martes, 17 de julio de 2012

ENRIQUE REPULLÉS. Bolsa de Madrid

E. REPULLÉS. Bolsa de Madrid (1893)
Octubre es uno de los meses particularmente peligrosos para especular en la Bolsa. Los otros meses peligrosos son julio, enero, septiembre, abril, noviembre, mayo, marzo, junio, diciembre, agosto y febrero.
MARK TWAIN


Día sí y día también nos desayunamos últimamente con los informativos pendientes de las cotizaciones de la bolsa y de la situación de nuestra economía. Vamos de sobresalto en sobresalto, que si sube la prisma de riesgo, que si el diferencial con el bono alemán, que si el bono a diez años,  que si hay que crear eurobonos, que si las agencias de calificación rebajan la nota a la banca, ... se nos atragantan el café y la tostada, y nos ponemos de un humor estupendo para comenzar el día. El caso es que, a lo más que llegábamos algunos hace unos meses, era a distinguir el IBEX 35, el Down Jones o el Nikei,  y para de contar. y como seguíamos el aforismo de Twain, en bolsa, invertir, lo que se dice invertir, no invertíamos ni el tiempo en saber si subía o bajaba. Ahora, sin embargo, no hemos tenido más remedio que empezar a familiarizarnos con estos términos, con los que no sabíamos que tuviésemos relación alguna. El tono intimidatorio, o lastimero, según el caso, del periodista de turno, parece hacer recaer sobre nosotros la culpa o la preocupación por esta situación. De lo único que somos culpables, si acaso, y no es poco, es de haber dejado el país en manos de una pandilla de ineptos o de irresponsables, en el mejor de los casos, que han despilfarrado nuestro dinero como si fuese suyo. De ello se han aprovechado eso que llaman los mercados, así en general, como si fuese un ente abstracto, pero que todos sabemos que tienen nombre y apellidos, que en muchos casos coinciden, ¡que casualidad!, con los que se han beneficiado de amnistías fiscales, de primas multimillonarias por dejar algún banco en la ruina, y alguna que otra menudencia más.

T. VON HANSEN. Bolsa de Viena (1874-77)
 (Fotografía de Austria-lexikon)
La presencia continua de estas noticias en los medios de comunicación, han convertido en familiares algunas imágenes, como es el caso del edificio de la Bolsa de Madrid, por eso me ha parecido oportuno,  ya que la vemos todos los días, que quizá resultara conveniente conocer algunos detalles del edificio, emplazado en la Plaza de la Lealtad de Madrid, junto al Paseo del Prado.

La Bolsa de Madrid la creó el 10 de septiembre de 1831 el rey Fernando VII. Viniendo de quien viene, el más funesto de nuestros monarcas, nada bueno podía esperarse. La capital española unía así su nombre al de otras grandes ciudades como París, Londres o Nueva York, que contaban con ella desde hacía años. Antes de llegar al edificio actual, la Bolsa de Madrid celebró sus sesiones en otros lugares de la capital. Primero en un local de la calle de Carretas, que luego ocupó el Café del Espejo; después, en otro local de la misma calle, perteneciente a la Casa de la Compañía de Filipinas; tras ellos se sucedieron otros, como los claustros de San Martín, la iglesia de las Vallecas, la de los Basilios , el convento de la Trinidad en la calle de Atocha, en el circo de Paúl de la calle Barquillo y, finalmente en la Aduana Vieja (en la calle de la Bolsa), donde permaneció hasta 1850 en que se resolvió construir el actual edificio que ocupa hoy.

E. REPULLÉS. Bolsa de Madrid (1893)
El edificio actual es obra del arquitecto madrileño Enrique Repullés, uno de los principales representantes del eclecticismo arquitectónico del XIX en España. Desde su posición como profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid y como miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ejerció una enorme influencia en el pensamiento arquitectónico de la época. Su formación tradicional le hace inclinarse por la proporción, la simetría y la repetición, como base de la belleza. Esos mismos principios le hacen posicionarse contra el modernismo, emergente a finales del siglo XIX, al que únicamente reconoce como meritorio y aprovechable la parte ornamental. Entre la producción arquitectónica de Repullés, destacan la Iglesia de Santa Cristina en Madrid, el Ayuntamiento de Valladolid, y la inacabada Basílica de Santa Teresa en Alba de Tormes, aunque, sin duda, su obra más importante es la Bolsa de Madrid.

E. REPULLÉS. Bolsa de Madrid (1893)
(Fotografía de madrid.ociogo.com)
En este edificio de 1893, inspirado en la Bolsa de Viena, construida unos años antes, Repullés encuentra su mejor manera de exponer su sentido de la arquitectura, en el más puro academicismo. Algunos autores, como Rodríguez Fortín, sugieren que podría entroncarse, incluso, con un Neoclasicismo tardío. Su fachada mide 66 m. y adopta forma curvada, para adaptarse al trazado de la plaza. Sobre ella proyecta un imponente y elegante pórtico adelantado, hexástilo y de orden corintio, al que se accede por una escalinata.

En alzado, el edificio se articula en tres pisos. En el primero dispone una serie de arcadas de medio punto separadas por pilastras adosadas. En el segundo, los arcos de medio punto se disponen en las ventanas, con una balaustrada delantera. En el tercero, en cambio, de menor altura, se sustituyen por vanos adintelados.

En el interior está el famoso salón del parquet, donde tienen lugar las operaciones comerciales. Es de planta rectangular con ábside semicircular. Guardando la simetría y la proporción del exterior, también aquí se disponen arcos de medio punto en los dos primeros pisos, y lunetos en el tercero.