jueves, 26 de febrero de 2009

"Buen muchacho", una anécdota de Toulouse-Lautrec

HENRI TOULOUSE-LAUTREC. Retrato de Berthe Bady (1897) Museo Toulouse-Lautrec, Albi.



Como es sobradamente conocido, la vida de Henri Toulouse-Lautrec fue una vida triste, desgraciada y amarga, aunque paradójicamente gran parte de ella se desarrollara en medio de la alegría continua de las salas de fiestas y cabarets parisinos de finales del siglo XIX.

A partir del año 1897, la producción artística del pequeño pintor francés empezó a resentirse, tanto en la calidad como en la cantidad de su producción. A pesar de ello, seguía siendo capaz de dejarnos obras tan hermosas como el retrato de Berthe Bady.

En esa época solía emborracharse hasta perder totalmente la consciencia, cada vez con más frecuencia, y en ese estado, penoso y lamentable, debían llevarlo a su casa. Sus borracheras daban lugar, en ocasiones, a situaciones complicadas, en las que insultaba violentamente a sus propios amigos, se enfrentaba a la policía, se caía por las escaleras y se rompía la clavícula, o insultaba al propio ex-rey de Serbia (admirador y comprador de sus cuadros, por otra parte) mediante groseras comparaciones entre la antigüedad de sus respectivas familias.

Para procurar apartarle de aquella espiral autodestructiva en la que se encontraba, Maurice Joyant, uno de sus mejores amigos, consiguió que se organizara una exposición del artista en Londres, en la Galería Goupil, de Regent Street. De este modo pensaba que el pintor estaría entretenido en la selección de las obras a exponer. Además, parece que cuando Lautrec estaba en Inglaterra bebía menos.

La conservadora sociedad victoriana no estaba preparada para la pintura desvergonzada y atrevida de Toulouse-Lautrec, y la exposición fue un rotundo fracaso. Durante ella, sin embargo, tuvo lugar una anécdota curiosa, que da muestra del carácter del pintor. A la presentación privada de la muestra fue invitado el Príncipe de Gales, el futuro rey Eduardo VII. El príncipe se retrasó mucho, tanto que el pintor se quedó dormido durante la espera. Cuando finalmente llegó, insistió para que no se le despertara. Cuando Toulouse-Lautrec despertó y le contaron lo sucedido se limitó a responder: "Buen muchacho".

3 comentarios:

Pilar Álamo dijo...

Es verdaderamente un privilegio recibir en mi blog comentarios de tu parte. Pero lo valioso es tener acceso a estos trabajos tan completos y ...siento envidia de lo bonito que es tu blog, aunque el solo hecho de formar parte de tus seguidores ya me satisface.
Después de leer lo que cuentas de Toulouse-Lautrec me paro a pensar que la vida de todos los artistas deberíamos saberla para poder apreciar, más que entender, su obra. Un abrazo sincero

Antonio Martínez dijo...

Hermosa entrada y fermosa música. Saludos galaicos.

Duncan de Gross dijo...

Una historia fabulosa, no la conocía, como siempre, aprendo muchísimo con tu blog, te agradezco estas entradas tan estupendas y entretenidas, me encantan. ;-)

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