viernes, 24 de abril de 2009

Pintura romántica española (1): la pintura de paisajes

JENARO PÉREZ VILLAAMIL. Manada de toros junto a un río y castillo en lo alto. Museo del Prado, Madrid.




Los orígenes del romanticismo en España lo relacionan los historiadores con el movimiento liberal que se desarrolla tras la muerte de Fernando VII en 1833. El primer foco romántico surgió en Andalucía, como aquel movimiento liberal, teniendo como centro las ciudades de Cádiz y Sevilla. Desde allí, el movimiento irradiaría hacia el resto de la península, formándose otros dos núcleos en torno a las ciudades más importantes del país, Madrid y Barcelona.

Dentro del movimiento, podemos seguir la clasificación que hace Enrique Arias Anglés en "Pintura española del siglo XIX" (Cuadernos de Arte Español, número 41), quien distingue tres grandes tendencias en el romanticismo: la pintura de paisajes, la pintura costumbrista y el romanticismo académico u oficial.

La pintura de paisajes carecía en España de tradición, por lo que los modelos que la inspiraron hubieron de buscarse fuera, en los paisajistas británicos, franceses y holandeses. A esa tradición foránea, los paisajistas románticos españoles añadieron un nuevo ingrediente, lo pintoresco. Eso se traduce en la introducción del elemento humano, de índole popular y costumbrista, pero también la arquitectura y la vista de los interiores, considerados casi como paisajes por sus perspectivas amplias.

JENARO PÉREZ VILLAAMIL (1839) Iglesia de San Juan de los Reyes, Toledo


El pintor más importante del círculo madrileño y de todo el romanticismo español en este género fue Jenaro Pérez Villaamil, pintor gallego, pero formado en Cádiz, y muy influenciado por la escuela británica a través del pintor escocés David Roberts, a cuya influencia añade la de J.F. Lewis y posiblemente también Turner. El influjo es tan grande que, en palabras de Martín González, su pintura representa un arte plenamente extranjero. Enrique Arias, su biógrafo, describe su técnica como muy empastada, nerviosa, de colorido cálido, brillante y con una atmósfera de ensoñación. Es autor de un precioso libro de viajes ilustrado, "España Artística y Monumental". Su producción no se limita a él, ni mucho menos, ya que es autor de una obra ingente, y disfrutó también de un gran prestigio y reconocimiento en España y fuera de ella.


ANDRÉS CORTÉS. La Feria de Sevilla (Museo Bellas Artes, Bilbao)


Otros pintores a destacar en el círculo madrileño, son Antonio de Brugada, que se especializó en marinas, y representa fielmente la imagen arquetípica del artista romántico, de ideas liberales, desterrado de su país, y en lucha contra la tiranía; Fernando Ferrant, cuyos paisajes se inspiran en los románticos alemanes y en el clasicismo francés; José María Avrial y Flores, gran perspectivista y paisajista, que además coloaboró en diferentes publicaciones como ilustrador; Vicente Camarón, cuya pintura está influenciada por los holandeses del XVII y por sus contemporáneos británicos; Francisco de Paula Van Halen, fundamentalmente dedicado a la pintura histórica, pero que con sus colaboraciones gráficas en diferentes publicaciones dio a conocer numerosas vistas y monumentos de España; y algunos otros menos importantes como Juan Pérez Villaamil, hermano de Jenaro, José Brugada, hermano de Antonio, y Antonio Rotondo.

En la segunda mitad del siglo XIX, se incorporan otros artistas a esta corriente. Entre ellos podemos citar al aragonés Pablo Gonzalvo, cuya pintura de grandes formatos recoge numerosas perspectivas de interiores de catedrales españolas; Cecilio Pizarro, toledano, que pinta diferentes vistas de su ciudad natal y fue colaborador de Pérez Villaamil en su España artística y monumental; el gaditano Vicente Poleró, que además de pintor fue restaurador del Museo del Prado; y Pedro Pérez de Castro, que cultivó la litografía y la acuarela, en las que reflejó paisajes de montañas y florestas.


LLUIS RIGALT. Paisaje (1866) Museo Nacional de Arte de Cataluña



En Sevilla, destacan dos nombres. Manuel Barrón y Carrillo, con una concepción muy próxima a la de Pérez Villaamil, introduce el elemento urbano en sus numerosas vistas y monumentos de Sevilla, ciudad de la que nunca se movió; y Andrés Cortés, que recoge un amplio abanico de influencias, desde la británica a la flamenca, además de la tradición murillesca, según apunta Enrique Arias.

En cuanto a Barcelona, sobresalen tres autores importantes: Lluis Rigalt, que realiza tanto vistas de ruinas y monumentos, en la línea de Pérez Villaamil, como puro paisajismo, y a quien se suele considerar como precursor de los paisajistas catalanes de fin de siglo; Francisco Javier Parcerisa, conocido sobre todo por su colección de litografías "Recuerdos y bellezas de España", repartidas en once volúmenes y que suman un total de 588, la mayoría pintadas al natural; y Joaquín Cabanyes, que evolucionará hasta el naturalismo desde sus orígenes románticos.

Para apreciar algo más la pintura de estos paisajistas decimonónicos y románticos, he preparado una pequeña presentación con algunas imágenes de su producción.

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