Autorretrato de Botticelli. Adoración de los Magos, (det.). Galería Uffizi, Florencia.
En el año de 1445, en el florentino barrio de Santa María Novella, muy próximo a la iglesia de Ognissanti, en el seno de una familia de curtidores de pieles, vino al mundo el que con el tiempo habría de ser uno de los pintores más famosos de su época, conocido con el nombre de Sandro Botticelli. Su verdadero nombre, sin embargo, no era ese, sino Alessandro Filipepi.
El hermano mayor de Alessandro, Giovanni , que se ganaba la vida como corredor de comercio, había sido apodado como botticello (en italiano, tonel, botijo o barrilete). Lo más probable es que el mote se debiera a su aspecto rechoncho, ya que era bajito y gordo, aunque también hay quien insinúa que realmente se lo habían puesto por su extraordinaria afición al vino. En cualquier caso, cuando su padre, pensó en alejar al pequeño y enfermizo Sandro de su insano taller de curtidor, y lo puso en manos de su hermano Giovanni el botticello, el mote se le traspasó también a él, aunque aplicándole el diminutivo botticelli. Vasari, en sus vidas discrepa en este punto, y escribe que el mote en realidad, lo heredó de otro de sus hermanos, Antonio, que era orfebre. La verdad es que siempre me ha resultado bastante chocante este mote, tan prosaico, y tan opuesto a la culta, refinada y elegante pintura del maestro florentino.
Vasari le describe como "muy agradable y bien parecido, y que siempre tenía diversión en su taller, dónde continuamente estaban muchos jóvenes, los cuales mucho se bromeaban y retaban". Vasari relata una de estas bromas, bastante pesada por cierto, ya que acusaba a un amigo suyo nada menos que de herejía. Seguramente, ese trato continuo con jóvenes fue una de las bases sobre la que se gestó su fama de homosexual y sobre la que se formuló la denuncia anónima de homosexualidad que recibió en 1502, y de la que salió libre. Algo parecido a lo que le ocurrió también a Leonardo da Vinci. Este tipo de acusaciones no era ninguna tontería, ya que aunque en la Florencia del Quattrocento la homosexualidad no era extraña (los alemanes llegaron a utilizar el término florenzer, florentino, para designar al sodomita), no dejaba de ser un delito grave, punible con la muerte y castigado con la hoguera, al menos en teoría porque casi nunca llegó a aplicarse.
Botticelli mantuvo bastante contacto con el taller de Andrea del Verrochio, el maestro de Leonardo da Vinci, y fue allí donde ambos debieron conocerse. Aunque Leonardo no ha dejado muchos comentarios sobre sus artistas contemporáneos, sí hizo algunos sobre Botticelli, y no precisamente buenos. En ellos critica sus paisajes, que califica de mediocres, y también algunas de sus obras, como relata Charles Nichols en la espléndida biografía que escribió de Leonardo da Vinci, y cuyo pasaje transcribo a continuación:
"Y vuelve a arremeter contra él [Botticelli] cuando se queja humorísticamente de la falta de decoro presente en la Anunciación: 'Hace pocos días vi una pintura de un ángel de la Anunciación que parecía estar expulsando a nuestra Señora de la habitación con movimientos que revelaban el mismo tipo de agresividad que uno mostraría hacia un enemigo al que odia, y Nuestra Señora parecía como si fuera a arrojarse desesperada por la ventana'. Probablemente se refería a la Anunciación que pintó Botticelli para la capilla de la familia Guardi hacia 1490, sobre la que podía afirmarse que el ángel está agazapado con gesto amenazador, si bien se trataría de una interpretación maliciosa. Una nota igualmente malintencionada se encuentra en una nota de Leonardo que comienza así: '¡Sandro! No dices por qué los segundos parecen estar a un nivel más bajo que los terceros', una referencia a la Navidad Mística de Botticelli pintada en 1500 y en la que las jerarquías de ángeles aparecen representadas de un modo que desafía las leyes de la perspectiva. Estos reproches no parecen característicos de Leonardo. Puede haber en ellos un componente psicológico, un deseo de superar una influencia temprana, de definirse a uno mismo por medio de la diferencia. La imitación era para Leonardo una forma de debilidad" (Charles Nichols, "Leonardo, el vuelo de la mente").
Botticelli gozó del favor de los Médicis, como lo demuestra que junto con Perugino, Ghirlandaio y Cosimo Rosselli, fuese uno de los elegidos para formar parte de la embajada pictórica que Lorenzo de Médicis envió a Roma para colaborar en la Capilla Sixtina, entonces recién construida. Aquel trabajo, como otros muchos de su carrera, debió estar extraordinariamente bien pagado, sin embargo, como recuerda Vasari, aunque "dicen que ganó mucho y gastó todo".
