martes, 14 de octubre de 2014

Peter Paul Rubens, arquitecto (4ª parte): la iglesia de los jesuitas en Amberes


PIETER HUYSSENS. Iglesia de San Carlos Borromeo
(antes San Ignacio) (1615-21), Amberes.
Blunt y Ottenheym piensan que la mayor parte de las
propuestas de esta fachada son de Rubens
              En 1598 Felipe II transfirió el gobierno de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia y su esposo el archiduque Alberto de Austria. De este modo pretendía resolver la insurrección del territorio contra la monarquía española. Las condiciones más sustanciales del acta de cesión tocaban a la sucesión: los hijos que tuviese la pareja heredarían el territorio, pero no podrían casarse sin el consentimiento de España, y en caso de no haber descendencia, Flandes y Borgoña revertirían a la corona. Jurídicamente los Países Bajos serán un estado unido a España por unión personal pero conservando una existencia propia. Bajo el gobierno de los nuevos soberanos Flandes se convirtió en uno de los baluartes más sólidos en la lucha que mantuvo la monarquía española a lo largo de todo el siglo XVII contra el protestantismo. Para ello contaron con el apoyo inestimable de los jesuitas, a quienes confiaron la defensa del catolicismo y la propagación de los principios del Concilio de Trento.

                Cuando la Compañía de Jesús proyectó en 1615 la construcción en Amberes de una iglesia consagrada al fundador de la orden,  Ignacio  de Loyola, este aún era un beato, por lo que se escoge a Nuestra Señora como patrona del templo. Al año siguiente se produjo la canonización del santo español, y la iglesia pasó a conocerse como San Ignacio. En aquel tiempo Rubens se encontraba en la cima de su proyección artística, y además mantenía una estrecha amistad con François d’Aguilon, el superior de la orden, por lo que resultó casi natural que los jesuitas pensaran en él para la decoración de la iglesia. Le encargaron la pintura de treinta y nueve lienzos que se colocarían en los techos de las naves laterales, que lamentablemente se perdieron el 18 de julio de 1718, cuando la iglesia sufrió un incendio por la caída de un rayo. En aquel trabajo Rubens hizo participar a su discípulo más aventajado, Anton van Dyck. Juntos desarrollaron un programa que confrontaba el Viejo y el Nuevo Testamento con la defensa de los sacramentos, haciendo gala de un sentido desbordante de la decoración, que contrastaba de manera notable con la austeridad de las iglesias protestantes. La suntuosidad del templo era tan grande que incluso desde Roma se consideró excesivo.

P. P. RUBENS y J. BRUEGHEL EL VIEJO. La Infanta Isabel Clara Eugenia (1615). Madrid, M. del Prado

                Por todo ello, la iglesia de San Ignacio (o San Carlos Borromeo que es como se conoce actualmente), está considerada como una de las obras más importantes del arte de la Contrarreforma en el norte de Europa. Aparte de introducir un nuevo vocabulario artístico y arquitectónico, la iglesia también presenta una concepción novedosa del espacio sagrado que refleja las actividades pastorales y litúrgicas de los jesuitas. Como señala O’Malley, mientras que los párrocos católicos ejercían su ministerio entre sus congregaciones, los jesuitas salían fuera de ellas, convirtiendo a los herejes y concienciando a los católicos no practicantes.

                No parece haber duda en que el diseño general de la iglesia es obra del jesuita Pieter Huyssens, uno de los arquitectos barrocos más importantes de Flandes, a quien se designa como arquitectus en la documentación histórica. Sin embargo, Blunt, uno de los historiadores que más ha profundizado en los trabajos arquitectónicos de Rubens, sostiene que, dado que el pintor era el responsable de toda la decoración y conociendo la íntima amistad que mantenía con el superior, resulta difícil imaginar que no estuviera involucrado igualmente en la decoración arquitectónica. Así que no duda en calificar a la iglesia de los jesuitas en Amberes como el proyecto arquitectónico más importante con el que estuvo Rubens relacionado, y añade que “muchos dibujos de los detalles del edificio son parcial o completamente de su mano, y las principales características del edificio se ajustan más a su estilo arquitectónico que al de Huyssens”.

