacado de una de estas familias de mecenas renacentistas, ya que era hijo, nada menos, que del Cardenal Mendoza y de Dª Mencía de Lemos, una de las camareras que acompañó a doña Juana de Portugal a Castilla. La reina Isabel la Católica, tan virtuosa, disculpaba elegantemente, en cambio, las debilidades del Cardenal, y llamaba a este hijo "el bello pecado del Cardenal". De personalidad fuerte, representa fielmente la encrucijada de dos mundos, el medieval y el renacentista, ardoroso combatiente en las guerras de frontera contra los moros de Granada, por una parte; culto y refinado, como prueba la enorme biblioteca que poseía, por la otra. Durante su estancia en Italia tuvo ocasión de conocer de primera mano las novedades artísticas que se gestaban. Una biografía, sin duda, muy interesante.


En el año 1508, enemistado con el rey Fernando, el Marqués se retira a Granada y proyecta la remodelación del Castillo de La Calahorra, para convertirlo en un palacio. Geográficamente se sitúa en un lugar conocido con el nombre de Llanos del Marquesado, elevado sobre una colina que permite un amplio dominio de las propiedades del señorío. El proyecto de reforma recae inicialmente sobre Lorenzo Vázquez, aunque luego se hará cargo del diseño del patio y de la decoración, que es lo que realmente nos interesa, un italiano, Michele Carlone. En los detalles decorativos, como los capiteles, que se alejan de la proporción corintia, se aprecia la dependencia del renacimiento lombardo. La elaboración de las distintas piezas que componen el patio y la decoración se hicieron en Génova con mármol de Carrara, y desde allí se trasladaron luego hasta Granada. No obstante, como las labores de construcción discurrían con más lentitud de lo previsto, D. Rodrigo se vio en la necesidad de contratar a un grupo de italianos que terminaron en Granada parte de la obra.


El patio, en dos niveles, se constituyó en el eje de la composición. Las arquerías están compuestas por arcos de medio punto y columnas de orden corintio. Las del piso superior se sitúan sobre pedestales que unen mediante una elegante balaustrada. Las galerías que rodean el patio se cubren con bóvedas de arista, de gran fragilidad, por lo que se ayudan con tirantes de hierro que son visibles. Es este otro rasgo que marca el carácter italianizante del edificio, como señalan Concepción Félez y Rafael López. El mismo procedimiento empleó, por ejemplo, Brunelleschi en el Hospital de los Inocentes de Florencia, y también podemos verlo en el fondo arquitectónico que ilustra la Anunciación del Prado de Fra Angelico. La razón obedecía a razones tanto estéticas como de proporción, pero los arquitectos españoles eran reacios a emplearlo porque creían que eso podía llevar a pensar que lo hacían por falta de conocimientos constructivos.


El otro punto de interés está en la decoración escultórica que ilustra el patio, con temas mitológicos, grutescos y heráldica, inspirados muchos de ellos en los dibujos y grabados del Codex Escurialensis una interesante obra que los antepasados del Marqués adquirieron en Roma y que se conservó en la familia Mendoza hasta 1576, en que pasó a la Biblioteca de El Escorial. De ahí proceden, entre otras, las imágenes de Hércules y Apolo, inspiradas en el Hércules Farnesio y en el Apolo de Belvedere que se reproducían en dicho códice.

Sobre la interpretación de la iconografía del patio, hay dos opiniones. Por un lado, Santiago Sebastián la interpreta desde un punto de vista religioso, y lo interpreta como un lugar de iniciación al más allá, dándole un sentido cristiano. Por otro lado, sin negar ese carácter cristiano de la decoración, Concepción Félez y Rafael López, conceden mucha más importancia al tema heráldico, que en su opinión expresa claramente una intención política, de exaltación del linaje de los Mendoza frente a la Monarquía. Para ello recuerdan el enfrentamiento que el Marqués había mantenido con la Corona, ya que había sido uno de los partidarios del rey Felipe I el Hermoso y enfrentado, por tanto, al rey Fernando el Católico, que en este momento había recuperado nuevamente el trono de Castilla en calidad de regente, dada la enfermedad de la reina doña Juana, su hija.

En la página de castillos.net podeis ver una breve información sobre la historia del castillo y ver una colección de fotografías del mismo, al igual que en esta otra de José Romero. Y para terminar os dejo aquí una colección de cinco videos sobre el castillo, elaborado por estudiantes de Arquitectura. Los dos primeros son una introducción histórica y los restantes se centran en el estudio del edificio en sí.

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