En el declive personal del pintor debió influir también su repentina conversión a las predicaciones del siniestro Girolamo Savonarola, que a partir de 1490 incendiaba Florencia con sus sermones. En ellos arremetía contra los Médicis y las profanaciones y corrupción del Renacimiento, al tiempo que anunciaba castigos apocalípticos contra los que las practicasen. Se trataba de una violenta reacción en pro de la religiosidad medieval. Una de las consecuencias de aquellas predicaciones fue la destrucción en el fuego de numerosas obras de arte. Como nos recuerda Vasari, el hipersensible Botticelli no pudo escapar a esa influencia, y
"Puso a la impresión el Triunfo de la Fe de fray Girolamo Savonarola de Ferrara, y fue muy partidario de esta secta. Y esto fue causa de abandonar lo principal y no teniendo ingresos de los que vivir, cayó en un gran desorden. Porque obstinado en la secta y haciendo continuamente los días de llorona desviándose del trabajo, al envejecer y al olvidar, cayó en muy mal estar"
Botticelli se convirtió en un piagnone (llorón), nombre con el que eran conocidos los seguidores del monje dominico, y parece que él mismo entregó al fuego algunos de sus cuadros. Su pintura abandona los temas paganos y mitológicos que le habían hecho popular y muestran una religiosidad atormentada y expresionista desconocida hasta entonces en él.
Cuando llegó a viejo paseaba apoyado en dos muletas, sumido en la pobreza y en la miseria en la que murió, a los 78 años, según cuenta Vasari.
En el año de 1445, en el florentino barrio de Santa María Novella, muy próximo a la iglesia de Ognissanti, en el seno de una familia de curtidores de pieles, vino al mundo el que con el tiempo habría de ser uno de los pintores más famosos de su época, conocido con el nombre de Sandro Botticelli. Su verdadero nombre, sin embargo, no era ese, sino Alessandro Filipepi.
El hermano mayor de Alessandro, Giovanni , que se ganaba la vida como corredor de comercio, había sido apodado como botticello (en italiano, tonel, botijo o barrilete). Lo más probable es que el mote se debiera a su aspecto rechoncho, ya que era bajito y gordo, aunque también hay quien insinúa que realmente se lo habían puesto por su extraordinaria afición al vino. En cualquier caso, cuando su padre, pensó en alejar al pequeño y enfermizo Sandro de su insano taller de curtidor, y lo puso en manos de su hermano Giovanni el botticello, el mote se le traspasó también a él, aunque aplicándole el diminutivo botticelli. Vasari, en sus vidas discrepa en este punto, y escribe que el mote en realidad, lo heredó de otro de sus hermanos, Antonio, que era orfebre. La verdad es que siempre me ha resultado bastante chocante este mote, tan prosaico, y tan opuesto a la culta, refinada y elegante pintura del maestro florentino.
Vasari le describe como "muy agradable y bien parecido, y que siempre tenía diversión en su taller, dónde continuamente estaban muchos jóvenes, los cuales mucho se bromeaban y retaban". Vasari relata una de estas bromas, bastante pesada por cierto, ya que acusaba a un amigo suyo nada menos que de herejía. Seguramente, ese trato continuo con jóvenes fue una de las bases sobre la que se gestó su fama de homosexual y sobre la que se formuló la denuncia anónima de homosexualidad que recibió en 1502, y de la que salió libre. Algo parecido a lo que le ocurrió también a Leonardo da Vinci. Este tipo de acusaciones no era ninguna tontería, ya que aunque en la Florencia del Quattrocento la homosexualidad no era extraña (los alemanes llegaron a utilizar el término florenzer, florentino, para designar al sodomita), no dejaba de ser un delito grave, punible con la muerte y castigado con la hoguera, al menos en teoría porque casi nunca llegó a aplicarse.