PIETER HUYSSENS. Iglesia de San Carlos Borromeo
(antes San Ignacio) (1615-21), Amberes.
Nave central. Para Blunt, las arcadas y las bóvedas
son idea de Rubens
                El interior de la iglesia, refleja el espíritu singular de la orden al que nos referíamos hace un momento.  Una amplia y espaciosa nave concebida para recibir una muchedumbre de fieles y la ausencia de coro, para que no haya distancia entre estos y los sacerdotes. Arquitectónicamente destaca por las arcadas superpuestas y el audaz diseño de las bóvedas de cañón, dos rasgos que proceden de Italia, donde nunca había estado antes Huyssens, ya que no viajó allí hasta 1626, cinco años después de haberse concluido San Carlos. Estos dos elementos supusieron una solución novedosa que no volvió a repetirse en Flandes. Respecto a las arcadas, para Blunt no hay dudas, son de Rubens. El mismo sistema aparece en uno de los grabados de Palazzi di Genova, y seguro que tuvo ocasión de ver él mismo un magnífico ejemplo de su empleo en Génova, en el patio del Palacio Doria-Tursi, actualmente ayuntamiento de la ciudad. En cuanto a las bóvedas, el único dibujo completo que se conoce es de Huyssens, aunque Blunt considera bastante probable que fuera Rubens quien lo sugirió, ya que los motivos decorativos están tomados de San Pedro en Roma.

                También parece segura la autoría de Rubens de la decoración de la capilla de la Virgen, ya que se conserva un dibujo de su propia mano de la bóveda de piedra, y su participación en el altar mayor, del que hay también otro dibujo.

PIETER HUYSSENS. Iglesia de San Carlos Borromeo
(antes San Ignacio) (1615-21), Amberes. Det. fachada
El frontón curvo sobre la puerta está tomado de la
Chiesa Nuova de Roma, para la que Rubens trabajó
durante su estancia en Italia
El modelo de la fachada, con algunas diferencias, se inspira directamente en el primer diseño que hizo Jacopo Vignola para la iglesia del Gesú, en Roma, la iglesia matriz de la orden, que como es sabido fue modificado en su ejecución final por Giacomo della Porta. Las principales diferencias entre una y otra podemos resumirlas en dos. La primera está en las proporciones, más anchas y pesadas en San Carlos, un efecto que se potencia con la adición de las torres. La segunda, en la rica decoración escultórica que la cubre, ajena a los constructores romanos. Para Blunt, las numerosas influencias italianas de su diseño arquitectónico apuntan directamente a Rubens, por lo que sugiere que su trabajo no debió limitarse únicamente a la decoración escultórica sino al propio diseño arquitectónico. De la misma opinión es Ottenheym, uno de los grandes estudiosos de la obra de Huyssens, quien piensa que fue Rubens quien proveyó al arquitecto de la mayor parte de las ideas modernas para aplicar las reglas de la antigüedad clásica. En este sentido recuerda los profundos conocimientos de arquitectura que demuestra Rubens cuando en 1639 Constantijn Huygens, secretario del Príncipe de Orange, recaba su opinión sobre su nueva casa en La Haya. Rubens le hace notar que la fachada es demasiado simple y que el añadido de semipilastras y una cornisa más marcada le  habrían dado mayor dignidad y relieve a toda la fachada, llamando justamente la atención sobre los elementos que dan fuerza y profundidad a la fachada de San Carlos, y que Rubens asociaba con el ideal de dignidad que debían tener una iglesia.


Entre los elementos que llaman la atención del templo destaca el frontón curvo que se coloca sobre la puerta principal. El uso de este elemento sobre ventanas era habitual, pero no en esta posición y en esta escala. Esa idea había sido empleado unos años antes en Roma por Fausto Rughesi, para la fachada de la Chiesa Nuova (Santa María in Vallicella). Rubens conocía perfectamente esta iglesia, ya que justamente cuando se estaba construyendo su fachada, en 1605, él mismo estaba trabajando en ella realizando las pinturas que pueden verse alrededor del altar, y que constituyen uno de los trabajos más importantes de sus inicios.

(CONTINUARÁ)