Botticelli mantuvo bastante contacto con el taller de Andrea del Verrochio, el maestro de Leonardo da Vinci, y fue allí donde ambos debieron conocerse. Aunque Leonardo no ha dejado muchos comentarios sobre sus artistas contemporáneos, sí hizo algunos sobre Botticelli, y no precisamente buenos. En ellos critica sus paisajes, que califica de mediocres, y también algunas de sus obras, como relata Charles Nichols en la espléndida biografía que escribió de Leonardo da Vinci, y cuyo pasaje transcribo a continuación:
"Y vuelve a arremeter contra él [Botticelli] cuando se queja humorísticamente de la falta de decoro presente en la Anunciación: 'Hace pocos días vi una pintura de un ángel de la Anunciación que parecía estar expulsando a nuestra Señora de la habitación con movimientos que revelaban el mismo tipo de agresividad que uno mostraría hacia un enemigo al que odia, y Nuestra Señora parecía como si fuera a arrojarse desesperada por la ventana'. Probablemente se refería a la Anunciación que pintó Botticelli para la capilla de la familia Guardi hacia 1490, sobre la que podía afirmarse que el ángel está agazapado con gesto amenazador, si bien se trataría de una interpretación maliciosa. Una nota igualmente malintencionada se encuentra en una nota de Leonardo que comienza así: '¡Sandro! No dices por qué los segundos parecen estar a un nivel más bajo que los terceros', una referencia a la Navidad Mística de Botticelli pintada en 1500 y en la que las jerarquías de ángeles aparecen representadas de un modo que desafía las leyes de la perspectiva. Estos reproches no parecen característicos de Leonardo. Puede haber en ellos un componente psicológico, un deseo de superar una influencia temprana, de definirse a uno mismo por medio de la diferencia. La imitación era para Leonardo una forma de debilidad" (Charles Nichols, "Leonardo, el vuelo de la mente").
Botticelli gozó del favor de los Médicis, como lo demuestra que junto con Perugino, Ghirlandaio y Cosimo Rosselli, fuese uno de los elegidos para formar parte de la embajada pictórica que Lorenzo de Médicis envió a Roma para colaborar en la Capilla Sixtina, entonces recién construida. Aquel trabajo, como otros muchos de su carrera, debió estar extraordinariamente bien pagado, sin embargo, como recuerda Vasari, aunque "dicen que ganó mucho y gastó todo".
En el declive personal del pintor debió influir también su repentina conversión a las predicaciones del siniestro Girolamo Savonarola, que a partir de 1490 incendiaba Florencia con sus sermones. En ellos arremetía contra los Médicis y las profanaciones y corrupción del Renacimiento, al tiempo que anunciaba castigos apocalípticos contra los que las practicasen. Se trataba de una violenta reacción en pro de la religiosidad medieval. Una de las consecuencias de aquellas predicaciones fue la destrucción en el fuego de numerosas obras de arte. Como nos recuerda Vasari, el hipersensible Botticelli no pudo escapar a esa influencia, y
"Puso a la impresión el Triunfo de la Fe de fray Girolamo Savonarola de Ferrara, y fue muy partidario de esta secta. Y esto fue causa de abandonar lo principal y no teniendo ingresos de los que vivir, cayó en un gran desorden. Porque obstinado en la secta y haciendo continuamente los días de llorona desviándose del trabajo, al envejecer y al olvidar, cayó en muy mal estar"
SANDRO BOTTICELLI. Santo Entierro (1490-1500). Alte Pinakothek, Munich
Botticelli se convirtió en un piagnone (llorón), nombre con el que eran conocidos los seguidores del monje dominico, y parece que él mismo entregó al fuego algunos de sus cuadros. Su pintura abandona los temas paganos y mitológicos que le habían hecho popular y muestran una religiosidad atormentada y expresionista desconocida hasta entonces en él.
Cuando llegó a viejo paseaba apoyado en dos muletas, sumido en la pobreza y en la miseria en la que murió, a los 78 años, según cuenta Vasari.
Me gusta el post, conoces a un artista por lo que has leído o estudiado de sus obras, pero rara vez yo podría explicar cosas concretas de su vida, y post como estos me dn información que no adquirí en la carrera o leí en temarios, genial como siempre ;-)
ResponderEliminarEl problema de Botticelli es el mismo problema que han tenido artistas muy relacionados con movimientos o formas de pensamiento específicos, cuando cambian los gustos o las ideas quedan desfasadas y pierden vigencia, pasan a segundo plano, sobre todo porque no saben evolucionar (esto mismo le paso a Perugino que acabo cerrando su taller en Florencia y manteniendo el segundo en su tierra). Esto no significa que no sean respetados pero los encargos importantes ya no los obtienen ellos (por ejemplo, Paolo Ucello también murió en la pobreza a una avanzada edad y su estilo ya no era valido).
ResponderEliminarCon el auge de Savonarola y la adhesión a sus predicas, Botticelli renuncio al estilo "renacentista" volviendo a un estilo más antiguo y "místico", esta claro que esto no casaría demasiado con los gustos y más tras la revolución introducida por Leonardo Está claro que las criticas de da Vinci hacia este se deben, según mi opinión, a que este era uno de los artistas importantes de su generación y que, de alguna forma, él estaba intentando cambiar los modos del arte. El hecho de que se invitara a Botticelli como uno de los jurados para decidir el emplazamiento del David de Miguel Angel demuestra que todavía se le tenía en consideración como artista. Miguel Angel lo tuvo en consideración y si tenemos en cuenta que con Perugino tuvo sus más y menos
Muy buen resumen
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